Este 3 de noviembre volvió a los escenarios la obra de teatro Señora de rojo sobre fondo gris, clásico de Miguel Delibes, con adaptación y dirección de José Sámano. Asimismo, el regreso no podía ser sin José Sacristán, quién vuelve a meterse en la piel de Nicolás, para hablar sobre la pérdida, el duelo y el amor. Una obra imprescindible que se ha convertido entre los montajes más destacados de la escena nacional. Se puede disfrutar hasta el 29 de diciembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid.
Título: Señora de rojo sobre fondo gris Título original: Señora de rojo sobre fondo gris
Reparto: José Sacristán
Duración: 85 min. apróx. Dirección: José Sámano Adaptación: José Sámano, José Sacristán e Inés Camiña Autoría original: Miguel Delibes
Director Técnico: Manuel Fuster
Técnico de iluminación/sonido: Manuel Fuster y Jesús Díaz Cortés
Gerente Compañía / Sastra: Nerea Berdonces
Maquinista / Regidor: Juan José Andreu
Ayudante de Producción: Pilar López “Pipi”
Secretaria de Producción: Pilar Velasco
Coordinadora de producción: Cristina Lobeto
Administración: Eli Zapata
Voz de Ana: Mercedes Sampietro
Autor cuadro: Eduardo García Benito
Ayudante de dirección Inés Camiña
Sonido: Mariano García
Diseño de vestuario: Almudena Rodríguez Huerta
Diseño de escenografía: Arturo Martín Burgos
Iluminación: Manuel Fuster
Directora de producción: Nur Levi
Producido por: José Sámano Producción: Sabre Producciones, Pentación Espectáculos, TalyCual e IslaMusa
Tráiler de 'Señora de rojo sobre fondo gris'
Sinopsis de 'Señora de rojo sobre fondo gris'
Un pintor, con muchos años en el oficio, lleva tiempo sumido en una crisis creativa. Desde que falleció de forma imprevista su mujer, que era todo para él, prácticamente no ha podido volver a pintar.
Estamos en el verano y otoño de 1975. La hija mayor de ambos está en la cárcel por sus actividades políticas, y es en esas fechas cuando surgen los primeros síntomas de la enfermedad de su madre que la hija vivirá desde dentro de la prisión. Es otro recuerdo permanente en la vida de su padre, que también ahora revive.
Señora de rojo sobre fondo gris es el relato de una historia de amor en camino desenfrenado hacia la muerte, que nos sitúa en aquella España con rasgos inequívocos, que nos habla de la felicidad y de su pérdida, y que llega a la intimidad de cada ser humano, y a su emoción, por el camino recto y simple de la verdad. (TEATRO BELLAS ARTES).
Y bajaron los ángeles
Miguel Delibes sigue vivo en el gran legado cultural que dejó tras de sí. Por ello, es lógico que cada vez que vuelve a los escenarios Señora de rojo sobre fondo gris se convierta en un absoluto éxito de público. Esta obra se ha convertido en un clásico que no pasa de moda, donde se transmite la dificultad de seguir adelante una vez se ha marchado el ser querido. A partir de un texto que goza de un rico nivel lingüístico, se disfruta de la musicalidad y hasta de la literatura que se halla en ella. Por tanto, se combina un estilo muy personal, que hace honor a Delibes, que hipnotiza a los asistentes con este monólogo íntimo, emocional y lleno de sensibilidad. Un ejemplo perfecto de cómo el cuidado del lenguaje no está en desfase, sino que es un reclamo para todo tipo de públicos.
Otro de los puntos a favor es cómo mantiene la cotidianidad y cercanía de la descripción dentro de la magnificencia de la lengua. De esta forma, el espectador conecta fácilmente con el protagonista, dado que la empatía que se fabrica es instantánea. Asimismo, hay que destacar que la manera de definir cada uno de los recuerdos acaba por servir como constructo de la imaginación, de componer lo que explica mediante la complicidad del público y así se formula una experiencia compartida. No obstante, hay partes que podrían no ser para todos los públicos, dado que parte desde una ejecución más compleja y densa. Sin embargo, si se aprovecha para disfrutarlo, para deleitarse con ello, se logrará transformar la percepción por una oportunidad para valorar la expresión en un sentido más completo. Tierna, desgarradora, profunda y llena de humanidad.
José Sacristán, un icono
Para muchos hablar de Señora de rojo sobre fondo gris es sinónimo de ver a José Sacristán sobre las tablas. Igual que sucede con Lola Herrera y "Cinco horas con Mario", el actor se ha convertido en un imprescindible en esta producción. Desde su entrada a escena, se vislumbra una concentración máxime, un respeto ante el montaje, no pudiendo despegar los ojos de su labor sobre el escenario. No hay ni un ápice de error, ejecuta desde la vivencia, desde la sinceridad de su expresividad, pone el alma sobre ello y se transforma en el médium perfecto entre su personaje, el texto y el público. Por lo que, no necesita de más elementos para llenar la escena, él la completa con la gran profesionalidad que le precede y que, sin duda, aquí sigue demostrando.
No es tarea fácil enfrentarse ante un escenario solo, siendo un reto a nivel dramático que permite lucirse si sabe aprovechar. En el caso de Sacristán, no busca ese fin de escaparate, pero el impacto que logra con sutilidad y elegancia está ahí. Por otro lado, la voz y el cuidado con el que la maneja es una maravilla. Una narración que deja obnubilado, podría oírse durante horas a Sacristán que seguiría causando ese efecto cautivador que se sucede sobre las tablas. Como detalle, su sensibilidad queda patente en cómo responde a las distracciones que pueden sucederse en el patio de butacas, mostrándose que es imprescindible que se mantenga el acuerdo de respeto que se firma al comienzo entre actor y espectador. Una interpretación que se debe ver al menos una vez en la vida.
Pasear por la memoria
El recuerdo que emana de Señora de rojo sobre fondo gris no solo viene por el relato lleno de emocionalidad que narra, sino por la historia que hay tras este montaje. Dirigido originalmente por el ya desaparecido José Sámano, se ha mantenido la columna vertebral y el simbolismo que hay en ella. Además, esta versión es todo un homenaje a Miguel Delibes, quien no pudo ver este montaje en vida. La construcción de la escenografía no escatima en detalle, ofreciendo distintos espacios que permitan transitar por los recuerdos del protagonista. No obstante, su mayor fuerte se produce en la manera de moverse por la escena, de una forma delicada pero firme, minimalista y completa, una muestra de la multitud de contrastes que se plasman con una gran efectividad. Así se le da el protagonismo necesario que tiene la palabra, sin dejar de dar una propuesta cuidada visualmente.
La estructura del texto toma un ritmo sosegado, como si se tratara de un viaje a fuego lento. Poco a poco va tomando cuerpo, combinando las partes más cotidianas con aquellas en las que hay pararse a entender el silencio. El tiempo es relativo en esta función, no es lento o rápido, no se guía por un dinamismo concreto, sino que se plantea desde un concepto más cercano a lo vivencial. Por ende, no es una pieza que busque la acción, sino más el sentir. Aun así, ha sabido medir los tiempos para equilibrar la intensidad y la tranquilidad del momento, con el silencio y también con la ligereza. Para terminar, el espacio sonoro contiene una preparación muy bien definida, el diseño de iluminación va moviéndose por el escenario de una forma tenue pero sabiendo donde posicionarse en todo momento. Como último comentario, el vestuario mantiene su iconicidad.
Conclusión
Señora de rojo sobre fondo gris es un clásico que sigue triunfando entre los espectadores por la excelente calidad de su texto. Sentimiento, poesía, musicalidad, un libreto que perdura y seguirá manteniendo su legado por años. José Sacristán sigue estando inmenso, comprometido y con un cuidado por su trabajo excelso, impresionante. La puesta en escena es un viaje vital, que envuelve al público en un tenue montaje que triunfa en el equilibrio de belleza, elegancia, ternura, cotidianidad y humanidad. Una obra imprescindible, de aquellas que hay que ver, mínimo, una vez en la vida.
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