Woody Allen convirtió Sueños de un seductor en una película en 1972. Aunque para entonces contó con Herbert Ross como director, dado que él únicamente ejerció de guionista y protagonista. El film se basa en la obra teatral homónima de Allen, que había sido un gran éxito en Broadway. Además de la referencia a "Casablanca", de Michael Curtiz, el film contó con homenajes a varios géneros de cine europeo. También se vieron guiños a otros filmes como "El sueño eterno", de Howard Hawks. Hay que destacar que fue la primera película de Allen junto a Diane Keaton. Por otro lado, gracias a este film, se popularizó la frase "Tócala otra vez, Sam", que realmente no pertenece al film de Curtiz, sino a la propia obra de Allen y erróneamente atribuida a la cinta de 1942. En España se estrenó originalmente el 15 de enero de 1973.
Puedes leer también nuestra crítica de la versión teatral de Sueños de un seductor realizada por Ramón Paso en el Teatro Lara, pulsando aquí.
Crítica de 'Sueños de un seductor'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Sueños de un seductor
Título original: Play It Again, Sam
Reparto:
Woody Allen (Allan)
Diane Keaton (Linda)
Tony Roberts (Dick)
Jerry Lacy (Bogart)
Susan Anspach (Nancy)
Año: 1972
Duración: 87 min
País: Estados Unidos
Dirección: Herbert Ross
Guion: Woody Allen
Música: Billy Goldenberg
Fotografía: Owen Roizman
Género: Comedia
Distribución: Paramount Pictures
Tráiler de 'Sueños de un seductor'
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Sinopsis de 'Sueños de un seductor'
Sueños de un seductor es una película que nos presenta a Allan Felix (Woody Allen), un cinéfilo que sufre una extraña y recurrente alucinación: Humphrey Bogart le da consejos sobre cómo seducir a las mujeres. Dick y Linda (Roberts y Keaton), un matrimonio amigo suyo, le presentan a varias chicas, pero Allan tiene tan poca confianza en sí mismo, por lo que todas sus citas resultan un fracaso. (FILMAFFINITY).
Donde se puede ver la película
Tócala otra vez, Sam
Woody Allen es uno de los directores de comedia más consolidados del séptimo arte. Aunque sí bien es cierto, hay una parte importante de los espectadores que destacan sobre todo su primera etapa. Con Sueños de un seductor el realizador ejerció de guionista de la adaptación de su propia obra teatral al cine. Por lo cual, Allen supo acondicionar totalmente el lenguaje del teatro al del cine y que no chirriase en ningún momento. Al ver el film, no se percibe o se intuye que se trate de una obra de teatro, algo fundamental, dado que no siempre se consigue dicho resultado. Además, mantiene todos los elementos comunes. Se añade una extensión más interesante a este universo, con una multitud de situaciones pintorescas e hilarantes que hacen del libreto una auténtica delicia.
Mantiene la irreverencia y lo estrambótico de su personaje principal, que, conjuntamente, forma un tándem espléndido con el personaje de Linda y con el propio Bogart. La inclusión de una idealización de la masculinidad, representada por el actor de “Casablanca”, se convierte en un buen eje de abordaje sobre las relaciones personales y la dificultad de los sentimientos. Por otra parte, esa búsqueda de hablar de las imperfecciones, de las inseguridades y de la importancia de encontrar la identidad propia hace que no se quede en una mera maraña de situaciones rocambolescas y humorísticas. Sin duda, un indicativo de la calidad de Allen como guionista. Luego, no se puede hablar de este film sin mencionar las referencias cinematográficas que se dan a lo largo de la película. Este punto narrativo es excelente, muestra de forma apropiada la visión irreal de la problemática que presenta su personaje protagonista.
Tres no son multitud
En Sueños de un seductor el espectador se encuentra a un joven Woody Allen que, por entonces, no era tan conocido por la concepción de sus papeles protagonistas. No se puede negar que el cineasta tiene un leitmotiv en sus personajes principales y en su preocupación sobre las relaciones amorosas, sexuales y sus particularidades. En esta ocasión, Allen se mete en la piel de Allan y lo hace de una forma tan orgánica y real que parece un personaje hecho a medida para el realizador. Asimismo, hay un buen uso de la expresión física, además de la gestual. Otro de los puntos que hay destacar del trabajo actoral de Allen es la facultad de tener buena dicción, algo que no siempre ocurre, dado que la entonación en sus diálogos más energéticos le da un punto de acción a través de la voz muy oportuno.
La otra gran estrella del film es Diane Keaton, la cual demuestra una vez más la razón por la que es una de las grandes musas de Allen. Desde el principio, la actriz muestra una luz muy personal. Tiene una forma de moverse en pantalla impresionante, que acompaña a una actuación llena de verdad. Entiende a la perfección la naturaleza de su personaje. Por esta razón, la actriz sabe entrar en la locura de este universo tan personal, pero sin forzar su interpretación ni excederse en el humor que utiliza. No siempre es tan fácil controlar el no caer en lo excesivo y Keaton lo hace a la perfección. Luego, Tony Roberts se mantiene en un perfil más secundario, pero, aun así, mantiene una buena sintonía con el resto de sus compañeros. Lo mismo ocurre con el resto de intérpretes que forman parte del largometraje.
En el séptimo arte
Sueños de un seductor es una película que se mueve por la metaficción. Se ve la historia principal, con un desempeño técnico que busca la cotidianidad. Siempre se aborda desde ese punto de peculiaridad que da coherencia artística a la personalidad del personaje y a la imagen fabricada en el largometraje. Luego, esa espectacularidad en las referencias cinematográficas. Las recreaciones fantasiosas de su personaje permiten que haya una buena diferenciación entre las dos realidades. Gracias a ello, el espectador no se pierde en ningún momento y puede ver cómo se entremezclan entre sí sin mayor conflicto. De esta manera, se juega con ese contraste de secuencias, entre las que se mueve lo onírico de lo real, lo perfecto de lo que no lo es, dando una mayor sensación de viveza y de continua acción.
Después, la dirección artística ha sabido cuidar los detalles de los distintos escenarios que se muestran en el film, incluidos los exteriores. Por lo cual, da un efecto de mayor espacio y una extensión del movimiento. En consecuencia, la cámara ha sabido colocarse y dar una consecución de planos y secuencias que no se mantienen estáticas, sino que navegan por todo ese remolino de situaciones. Por otra parte, el montaje permite que se siga un esquema rápido, resolutivo y con un gran dinamismo. No se percibe que el ritmo se estanque. A la par, el espectador obtiene una percepción de cohesión y continuidad, que, además, se junta con una noción de ligereza, que se agradece al ser una comedia. Por último, el final es apoteósico, un buen cierre que resume todo el sello del propio el film y deja al espectador con un buen sabor de boca.
Conclusión
Sueños de un seductor es una película estupenda, que expande aún más la versión teatral original. Además, se demuestra por qué Woody Allen, desde hace muchos años, es un gran contador de historias. Desengrana la dificultad de las relaciones amorosas, pero sin perder lo rocambolesco que emana de la concepción de sus personajes. Después, el tándem Allen-Diane Keaton es impresionante, marcando un dúo cinematográfico que después seguiría teniendo un brillo especial. Saben equilibrar energías a la perfección. Por otro lado, el despliegue técnico goza de dinamismo. Un buen montaje que mantiene el nivel en todo momento con una buena creación creativa en torno a las referencias cinematográficas y un final extraordinario. Una comedia onírica de la búsqueda de la identidad, que se mantiene viva en todo momento, y se mezcla a la perfección con el humor tan propio de Allen.
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