"Random Man": El poder de los dados

Tomasz Borczyk atravesaba tranquilamente su primera depresión mientras trabajaba como psicoterapeuta en su ciudad natal, Katowice (Polonia), hasta que descubrió el dado y se transformó en un hombre aleatorio.

Tirar un dado. Para tomar decisiones. Para no tener que elegir. Esto fue lo que le salvó y esto se ha convertido en su estilo de vida.

En Random Man, apoyado por la compañía Noche de Camaleones, no solo cuenta su historia por primera vez, sino también deja la propia pieza teatral en manos del azar.

«Más allá de lo anecdótico del dispositivo, es decir, del hecho de que la pieza sea diferente cada vez que la hagamos, nos interesa enfrentar al público con el vértigo que causa la renuncia del libre albedrío; sobre todo, en una sociedad reinada por lo que Renata Salecl llama «La tiranía de la elección». El mundo nos hace creer que tenemos muchísimas opciones y podemos diseñar a nuestro antojo cualquier detalle de nuestra vida (el famoso «si quieres, puedes»), pero sabemos que la realidad es diferente y que esta ilusión puede confundir y paralizar. En Random Man experimentamos con una idea provocadora: ¿y si renunciáramos al control?». (EL UMBRAL DE PRIMAVERA). 

Una filosofía de vida

Tomasz Borczyk acerca al espectador a la filosofía de los dados con Random Man, una obra que bebe de su propia historia al mismo tiempo que lanza diferentes reflexiones psicológicas y de comportamiento sobre el ser humano. Por tanto, se está ante una pieza que no busca ficcionar los relatos y establecer una historia sin más, sino que siendo fiel a la teoría en la que se basa, se van eligiendo los distintos caminos por los que transita el espectador. Gracias a ello, Borczyk tiene la oportunidad de ofrecer momentos de auténtica hilaridad, unidos a una complejidad que enriquece el resultado completo de la pieza. Por ello, se valora la dedicación a una dramaturgia fuera de lo común, donde se extraen varios datos curiosos que mantienen al espectador dentro del espectáculo.

Como si se tratara de un experimento en vivo, se mantiene una línea narrativa común que, ya sea verdad o no, forja una verosimilitud plena. Con lo cual, los asistentes entabla rápidamente una conexión con lo que está ocurriendo sobre las tablas. De esta forma, se transita por diferentes dinámicas, que gozan de frescura al no ser encorsetadas en un texto forzado, algo que termina por definir la marca de identidad de este proyecto. Así, destaca la frescura y la originalidad, viéndose un bagaje cultural y un contexto psico-social muy completo. También cabe señalar la calidad del final que se vivió en la función del 20 de abril, únicamente pecando en algunos momentos de ser excesivamente teórico y no dejarse llevar más como sí se hace en la obra madre.

¿Autobiográfico?

El principal protagonista de Random Man no es otro que Tomasz Borczyk, el cual se convierte en una pieza fundamental de la pieza al ser el maestro de ceremonias. Por tanto, la mayor carga dramática recae en el intérprete, quién sabe manejarse a la perfección sobre las tablas. Fiel a su estilo, marca rápidamente su sello de identidad, ofreciendo una actuación muy personal y con toda la soltura que se necesita. Además, se abraza a una esencia misteriosa, que cautiva aún más al espectador. Por ello, se puede decir sin problema, que su mayor virtud es el carisma que desprende, una personalidad única a la que sabe sacar partido. Prueba de ello, es la manera en la que controla la improvisación, aprovechándolo a su favor. También cabe mencionar el uso de la voz, la cual es proyectada de forma que el uso del micrófono es un añadido más artístico.

Después, junto a Borczyk aparecen distintas participaciones, que dan algo de juego al montaje. En primer lugar, Ana Ruano y Alberto Caballero apoyan en algunas partes del montaje. Por un lado, Ruano realizó un trabajo dramático muy bien medido, apoyándose en un equilibrio entre las distintas emociones por las que debía transitar. Así, gracias a esa naturalidad innata, consiguió obtener una recepción muy positiva entre el público. Mientras, Caballero comenzó de una forma muy hilarante, pero según fue avanzando su experimento, fue perdiendo algo de fuelle. Debe tener cuidado con la dicción y la posición de la voz en el escenario, ya que había momentos en los que se perdía su parlamento. No obstante, los dos logran dar un apoyo bien ejecutado, manteniéndose en un segundo plano, pero sirviéndose satisfactoriamente de sus momentos principales.

Una experiencia inmersiva

Bajo la asesoría de la compañía de los números imaginarios, no cabe duda de que no podía factor inmersivo en Random Man, por lo que mantiene dicha estrategia en varios momentos. Sin embargo, el factor más destacable de la pieza es el potenciar lo audiovisual con lo puramente teatral. Por tanto, se puede ver una realización de vídeos que logran dar mayor ritmo al montaje. Junto a ello, se puede disfrutar de una realización en directo, donde únicamente deben afinar el evitar que se pierda la señal, para no interrumpir la atmósfera que se crea. A pesar de ello, en la función del 20 de abril, la frescura de Tomasz Borczyk logró paliar el efecto e, incluso, se hizo más comunidad con los asistentes. Aun así, debe vigilarse dicha ejecución técnica.

Después, la banda sonora utilizada, así como los recursos en este ámbito, es todo un acierto, sirviendo de buen paisaje musical. Pese a su duración, no se hace en ningún momento tediosa, sino al contrario, logra mantener la atención del espectador en todo momento, lo que indica un dinamismo muy bien trabajado. Con lo cual, no solo cumple de forma técnica, sino que ha sabido potenciar sus virtudes artísticas y estéticas para atrapar a la audiencia. Por otra parte, se aplaude que la pieza expanda su universo fuera del escenario principal, algo que ya se puede ver incluso en la espera previa a entrar. Los detalles hacen la diferencia y en este título se comprueba que se han cuidado para apostar y ganar.

Conclusión

Random Man es un experimento teatral de calidad, que logra cautivar a los asistentes y ofrece una reflexión llena de aristas y matices. Además, se une una dramaturgia en la que se combina una autobiografía verosímil, en la que no importa si es verdad o no, dado que el espectador lo acepta como verdadero. Asimismo, se une la frescura de la improvisación, así como del azar, en pos de la propuesta temática que ejerce de columna vertebral.

Después, a nivel dramático, Tomasz Borczyk logra un trabajo lleno de personalidad, donde destaca su carisma y su originalidad. Junto a él, unos acompañantes que aportan positivamente a la pieza. Por otra parte, el despliegue artístico y técnico combina distintos elementos audiovisuales, que consiguen enganchar a la audiencia y ofrecen un espectáculo dinámico. La filosofía del dado ante un camino vital que logra una propuesta muy gratificante.

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