El propio Antón Chéjov lo dijo: “La felicidad no existe. Lo único que existe es el deseo de ser feliz”. Con reconocida experiencia en las obras del célebre autor ruso, dado que previamente había adaptado el cuento La dama del perrito en la obra El juego de Yalta y llevó a las tablas la novela Tres años, la compañía Guindalera ahora se atreve con Tío Vania, uno de los títulos cumbre del dramaturgo. Desde el 18 de enero hasta el día 28 en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa.



Tío Vanie en el Teatro Fernán Gómez

Crítica de 'Tío Vania'

Ficha Técnica

Título: Tío Vania
Título original: Дядя Ваня – Dyadya Vanya

Reparto:
Luis Flor (Vania)
Alejandro Tous (Astrov)
María Pastor (Elena)
Gemma Pina (Sonia)
Aurora Herrero (María)
José Maya (Serebriakov)

Duración: 105 min. apróx.
Dirección: Juan Pastor
Versión: Juan Pastor
Autoría original: Antón Chéjov
Espacio escénico:
Juan Pastor
Escenografía:
María de Alba
Iluminación:
Raúl Alonso
Espacio sonoro:
Pedro Ojesto y Marisa Moro
Vestuario:
Teresa Valentín-Gamazo
Diseño gráfico:
María de Alba
Prensa:
Manuel Benito
Producción: Compañía Guindalera

Tráiler de 'Tío Vania' 

Sinopsis de 'Tío Vania'

En el Tío Vania de la compañía Guindalera, los personajes narran lo que sucedió años atrás en la hacienda en la que vivían y trabajaban duramente Vania y su sobrina Sonia. Junto a ellos vivía la madre de Vania, María; y también recibían de vez en cuando la visita de Astrov, un médico de quien Sonia estaba enamorada. La hacienda la había aportado al matrimonio con Serebriakov su primera mujer, madre de Sonia y hermana de Vania, y ya fallecida; por tanto, la propiedad pertenecía a Sonia, pero era administrada por Serebriakov, a quien cada mes Vania y Sonia enviaban las rentas. Serebriakov un día decide pasar unos días en la hacienda con una propuesta que hacer a sus habitantes. Lleva consigo a su segunda esposa, la hermosa Elena, de la que tanto Vania como Astrov están enamorados. Pero la llegada del matrimonio a la hacienda va a desestabilizar la rutina diaria de los que allí viven. (TEATRO FERNÁN GÓMEZ). 



Tío Vania
Foto de Susana Martín

Calidad y prestigio

La compañía Guindalera es sinónimo de calidad y prestigio, de eso no se puede dudar. Ha demostrado tener un cuidado y mimo por obras del siglo XIX y XX, en especial en la puesta en escena y en la manera en la que los actores interactúan con la historia y sus propios personajes. Sorprende inicialmente la propuesta, dado que se esta adaptación de Juan Pastor opta por narrar los acontecimientos en esa hacienda durante el verano a modo de flashback, provocando que los personajes hablen en retrospectiva de los sucesos.

Además, Pastor busca así un tono conciliador, con ciertos toques de comedia, con el que hace un cuidado ejercicio de equilibrio. Lo hace porque también busca encontrar un máximo respeto a la obra original de Chéjov, en el sentido de retratar la melancolía y desesperación de sus protagonistas, presas de deseos y amores no correspondidos y abocados a una espiral de infelicidad. Esa atmósfera gris está presente, aunque Pastor la revisita con cierto halo de esperanza, gracias justamente a que narra todo lo sucedido en ese juego de retrospectiva, en el que los protagonistas reflexionan sobre sus actos con la madurez que da el propio paso del tiempo.

Teatro Fernán Gómez
Foto de Susana Martín

Una reinterpretación cuidada del espíritu de la obra original de Chéjov

Interesante punto de partida que recuerda vagamente al renovador final que le dio Pedro Villora a Casa de muñecas de Ibsen allá por 2017 en el mismo Fernán Gómez y en el que Nora, encarnada por Mamen Camacho, y su marido, Torvaldo, interpretado por Oriol Tarrasón, tenían una interesante discusión final. En ese sentido, Pastor le da un ligero destello de luz a un sombrío destino, recordando que el compartir la infelicidad puede llevar a recordar los momentos bonitos, dando pie a una interpretación optimista del texto.

Ayuda también su maravilloso reparto, encabezado por Luis Flor como el tío Vania, quien sabe transmitir esa sensación de orgulloso sacrificio y cómo este corre el riesgo de tambalearse con la llegada del fanfarrón Serebriakov, interpretado por José Maya. Por supuesto, están también a la altura Gemma Pina como Sonia, quien también vive un redescubrimiento con una interpretación positiva, como Alejandro Tous en el papel del doctor Ástrov. Es, precisamente, este personaje, quien mejor reinterpretación tiene. Aplauso también para Aurora Guerrero María, madre de Sonia; como también a María Pastor en el papel de Elena.

Tío Vania
Foto de Susana Martín

Conclusión

Con una calculada reducción de personajes, Pastor sabe darle forma a esta versión de la obra de Chéjov gracias también un apartado técnico exquisito, en el que se ve que la apuesta por una escenografía de mobiliario tradicional puede ser la mejor de las elecciones, obra de María de Alba. Destaca también la iluminación, de Raúl Alonso, como el maravilloso diseño de vestuario, confeccionado por Teresa Valentín-Gamazo, pareja artística y sentimental de Pastor.

Una magnífica interpretación de Tío Vania de Chéjov, con la que Juan Pastor se erige como uno de los mejores directores que ha sabido entender al dramaturgo ruso en la escena actual española. Una reflexión madura sobre cómo hay que intentar vivir, a pesar de la desolación y los remordimientos por aquellos deseos no satisfechos.

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CINEMAGAVIA
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90 %
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Miguel Ángel Pizarro
Periodista especializado en cultura y entretenimiento. Amante del cine francés y de la animación. Admirador de François Ozon y Naomi Kawase.
tio-vania-critica-teatroCon una calculada reducción de personajes, Pastor sabe darle forma a esta versión de la obra de Chéjov gracias también un apartado técnico exquisito, en el que se ve que la apuesta por una escenografía de mobiliario tradicional puede ser la mejor de las elecciones, obra de María de Alba. Destaca también la iluminación, de Raúl Alonso, como el maravilloso diseño de vestuario, confeccionado por Teresa Valentín-Gamazo, pareja artística y sentimental de Pastor. Una magnífica interpretación de Tío Vania de Chéjov, con la que Juan Pastor se erige como uno de los mejores directores que ha sabido entender al dramaturgo ruso en la escena actual española. Una reflexión madura sobre cómo hay que intentar vivir, a pesar de la desolación y los remordimientos por aquellos deseos no satisfechos.

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