Tan solo el fin del mundo, la obra más traducida de Jean-Luc Lagarce, llega a las tablas españolas bajo la batuta de Israel Elejalde. Una coproducción de Teatro Español y Teatro Kamikaze que se estrenó en noviembre de 2023 en Las Naves del Español y ha seguido girando por toda España. El pasado 17, 18 y 19 de mayo se representó en el Teatro Arriaga de Bilbao.

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Tan solo el fin del mundo obra

Crítica de 'Tan solo el fin del mundo'

Ficha Técnica

Título: Tan solo el fin del mundo
Título original: Juste la fin du monde

Reparto:
Irene Arcos
Yune Nogueiras
Raúl Prieto
María Pujalte
Eneko Sagardoy
Gilbert Jackson

Duración: 95 min. apróx.
Dirección: Israel Elejalde
Autoría original: Jean-Luc Lagarce
Traducción: Coto Adánez
Diseño espacio escénico:
Monica Boromello
Iluminación:
Paloma Parra
Diseño de sonido:
Sandra Vicente
Diseño de vestuario:
Sandra Espinosa
Composición musical:
Alberto Torres
Diseño de videoescena:
Pedro Chamizo
Producción ejecutiva (Teatro Kamikaze):
Pablo Ramos Escola
Dirección de producción (Teatro Kamikaze):
Aitor Tejada y Jordi Buxó
Ayudante de dirección:
Pilar Valenciano
Distribución: Caterina Muñoz Luceño
Producción: Teatro Español
y Teatro Kamikaze

Tráiler de 'Tan solo el fin del mundo'

Sinopsis de 'Tan solo el fin del mundo'

Jean-Luc Lagarce escribe la obra Tan solo el fin del mundo en Berlín en 1990. Poco tiempo antes había recibido la noticia de que había contraído el VIH. Por aquel entonces, este virus era, no solo el causante de una enfermedad con unos índices de mortalidad muy elevados, sino también un estigma que te dejaba marcado.

Es imposible no relacionar este hecho fatídico con la escritura de la pieza. Podríamos decir que el elemento autoficcional está presente desde el comienzo. Louis, su protagonista, dice tener la misma edad que Lagarce, 34 años, y reconoce tener la muerte cerca, en un año exactamente. Sin embargo, no es una obra de autoficción. Ni siquiera es una obra sobre la muerte o, desde luego, no solo sobre la muerte. El elemento central es la familia. Ese ámbito que nos vertebra por confirmación o por rechazo.

Louis ha huido de esa familia durante años. Los ha abandonado. Escapa de allí para construir una vida nueva a espaldas de la familia en la que creció. Y cuando recibe la noticia de su inminente muerte, decide volver como el hijo pródigo para, dice él, comunicar su muerte. Buscando no se sabe muy bien qué: ¿el cierre de un ciclo?, ¿el perdón por su ausencia?, ¿el calor de aquellos a los que ha renunciado pero que le seguirán siendo fieles en estos últimos pasos de su vida?, ¿el reencuentro con ese paraíso perdido que es la infancia? Louis no conseguirá comunicar la noticia, pero les dará la oportunidad a ellos −su madre, sus hermanos y su cuñada− de mostrarles lo que ha significado su ausencia y el dolor que les ha provocado. (TEATRO ESPAÑOL). 



Tan solo el fin del mundo obra
Foto de Vanessa Rábade

La soledad, la familia y la muerte

Todo gira en torno a la familia y a Louis (Eneko Sagardo) el hijo pródigo que regresa a la casa familiar tras pasar años desaparecido y sin contacto con ningún miembro de la familia. La razón de su vuelta al lugar del que huyó solo la conoce el público y eso nos convierte en compinches directos de Louis, no solo porque vaya a morir (o ya esté muerto) sino porque compartir un secreto es un lazo de unión. Quizás también una pequeña trampa. Cómplices, compañeras, amigos de un hombre relativamente joven al que resulta difícil intuir de tan hermético. El corazón tiene razones.

La llegada de Louis resulta incómoda, áspera, fría. Desagradable para toda la familia, quizás solo Suzanne (Yune Nogueras), la hermana pequeña, recibe con cierto agrado la novedad que supone reencontrarse con su hermano mayor. Ella no atesora los rencores que sí se perciben en el resto de la familia, porque, aunque ha sufrido las consecuencias de su ausencia, y así lo demuestran sus reproches, no hay odio en sus palabras.

Su hermano Antoine (Raúl Prieto) sin embargo, está a punto de vivir uno de los peores momentos de su vida y así se lo hará saber a Louis, a quien no esperaba volver a ver y a quien, tras la visita, no verá más. Un acierto la elección del actor Raúl Prieto para este papel que destila emoción y tensión, violencia en un espacio que se vuelve pequeño ante su impotencia.

Teatro Arriaga
Foto de Vanessa Rábade

Del Arriaga al fin del mundo

La ciudad de Bilbao acoge la obra Tan solo el fin del mundo durante tres días y ha sido todo un privilegio disfrutar de esta obra en uno de los teatros más bellos de España. Todo suma, porque, además, el elenco y el texto de Lagarce no se merecen un escenario mejor.

La adaptación de Israel Elejalde cuenta con algunos elementos destacables que intensifican la poesía de la que el propio texto es simiente, como es la fantasía del bailarín Gilbert Jackson como alter ego de Luois y la banda sonora de Alberto Torres. Las imágenes del elenco reflejadas al fondo nos transportan a un pasado que la obra no desvela del todo. Una madre (María Pujalte) fría y falsamente conciliadora, o quizás no falsamente, una cuñada (Irene Arcos) nerviosa y no se sabe si algo temerosa de su marido completan el retablo familiar al que Louis no termina de dar la noticia motivo del viaje.

Tan solo el fin del mundo ha sido un reto para Eneko Sagardo según él mismo contaba en el programa de radio La flor de la canela al día siguiente del estreno en el Teatro Arriaga. Un personaje complejo basado en la propia figura de Jean-Luc Lagarce y en su último año de vida.

Tan solo el fin del mundo sigue girando y podrá verse el 25 de mayo en Madrid y el 7 y 8 de junio en Las Palmas. Si están cerca, no se la pierdan.

Tan solo el fin del mundo obra
Foto de Vanessa Rábade

Conclusión

Si Lagarce escribía para no estar solo, otras seguimos acudiendo al teatro por lo mismo. Es una cuestión casi de pura supervivencia, aunque puede ser tomado como un esnobismo simplón. En cualquier caso, todos somos libres de opinar y de ser opinados, de juzgar y ser juzgados y aprendemos a sobrellevarlo desde la más tierna infancia.

La familia nos ayuda a querernos a la fuerza, a base de reproches y castigos, ni Lagarce ni Chéjov han inventado nada y lo han inventado todo y te das cuenta cuando los ves en escena.

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