Irene Moray nació en Barcelona en 1992. Hoy, apenas veintiséis años después, alcanza la nominación al Goya por su cortometraje Suc de síndria, delicia que remata así la gira de festivales y premios de la que ha disfrutado.
Crítica de Suc de Síndria
Resumen
Ficha Técnica
Título: Zumo de sandía
Título original: Suc de síndria
Reparto:
Elena Martín (Bárbara)
Irene Contreras (Silvia)
Sergi Vilá (Gerard)
Max Grosse Majench (Pol)
Año: 2019
Duración: 22 min.
País: España
Director: Irene Moray
Guion: Irene Moray
Música: Nico Roig
Fotografía: Irene Moray
Género: Drama
Productora: Distinto Films
Tráiler de 'Suc de síndria'
Sinopsis de 'Suc de síndria'
Bárbara y Pol se van unos días de vacaciones. Rodeados de naturaleza y amigos, buscan pasarlo bien y a la vez encontrar un espacio tranquilo para disfrutar de su intimidad. Con el apoyo de Pol, en medio de la naturaleza, entre lágrimas y risas, Bárbara aprende a soltarse, sanar viejas heridas y redefinir su sexualidad. (DISTINTO FILMS)
Premios
- Premios del Cine Europeo: Nominado a Mejor cortometraje. 2019
- Premios Goya: Nominado a Mejor cortometraje de ficción. 2019
- Premios Gaudí: Nominado a Mejor cortometraje. 2019
De Berlinale a los Goya
Esta joven catalana amante del cine, se trasladó a Berlín a probar fortuna. Allí compaginaba pequeños empleos como limpiadora con otra gran pasión; la fotografía, donde ya había hecho sus pinitos. Su primer cortometraje, Bad lesbian, ganó el festival de jóvenes directores FiSH. Este premio fue el que le permitió crear su segundo trabajo; Suc de síndria.
Presentado en la reconocida Berlinale, su escalada ha pasado por las nominaciones en los European Film Awards y los premios Gaudí. Además de la sección oficial de cortometrajes del Festival de Londres o, entre otros, el de Málaga, donde Elena Martín fue premiada como mejor actriz.
El jugo de la historia
En Suc de síndria apenas hay una trama que resumir, ni la necesita. Pero si hay conflicto. Y un villano, uno latente, sin sutilezas o florituras. Como también hay una heroína, con un fiel acompañante.
Bárbara (Elena Martín) es una joven que se encuentra en el proceso de superar un suceso traumático. Para conseguirlo, deberá tomar las riendas de su cuerpo y de si misma para, irónicamente, soltarse y dejarse llevar. Acompañada por su novio Pol (Max Grosse), disfrutará de una escapada al campo con su grupo de amigos, donde el escenario será un personaje más. Visitarán un idílico y acogedor paraje donde pasear y que Bárbara deje envolver su cuerpo por el agua que la rodea, apacible, como si lamiera con cuidado su piel.
Y es que Bárbara es una mujer divertida y espontánea. Es sexy en sus movimientos, pero sin prestarse atención, sin amarse, sin explotarse… sin darse cuenta. Bárbara es la lucha interna de dos mujeres; la que era antes y la que es después. Por eso se funde con una naturaleza silenciosa, un escenario apacible, de una belleza suave y discreta. Con una fuerza sutil pero imparable. Y la unión funciona, porque los elementos de una y otra se graban a fuego en la mente del espectador.
Con el amor de fondo
Suc de síndria es un cortometraje pensado para ser bonito, sensual y certero. Por supuesto, Bárbara es quien marca los tiempos en todo momento. Poco más sabemos de ella o de su relación con Pol, salvo lo que en realidad importa; que se aman y se apoyan. El grupo de amigos que les acompañan hacen su labor en el momento justo. ¿Son compañeros de escuela?, ¿amigos de toda la vida? No importa en realidad. No es relevante. Son un grupo de roles algo tópicos que resumen, en una escena, las opiniones y desvaríos que se escuchan sobre un tema muy recurrente y preocupante en la actualidad.
Irene Moray no se anda por las ramas, sabe hacia dónde debe enfocar para que el cóctel funcione. Elena Martín trata a su personaje, Bárbara, con delicadeza pero con mucha precisión; desde esa estupenda risa nerviosa hasta sus respiraciones al llorar. La química cómplice con Max Grosse funciona a la perfección y sus escenas están cargadas de un erotismo llano, del de caras raras y saliva perdida, con un romanticismo realista pocas veces plasmado con tanta aparente naturalidad.
Es curiosa la evolución que nos muestran; como el guión marca claramente las pautas del proceso, los pasos a seguir. Siendo el de decirlo en voz alta el que desemboca en, precisamente, el Suc de síndria (el jugo de sandía), una metáfora suave al paladar, veraniega, fresca y colorida.
Conclusión
Hay que disfrutarlo y saborearlo, como una primera tarde de verano, cuando enseguida refresca y, aun así, no queremos irnos.
Ahora, con su reciente nominación a los Premios Goya, esperamos que muchos más se animen a disfrutar de este cortometraje del que se sale con una sonrisa agria y la respiración entrecortada. Porque hay que regodearse en el talento de Irene Moray y saborear el de Elena Martín, quienes estoy segura de que exprimirán al máximo el jugo del merecido éxito de este cortometraje.
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