El pasado 15 de junio fue el estreno en Madrid de Un Oscar para Óscar en el Teatro Bellas Artes. Escrita y dirigida por Mario Hernández, cuenta con un reparto formado por Jon Plazaola, Agustín Jiménez, Mara Guil y Rebeca Sala. Esta pieza se erige como un homenaje al estilo de Miguel Mihura combinado con el espíritu de Luis García Berlanga. Ambientada en los Premios Óscar, ofrece un retrato en clave de comedia sobre la sociedad española. Se puede disfrutar de miércoles a domingo en el Teatro Bellas Artes.
Título: Un Oscar para Óscar Título original: Un Oscar para Óscar
Reparto: Jon Plazaola
Agustín Jiménez
Rebeca Sala
Mara Guil
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Mario Hernández Dramaturgia: Mario Hernández Productores: Xavier Aguirre, Esteban Roel y Jon Plazaola
Escenografía: Asier Sancho
Vestuario: Paula Castellano
Sonido: Rodrigo González
Diseño de iluminación: Álvaro Guisado Garavito
Ayudante de dirección: Guillermo Rodríguez Cartagena
Fotografía y cartel: Javier Naval
Ayudante de producción: JP Pérez-Padial Distribución: Txalo Producciones Producción: Txalo Producciones y La Mandanga
Entrevista a Mario Hernández por 'Un Oscar para Óscar'
Sinopsis de 'Un Oscar para Óscar'
En Un Oscar para Óscar estamos en la ciudad de Los Ángeles, el día que se celebra la ceremonia de los Premios de la Academia, los Oscar; concretamente, en un modesto motel a las afueras de la ciudad, en la habitación que servirá de escenario único, y donde a través de una cristalera se ve, a lo lejos, el gigantesco cartel de Hollywood. Aquí llegan Óscar Manzano, un joven director cuyo cortometraje ha sido nominado a los premios, acompañado, ni siquiera él sabe muy bien por qué, por el ministro de Cultura Guillermo Barrientos, y la ministra de Hacienda Irene Navarro.
Entre continuos rifirrafes de los dos políticos, que no se soportan, y a pocas horas de empezar la ceremonia, se presenta en la habitación de Óscar la joven Pauline, una “escort girl”, contratada a escondidas por Guillermo para que finja ser la novia de Óscar durante la gala y la alfombra roja... (TEATRO BELLAS ARTES).
La idiosincrasia española
Mario Hernández dirige y escribe Un Oscar para Óscar, una comedia que muestra la aventura disparatada de un joven director nominado a los Premios Óscar a mejor cortometraje. Por tanto, bajo esta premisa, la historia utiliza la comedia más cañí para realizar un retrato de distintos estadios de la sociedad española. Por un lado, se expone una visión de la clase política, a través de dos ministros que, a pesar de sus excentricidades, dibujan una verdad muy bien planteada. Después, la propia crítica al desprecio cultural, sobre todo en el cortometraje, ponen en el espejo al propio espectador y a cómo se percibe ese sentimiento socialmente. Sin embargo, también pone sobre la mesa el precio de cumplir los sueños, así como la necesidad de saber lo que uno quiere. En ese sentido, llega hacia una vertiente más íntima y personal.
Hernández utiliza la comedia más reconocible dentro de la industria española, recordando a clásicos de todos los tiempos. Dentro de ese esperpento y, a veces, surrealista estilo, se comprueba que busca reivindicar este tipo de humor. No obstante, hay que recalcar que se deshace de chistes que pudieran estar en desuso y le da un aroma moderno y muy actual. Por ende, homenajea a los clásicos de lo que muchas veces se habla de “españolada”, llevándolo por bandera y con orgullo. Gracias a ello, logra conectar con los espectadores que se dejen llevar por este tipo de género, mientras que podría haber otra parte de los asistentes que les pudiera crear reticencias. Aun así, en lo que ambas partes coinciden es en los puntos de hilaridad potentes que hay en varias escenas del montaje.
Español, mucho español
Jon Plazaola lidera el reparto actoral, dando vida al protagonista que da nombre a la obra. En primer lugar, destaca la naturalidad innata de Plazaola, quién sabe conjugar la personalidad de su personaje y su manera de transmitirlo sobre las tablas. Mediante esa templanza orgánica, dibuja las principales características de su Óscar, lo que le permite mantenerlo en una coherencia bien planteada. No obstante, el histrionismo de algunos de sus compañeros hace que en algunas partes se quede en un plano más relegado. A pesar de ello, su interpretación goza de una buena ejecución. Después, Agustín Jiménez comprende cuál es su misión en la pieza y lo lleva hasta el final. Ese humor físico, acompañado de un espíritu reconocible para el gran público. Por tanto, ofrece lo que promete y se convierte en un escape de risas plausible.
Por su parte, Mara Guil se convierte en la compañera de aventuras de Jiménez, formando con él un tándem bien llevado. En el caso de Guil, plantea una actuación con potencia, paródica, donde más es más y eso es lo que hace. Con lo cual, no busca la verosimilitud más humana o cotidiana, sino hacer de su personaje un auténtico meme en vivo. Y lo consigue. Algunas de las partes más desternillantes están protagonizadas por Guil, lo que indica su buen hacer sobre las tablas. Por último, pero no menos importante, Rebeca Sala completa el elenco. Por un lado, goza de una energía muy tierna y lo embadurna de luz. Pero, por otra, ante tanto movimiento, se queda en un segundo plano, que no consigue impresionar a los espectadores. Pese a ello, es solvente y cumple con su función en escena.
Hollywood, tierra de sueños
A pesar de ambientarse en la previa antes de una gala de los Premios Óscar, Un Oscar para Óscar no sucumbe al glamour que se tiene en la mente al hablar de Hollywood, sino que apuesta por un carácter más decadente y en sintonía con la historia. Por ello, la escenografía construye un espacio que emula la habitación de un motel de bajo presupuesto, que conserva su encanto por tener el cartel de “Hollywood” desde su terraza. A nivel estético, hay que aplaudir el trabajo de la composición artística, quiénes han sabido llevar a cabo el perfecto escenario para la obra. El ritmo también logra un componente dinámico, mezclándose con ese estilo de comedia de enredo, e incluso tocando el humor físico, el cual no necesita apoyarse en la palabra.
Por ende, el montaje goza de una estructura que se desenvuelve a la perfección, que lleva al espectador en todo momento en esa montaña rusa de acciones. No obstante, en el último pasaje de la pieza teatral, se observa una ralentización del ritmo. En consecuencia, provoca que el público sienta que pierde algo de fuelle en su última parte, dado que el colofón previo se queda tan arriba, que al desinflarse de esa manera termina afectándole de una forma menos positiva. Por otro lado, la composición más técnica, como el espacio sonoro y la iluminación, acaban por completar espacialmente la propuesta. Puede que no haya una innovación artística con la que se produzca un impacto más emotivo, pero es el perfecto engranaje para lo que se propone en este espectáculo teatral.
Conclusión
Un Oscar para Óscar realiza un homenaje a la comedia española, mediante un uso del humor más característico, dándole un aroma de modernidad y de crítica social. Gracias a ello, Hernández trae una obra en la que el espectador se envuelve en carcajadas, pero al mismo tiempo reflexiona en torno a distintos puntos importantes de la sociedad. Un guion que saca por bandera las consideradas “españoladas” con un giro que le permite no quedarse en ello. Después, el elenco actoral se muestra dinámico, disparatado, destacando unos estupendos Jon Plazaola y Mara Guil. La puesta en escena termina por consolidar la imagen y la personalidad que busca la pieza teatral. Una oda al estilo cañí más característico de España con una vuelta de tuerca que hace disfrutar a los espectadores.
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