Reflejos en una habitación es la ópera prima dirigida por Ceres Machado y coproducida por Marila Films, Sibila Vision Films y La Canica Films (Tarde para la ira, Buscando a Coque, Hotel Bitcoin). Protagonizada por Adriana Ozores y Alejandro Vergara, tendrá un primer pase en cines el martes 24 de septiembre para luego estar en cartelera a partir del viernes 27 de septiembre de 2024 de esa misma semana.
Crítica de 'Reflejos en una habitación'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Reflejos en una habitación
Título original: Reflejos en una habitación
Reparto:
Adriana Ozores (Berta)
Alejandro Vergara (Hugo)
David Tortosa (Alberto)
Año: 2024
Duración: 71 min.
País: España
Director: Ceres Machado
Guion: Salva Martos Cortés
Fotografía: Javier Salmones
Música: Pablo Trujillo
Género: Drama
Distribuidor: 39 Escalones Films
Tráiler de 'Reflejos en una habitación'
Sinopsis
Cuenta la historia de Berta, una mujer madura de clase alta, que lleva tiempo contratando los servicios de Alberto, un scort profesional con el que se ve una vez al mes en una habitación de hotel. Un día Alberto no puede acudir a la cita y envía a otro scort, Hugo, un muchacho de barrio mucho más joven e inexperto. Berta desconfía de Hugo e insiste para que se marche, pero Hugo quiere terminar el trabajo porque necesita el dinero. A partir de aquí, Berta y Hugo comenzarán un viaje emocional en el que, a pesar de las diferencias, las desconfianzas y los prejuicios, descubrirán que tienen más cosas en común de las que creían. (39 Escalones Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un estudio íntimo de dos almas perdidas
Reflejos en una habitación es un drama dirigido por Ceres Machado que, en un escenario único, explora temas como la soledad, la vulnerabilidad y los prejuicios sociales. La trama sigue a Berta, una mujer madura de clase alta que ha estado contratando los servicios de Alberto, un scort profesional, para encuentros mensuales en una habitación de hotel. Un día, Alberto no puede asistir a la cita y envía a Hugo, un joven inexperto de barrio. A partir de este cambio inesperado, ambos personajes se ven obligados a confrontar no solo sus propias inseguridades, sino también los juicios que tienen sobre el otro.
Un duelo emocional entre dos protagonistas de mundos diferentes
Reflejos en una habitación destaca por las actuaciones de sus dos protagonistas, quienes llevan todo el peso de la historia. Berta, interpretada por Adriana Ozores, una mujer de clase alta que está acostumbrada a controlar su vida, muestra una vulnerabilidad que va más allá de su posición social. Su desconfianza hacia Hugo refleja no solo el temor al cambio, sino también los prejuicios que tiene hacia alguien de una clase social diferente y mucho más joven.
Por su parte, Hugo, como un joven inexperto que necesita el dinero, aporta una frescura que contrasta con la frialdad inicial de Berta. Aunque al principio se presenta como alguien dispuesto a hacer lo que sea por cumplir con su trabajo, a medida que avanza la historia, Hugo revela una profundidad emocional que lo convierte en algo más que un simple sustituto. La relación entre ambos evoluciona de una transacción incómoda a un viaje emocional que les permite verse más allá de sus roles sociales.
Un viaje de autodescubrimiento en un espacio cerrado
La trama se desarrolla en un solo escenario, lo que le da a Reflejos en una habitación una sensación de claustrofobia y, al mismo tiempo, de intimidad. Esta limitación espacial sirve como una metáfora para los mundos cerrados en los que viven ambos personajes. A medida que la conversación avanza, Berta y Hugo comienzan a despojarse de las capas de sus vidas cuidadosamente construidas, revelando deseos, miedos y dolores que los conectan a pesar de sus diferencias.
El viaje emocional de Reflejos en una habitación, más que en acciones o eventos, se basa en el diálogo. A través de una conversación que pasa de la tensión inicial a una conexión más genuina, ambos personajes descubren que tienen mucho más en común de lo que jamás hubieran imaginado. La soledad, el deseo de ser vistos y comprendidos, y la necesidad de afecto son temas recurrentes que los unen en este escenario cerrado.
Sencillez que potencia la historia
La dirección opta por una estética minimalista que refleja la simplicidad del espacio y permite que el foco permanezca en las emociones y los gestos de los personajes. Los planos cerrados crean una atmósfera de intimidad, haciendo que el espectador sienta que está presenciando una conversación privada y cargada de significado.
La banda sonora es discreta, pero efectiva, sirviendo como complemento a las emociones que se desarrollan en la pantalla. No hay música invasiva, lo que permite que los silencios y las pausas en el diálogo se conviertan en parte esencial del relato.
Conclusión de 'Reflejos en una habitación'
Reflejos en una habitación es un drama que, aunque sencillo en su ejecución, ofrece una exploración profunda de las emociones y las conexiones humanas. Reflejos en una habitación no se basa en grandes giros o sorpresas, sino en el desarrollo de sus personajes y en la evolución de su relación, lo que la convierte en una obra íntima y reflexiva.
Aunque el tema de la prostitución está presente en la trama, Reflejos en una habitación no se enfoca en el aspecto transaccional de la relación entre Berta y Hugo, sino en las dinámicas de poder y las barreras emocionales que se rompen a lo largo de su encuentro. La relación de poder, que al principio está claramente a favor de Berta, se va desmoronando a medida que Hugo comienza a mostrarse como alguien más complejo de lo que ella imaginaba.
Es una película que ofrece una experiencia cinematográfica íntima, apoyada en sus actuaciones y en la fuerza de su diálogo. Aunque la premisa puede parecer limitada por su espacio y enfoque, la profundidad emocional que alcanza hace que valga la pena para quienes disfrutan de dramas sutiles y humanos.
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