Astrid Rondero y Fernanda Valdez, se confirman como unas de las voces más importantes del cine latinoamericano. Después del éxito cosechado por todo el mundo con Sin señas particulares con Sujo vuelven a repetir su camino de gloria y logran convencer al público con su propuesta obteniendo Premios en Sundance, San Sebastián y Morelia. Estreno en salas de cine españolas el 25 de abril de 2025.
Crítica de 'Sujo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Sujo
Título original: Sujo
Reparto:
Juan Jesús Varela (Sujo)
Yadira Pérez (Nemesia)
Sandra Lorenzano (Susan)
Karla Garrido (Rosalia)
Jairo Hernandez (Jeremy)
Alexis Varela (Jai)
Kevin Aguilar (Sujo niño)
Año: 2024
Duración: 126 min.
País: México
Director: Fernanda Valadez, Astrid Rondero
Guion: Fernanda Valadez, Astrid Rondero
Fotografía: Ximena Amann
Música:
Género: Drama. Familia
Distribuidor: Surtsey Films
Tráiler de 'Sujo'
Sinopsis
Después de que un sicario de un cartel de un pequeño pueblo mexicano es asesinado, Sujo, su amado hijo de cuatro años, queda huérfano y en peligro. Sujo escapa por poco de la muerte con la ayuda de su tía, quien lo cría en el campo aislado en medio de dificultades, pobreza y el peligro constante asociado con su identidad. Cuando llega a la adolescencia, despierta en él una rebeldía y, como un rito de paso, se une al cartel local. De joven, Sujo intenta rehacer su vida, lejos de la violencia de su pueblo natal. Sin embargo, cuando el legado de su padre lo alcanza, se enfrentará cara a cara con lo que parece ser su destino. (Surtsey Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
La sombra de un destino
La historia de Sujo se teje con hilos de tragedia y esperanza, como si el guion quisiera recordarnos que incluso en el barro puede brotar algo verde. Huérfano desde la infancia, el protagonista crece bajo el ala de una tía que lucha por alejarlo del monstruo del mundo de los narcos.
El mérito de la trama está en su equilibrio, no juzga, no idealiza. Sujo cae en el cartel, sí, pero no como villano ni mártir, es un adolescente que, ante la ausencia de opciones, elige sobrevivir. Sin embargo, el filme evita el derrotismo, hay un giro hacia la redención que, aunque frágil, brilla como esos atardeceres polvorientos de los pueblos, efímero, pero real.
El arte de lo no dicho
Fernanda Valadez y Astrid Rondero dirigen como si sus cámaras fueran cómplices, no intrusas, no hay planos espectaculares ni secuencias épicas; prefieren los detalles que hablan sin gritar, una mano que duda antes de empuñar un arma, el crujir de una puerta vieja, el silencio incómodo entre una pregunta y su respuesta, es una dirección que confía en el poder de lo íntimo, en lo que se esconde tras las miradas.
No pasa nada, y a la vez pasa todo, la cámara no se mueve, no necesita hacerlo, es en esa quietud donde la película encuentra su fuerza.
Verdades en carne viva
El joven que da vida a Sujo actúa con una naturalidad que duele, no hay grandilocuencia en su interpretación, solo pequeños gestos que delatan el miedo, la rabia y, finalmente, la determinación.
Pero es la tía quien roba escenas sin esfuerzo, no es la figura maternal idealizada, es ruda, cansada, con uñas sucias y risa áspera, sin embargo, en cada mirada que le lanza a Sujo hay más amor que en mil discursos. El elenco, en general, parece haber entendido que menos es más, actúan como si no estuvieran actuando.
La belleza de lo austero
La fotografía de Sujo es un personaje más, los tonos apagados no solo retratan el entorno, sino el estado anímico de la historia. El sonido, casi minimalista, apuesta por los ruidos cotidianos, cuando aparece la música, rara vez, es un lamento de guitarra que se funde con el viento. El montaje, por su parte, no persigue el ritmo acelerado de las plataformas; respira, se toma su tiempo, como si supiera que algunas heridas necesitan minutos de silencio para sanar.
Conclusión de 'Sujo'
Sujo no es una película fácil, ni quiere serlo, duele, incomoda y a veces se siente como caminar descalzo sobre piedras, pero ahí radica su valor, en negarse a convertir el dolor en espectáculo, en mostrar la violencia no como excepción, sino como rutina. Las directoras no ofrecen soluciones grandilocuentes, pero sí plantean una pregunta incómoda, ¿cuántos Sujos hay ahí fuera, y qué estamos haciendo por ellos?
Con actuaciones sobresalientes, una dirección que privilegia la emoción sobre el impacto y una fotografía que duele por su belleza cruda, esta cinta confirma que el cine social puede ser arte sin dejar de ser denuncia.
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