Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), es una miniserie proveniente de los Países Bajos y perteneciente al género biográfico, mezclado con acción policíaca. Retrata varios momentos de la vida de Stanley Hillis, un afamado criminal cuya muerte sigue siendo un misterio. El protagonista es Jeroen Spitzenberger, actor no muy conocido fuera de su país. Lo mismo ocurre con otros miembros del reparto: Sieger Sloot, Vincent Linthorst o Juliette Van Ardenne. El director de la serie es Tim Oliehoek, realizador con alguna experiencia anterior en el cine de acción. La producción consta de 4 episodios de menos de una hora. En España, se podrá ver en Filmin a partir del 16 de Febrero.
Crítica de 'Stanley, retrato de un criminal'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Stanley, retrato de un criminal
Título original: Stanley H.
Reparto:
Jeroen Spitzenberger (Stanley Hillis)
Jochum ten Haaf (Ewald Polmans)
Sieger Sloot (Jasper Maas)
Kendrick Etmon (Lennie Breeveld)
Vincent van der Velde (Marcel Schulte)
Juliette van Ardenne (Annemoon)
Vincent Linthorst (Dick Beumer)
Sofie Hoflack (Sophia)
Steef Cuijpers (Arnold Kortekaas)
Arend Brandligt (Kees van Amstel)
Vincent Lodder (Jeroen Laan)
Año: 2019
Duración: 52 min.
País: Países Bajos (Holanda)
Director: Tim Oliehoek
Guion: Jan Harm Dekker, Robert Jan Overeem
Fotografía: Coen Stroeve
Música: Bart Westerlaken
Género: Drama. Biográfico
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'Stanley retrato de un criminal'
Sinopsis
Stanley, retrato de un criminal retrata la vida de uno de los delincuentes más populares de los Países Bajos en los años 90. Ladrón de bancos, narcotraficante sin fronteras, su misteriosa muerte en 2011, cuando fue liquidado ante la presencia de la policía holandesa, sigue siendo un enigma a día de hoy. (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un criminal polivalente
Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), es una serie biográfica con una técnica impresionista. Es decir, cada capítulo es como una pincelada suelta, representativa del delincuente biografiado. El sujeto en cuestión se llama Stanley Hillis (Jeroen Spitzenberger), neerlandés de ascendencia canadiense. Su currículum incluye acciones delictivas de lo más heterogéneas, desde atracos de bancos, fugas carcelarias dignas del más hábil escapista, y narcotráfico a gran escala.
Por otra parte, no cometemos spoiler si decimos que su muerte sigue siendo un misterio. De hecho, es lo primero que se ve en la serie, y en la sinopsis consta claramente. Stanley Hills fue asesinado delante de la policía por unos pistoleros desconocidos. Cada capítulo tiene un tono coherente pero distinto. De este modo, un capítulo nos muestra los inicios de Stanley como atracador jovial y casi dicharachero, renuente a usar la violencia y con cierto encanto personal.
Otros capítulos muestran el paso decisivo y fatal, en el que Stanley decide meterse más y más en actividades cada vez más lucrativas, pero también más graves y peligrosas. Así llegamos al narcotráfico, a la borrachera de millones, y al orgullo que precede a la caída. El hecho de que cada segmento de historia tenga una índole propia quizá quite algo de fuerza al conjunto, pero estamos más una elección narrativa que ante un fallo. De este modo, se prefiere dar un imagen basada en fragmentos significativos, y no en una historia continua.
Un toque local
Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), además de mostrar la biografía de un hombre, también es una radiografía de ciertos aspectos de la historia moderna de los Países Bajos. Y ahí quizá empezamos a perdernos un poco. No tenemos un sustrato previo de información sobre la fama, impacto y seguimiento que tuvieron las acciones de Stanley Hills. Bien es cierto, que para eso está la narración. Pero según decíamos en el anterior apartado, la narración tiende a fragmentarse, a ir a salto de mata. Stanley, retrato de un criminal, está hecha para un público conocedor, al menos en parte, de las fechorías. Es decir, que un habitante de los Países Bajos se quedará con la copla mejor que nosotros, y llenará mejor los intersticios de información que algunas veces se da por supuesta.
Eso sí, la idea general queda clara y nos podemos hacer una composición. Por ejemplo, la actuación de la policía, según se cuenta al menos, fue equivoca y torpe en muchos aspectos. Tan solo el inspector Ewald Polmans (Jochum ten Haaf), a lo largo de los años y con una mezcla de perseverancia y oficio, será un rival digno de Stanley. Otra idea general, común en el noir y en el policíaco, es la corrupción casi sistémica. Desde la policía a los funcionarios de aduanas.
Stanley Hills se presenta como alguien peculiar. En sus inicios fue algo bufonesco y desafiante. Como hito de la televisión holandesa queda una entrevista que concedió, convenientemente disfrazado, a un informativo hablando sobre sus atracos y sus métodos de evasión carcelaria. Así pues, dado que la carrera de Stanley fue larga (unas tres décadas) y no exenta de peculiaridades, no es de extrañar el interés que pueda suscitar su historia en los Países Bajos.
Desarrollo de Stanley, retrato de un criminal
Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), tiene un buen ritmo. Esa precisamente es una de sus ventajas, apenas tiene tiempos muertos, siempre está sucediendo algo. La fase de presentación tiene cierta frescura. Stanley Hills es todavía un atracador con no demasiada experiencia, pero con inteligencia y desparpajo. También vamos conociendo sus relaciones de amistad y sus amores. A decir verdad, el ritmo quizá es demasiado rápido. En apenas veintitantos minutos ya le hemos vistos atracar, conocer a su primera relación, tener un hijo, y naufragar como padre. Es todavía un hombre al que no gusta usar la violencia y no quiere traspasar ciertas líneas.
Después llega la fase de la opulencia, de los negocios cada vez más sucios, y el dinero a espuertas desordenando su vida. Ojo a los fiestorros en España a principios de los noventa, en un lujurioso chalet, en plan bacanal hortera, y con bakalao sonando de fondo. Es también la época de la decadencia, del desapego a la realidad. Un poco El lobo de Wall Street de baratillo. De hecho uno de los compinches de Stanley, Dick Beumer (Vincent Linthorst), por lo cargante, podría ser el equivalente del personaje de Jonah Hill en la película de Scorsese.
Después, ya se sabe. Cada vez más cuesta abajo, la policía cada vez más cerca, rencillas entre compinches, hasta desembocar en un última fase ya otoñal, etc. No hay nada particularmente sorprendente, las escenas de acción son esporádicas y no particularmente espectaculares, y la mítica que se trata de crear alrededor de Stanley funciona a medias. Nos resulta un personajes curioso e inteligente y poco más.
Factura y actuaciones
Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), tiene una factura un tanto grisácea. Refleja los ambientes sórdidos de Ámsterdam, La haya o Haarlem. Curiosamente parece ir acorde con la época. Los inicios, finales de los 70 y principios de los 80, son menos sofisticados visualmente, con una factura a ras de tierra. Al llegar a épocas más contemporáneas la imagen se va sofisticando. En cualquier caso, no hay nada llamativo en este aspecto. Si acaso, una buena y creíble ambientación de época. El montaje es algo confuso, no solo por los saltos que da, también por cierto desorden cronológico que en algún momentos puede conducir a confusión.
La actuación más destacada, con distancia, es la de Jeroen Spitzenberger como Stanley Hills. Su rostro recio aporta una dureza apropiada al personaje, pero también refleja carisma e inteligencia. Es un hampón creíble. Sus dos acólitos, Jasper Maas (Sieger Sloot) y Dick Beumer (Vincent Linthorst) no pasan de ser comparsas sin demasiado encanto. Algún interés tiene el policía Ewald Polmans (Jochum ten Haaf), como principal némesis de Stanley.
La serie tiene todos los elementos necesarios del género policial y de gánsteres. No hay que esperar, aun así, demasiados tiroteos y persecuciones. Se centra más en la planificación y consecución de chanchullos, en la intriga y en la evolución del personaje. Es una combinación interesante, pero que adolece de algo de sazón que contrarreste el tono algo frío de la serie.
Conclusiones de 'Stanley, retrato de un criminal'
Stanley, retrato de un criminal (Stanley H), es una serie especialmente indicada para los aficionados al género policial, y a las tramas de narcos. Los puntos de interés son la sólida actuación de Jeroen Spitzenberger, un buen ritmo, y una aproximación al hampa de los Países Bajos a la que no solemos tener acceso.
Los cuatro capítulos se hacen breves, y cada uno supone un pasaje de la historia de Stanley Hills. Apunta algunos indicios al misterio de su muerte, pero al respecto no es resolutiva. En el debe, la falta de mordiente y de sex appeal de un conjunto algo gris, que además tiene un montaje no del todo claro.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM