Con Splitsville, Michael Angelo Covino vuelve a demostrar su talento para explorar las tensiones emocionales y los vínculos rotos con una mirada tan irónica como sensible. Tras el éxito de Cima a la amistad, el director se adentra en una comedia amarga donde el divorcio se convierte en el punto de partida para examinar las contradicciones del amor, la amistad y la imposibilidad de separarse del todo de quienes alguna vez fueron parte esencial de nuestra vida.
Crítica de 'Splitsville'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Splitsville
Título original: Splitsville
Reparto:
Dakota Johnson (Julie)
Adria Arjona (Ashley)
Kyle Marvin (Carey)
Michael Angelo Covino (Paul)
Nicholas Braun (Matt)
O.T. Fagbenle (Brent)
Simon Webster (Russ)
David Castaneda (Fede)
Charles Gillespie (Jackson)
Stephen Adekolu (Sutton)
Letitia Brookes (Oficial Lank)
Jessika Mathurin (Keri)
Marc Assiniwi (Guardia de seguridad universitaria)
Robin Guillen (Hombre con traje de neopreno)
Tyrone Benskin (Dr. Ott)
Nahéma Ricci (Antoneta)
Año: 2025
Duración: 100 min.
País: Estados Unidos
Director: Michael Angelo Covino
Guion: Michael Angelo Covino, Kyle Marvin
Fotografía: Adam Newport-Berra
Música: Dabney Morris, David Wingo
Género: Comedia. Romance
Distribuidor:
Tráiler de 'Splitsville'
Sinopsis
Cuando Ashley le pide el divorcio, el bonachón de Carey acude a sus amigos, Julie y Paul, en busca de apoyo. Su secreto para ser felices es un matrimonio abierto, pero Carey cruza la línea y hace que todas sus relaciones se conviertan en un caos.
Dónde se puede ver la película en streaming
Cuando el amor hace crack
Splitsville se desmelena en una comedia de enredos emocionales que no busca el gag fácil, sino el caos sentimental. Carey intenta copiar un modelo que no entiende y lo aplica con torpeza monumental, cruzando límites y metiéndose en relaciones que no sabe gestionar. Lo que en otras manos sería una sitcom previsible, aquí se transforma en una especie de espiral tragicómica donde cada intento de rehacerse provoca un lío nuevo. Su universo emocional, amistades, posibles romances y su identidad como exmarido, se convierte en un dominó que se cae pieza tras pieza.
Tras la cortina
Michael Angelo Covino dirige con un pulso que navega entre la incomodidad emocional y la comedia contenida, no se recrea en subrayados ni remates explícitos, deja que los personajes se hundan o floten casi por inercia, y eso aporta un tono muy terrenal. La puesta en escena evita artificios, se apoya en espacios cotidianos, creando un entorno reconocible donde las meteduras de pata duelen más porque parecen posibles.
Covino tiene buena mano para los silencios, sabe cuándo dejar que un gesto diga lo que un diálogo no puede, y aunque Splitsville no rompe moldes narrativos, se nota que hay intención de huir de la caricatura. Lo que sí se echa de menos es una dirección más afilada en los tramos centrales, donde el ritmo titubea y alguna escena se estira más de la cuenta.
Corazones rotos y bocas torpes
El reparto sostiene Splitsville mejor que el guion en algunos tramo, Kyle Marvin, que encarna a Carey, consigue que uno empatice incluso cuando se equivoca a lo grande. Hay una humanidad torpe en su forma de moverse por el mundo que lo hace reconocible, todos hemos conocido a alguien así o hemos sido esa persona en silencio.
Dakota Johnson y el propio Michael Angelo Covino funcionan como un contrapunto curioso, no idealizan su matrimonio abierto, pero lo defienden con la suficiencia de quien cree que ha descifrado el secreto de la convivencia moderna. Sus escenas rebosan química y un tipo de comicidad basada en microgestos y miradas, más que en frases ingeniosas. Adria Arjona, aunque menos presente, evita caer en el tópico de “la ex gruñona”. En conjunto, nadie sobreactúa, y eso permite que incluso los momentos más alocados mantengan cierta credibilidad emocional.
Detalles que hablan
Splitsville no apuesta por un artificio visual llamativo, la fotografía es funcional, casi invisible, lo que encaja con el tono realista de la historia, los colores neutros y los interiores algo apagados refuerzan la sensación de crisis doméstica y emocional.
Hay algún plano secuencia discreto que aporta fluidez a las escenas corales, pero nada que intente robar protagonismo al drama humano. El montaje, aunque mayormente correcto, sufre algún bache de ritmo, a veces las transiciones parecen más pausadas de lo necesario y hacen que el chiste o el conflicto pierda pegada.
Conclusión de 'Splitsville'
Splitsville no pretende revolucionar el género ni dejar frases para la posteridad, pero sí retrata con acierto cómo lidiamos, o no, con la ruptura, la amistad y las nuevas reglas afectivas. Es una película que vive más de sus personajes que de su argumento, y eso es tanto una virtud como una limitación.
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