Bruce La Bruce es uno de los directores y guionistas más extravagantes de la industria cinematográfica. Con una carrera totalmente consolidada, con más de 30 títulos a la espaldas, estrena en 2020 su última cinta: Saint-Narcisse. El film se alzó con la Graffetta d'Oro a la mejor película en la categoría Fanheart3 en el prestigioso Festival de Cine de Venecia. Asimismo, fue nominado al León Queer en el mismo festival. También estuvo presente en el Festival Internacional de Cine de Sitges, donde optó el premio a Oficial Noves Visions. Llega a Madrid de la mano de la 25ª edición del Festival LesGaiCineMad, que se realiza hasta el 15 de noviembre de 2020.
Título: Saint-Narcisse Título original: Saint-Narcisse
Reparto: Félix-Antoine Duval (Dominic / Daniel) Tania Kontoyanni (Beatrice) Alexandra Petrachuk (Irene) Andreas Apergis (Padre Andrew) Gabrielle Boulianne-Tremblay (Therese)
Año: 2020 Duración: 101 min País: Canadá Dirección: Bruce La Bruce Guion: Martin Girard y Bruce La Bruce Música: Christophe Lamarche-Ledoux Fotografía: Michel La Veaux Género: Misterio Producción: 1976 Productions y Six Island Productions
Saint-Narcisse nos muestra el fetiche de Dominic, que es… él mismo. Nada le excita más que su reflejo. Por eso, descubrir que tiene un hermano gemelo, criado en un monasterio remoto por un sacerdote depravado, le causa una gran turbación. El destino vuelve a juntar a los dos jóvenes, y su relación fraternal se retuerce entre el sexo, la venganza y la redención. (LESGAICINEMAD 2020).
El cine de Bruce La Bruce siempre ha nadado en un estilo muy característico, fuera de lo convencional y moviéndose en una irreverencia muy personal. Por lo cual, no iba a ser diferente en Saint-Narcisse, donde presenta una historia inspirada en el famoso mito de Narciso. De esta manera, Dominic se convierte en el eje central de la trama, que se va expandiendo mediante un thriller muy interesante, que sabe hilar todas las piezas del rompecabezas con una cohesión precisa. Por ende, a pesar de moverse en el género de cine de Serie B, no lo convierte en sinónimo de la cutrez, sino que esa ambientación le permite utilizar recursos narrativos nada políticamente correctos, pero que acaban por seducir al espectador hasta el final. Prueba de ello, es que hay un constante impacto, que tampoco roza el morbo innecesario.
Se puede ver una influencia clara de un estilo más crítico con la Iglesia, pero que tampoco se ceba con la religión de una manera exacerbada. De la misma manera, hay esa búsqueda del yo interior, que obsesiona al protagonista. Emerge de esta inquietud un dilema, que forja la forma de proceder. Una de las escenas más controvertidas, que se produce en el bosque, es el momento catártico en el que se produce esa metáfora en torno al ego. Sin embargo, no se queda ahí, sino que se convierte en la puerta hacia una libertad previamente silenciada. Es el preludio del clímax final. No obstante, es cierto que hay pequeñas partes de la problemática que se resuelven con una facilidad menos influyente, pero se equilibra con la tensión y el buen planteamiento generalizado de la cinta. El final es una extravagancia que resume el carácter irreverente del realizador.
Lo primero es la familia
El principal protagonista y fruto del deseo en Saint-Narcisse es Félix-Antoine Duval, quién ya desde la primera escena se deshace del pudor para otorgar una interpretación natural y cruda. El actor tiene una potencia escénica muy sensual, que sabe utilizar como medio expresivo del carácter interior de su personaje. De ahí que no sea solamente una intención de atraer espectadores por este aspecto más físico, sino que hay un trasfondo que le ayuda a exhibirse interpretativamente. Además, tiene una canallería muy característica, que se une a un buen uso del humor más pícaro. También es importante destacar que sabe diferenciar la energía que debe utilizar durante sus secuencias. Da a cada una de ellas la personalidad que encaja en el momento vital en el que se encuentra el personaje que está interpretando. Tiene esa galantería propia, que le encumbra como protagonista.
El resto de actores que completa el reparto ofrecen un trabajo notable. Por un lado, Tania Kontoyanni irrumpe sobre la escena de forma cautivadora, que deja claro su importancia en la historia. Aún así, la actriz cumple con su papel, pero hay partes en las que parece desconectada de la sinergia que hay entre sus compañeros de reparto. Pese a ello, mantiene una buena conexión en los momentos en los que está presente. Andreas Apergis es aterrador, con una interpretación voraz e intensa, que se mezcla con esa espiritualidad obsesiva de su personaje. Por ende, su trabajo actoral es conciso y riguroso, dejando algunas de las secuencias más escalofriantes de la película. Por último, Alexandra Petrachuk comienza en una vertiente más superficial, pero acaba sublimando sus dotes interpretativas. Deja salir ese deseo interior, que lo refleja muy bien en su expresividad física.
La fascinación de la Serie B
El primer plano que se ve en Saint-Narcisse deja claro que lo sexual va a ser uno de los aspectos visuales más importantes de la película. Sin embargo, no se deja llevar por dar escenas gratuitas y quedarse en la anécdota. Bajo un aspecto de película de Serie B, como antes se ha mencionado, utiliza recursos simbólicos muy estéticos. De esta manera, consigue contrastar entre una realidad y otra, dando poder a la naturaleza y al propio significado de la desnudez. De forma análoga, se establece la dualidad entre el significado interno del deseo y la libertad que se cierne en ella. Hay esos puntos de luminosidad que dejan patentes cuál es la intención de mostrar los cuerpos desnudos de sus actores. El sexo también tiene esta doble percepción artística, que se lleva a cabo por una iconografía estética muy característica, diferenciando entre colores ligeros y aquellos más barrocos.
La dirección artística es sublime, ya que, con un presupuesto reducido, comparado a las grandes producciones, sabe establecer una ambientación gótica muy sugestiva. Desde las primeras secuencias, da esa sensación de estar ante una fábula macabra o un cuento oscuro. Gracias a ello, la película no se sostiene solo por la historia, sino por una creación audiovisual con personalidad, que causa interés en el público en sus distintas áreas. Por otro lado, la fotografía rema a favor, con secuencias donde la cámara retuerce la imagen y sorprende por obtener un resultado llamativo, fuera de lo convencional. Para terminar, hay que aplaudir el buen uso de la banda sonora, con una composición que ejerce de particular trovador de esta odisea excéntrica, pero sin dejar de lado un estilo más acorde a lo eclesiástico en las partes que lo requieren. Se envuelve al espectador en ese paisaje musical.
Conclusión
Saint-Narcissees una aventura excepcional que extrae perfectamente el concepto del mito de Narciso. Bruce La Bruce lo utiliza para crear un relato irreverente, cautivador y muy sensual. De igual manera, no cae en morbos innecesarios y mantiene un thriller con coherencia y verosímil en su propio universo. Félix-Antoine Duval está fantástico, con un uso de la expresividad corporal certera y una personalidad atrayente. Sus compañeros de reparto consolidan el trabajo artístico, en especial Andreas Apergis. Por otro lado, la creación estética y plástica de la imagen es cuidada, con un uso de la percepción artística muy específico y estableciendo una dualidad expresiva interesante. La música es maravillosa, envolviendo al espectador en esta fábula rocambolesca. La mitología del ego cobra vida en una historia sensual, misteriosa y con sello propio.
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Dónde se puede ver? No la encuentro en ninguna plataforma, y eso que es de hace tres años!