Desde el pasado 13 de abril se puede disfrutar de Valor, agravio y mujer en el Teatro de la Comedia. Esta obra es de Ana Caro de Mallén, a la que se devuelve su importancia en el panorama cultural español, tras muchos años en la sombra, siendo la primera vez que se representa a esta autora en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Dirigida por Beatriz Argüello, quién debuta en la dirección con esta pieza, cuenta con la adaptación de Juana Escabias. Estará en cartel hasta el 4 de junio de 2023.



Estreno de Valor agravio y mujer

Crítica de 'Valor, agravio y mujer'

Ficha Técnica

Título: Valor, agravio y mujer
Título original: Valor, agravio y mujer

Reparto:
Lucía Barrado (Estela, condesa)
Pablo Gómez-Pando (Don Juan de Córdoba)
Jesús Hierónides (Tomillo, criado)
Ignacio Jiménez (Ludovico, Príncipe de Pinoy y Tibaldo, bandolero)
Natalia Llorente (Lisarda, prima de Estela)
Luis Moreno (Ribete, criado y Rufino, bandolero)
Julia Piera (Doña Leonor de Ribera)
Paco Pozo (Don Fernando de Ribera y Astolfo)
Sol Vicente (Flora, criada, bandolero y Soprano y viola)

Duración: 105 min. apróx.
Dirección: Beatriz Argüello
Dramaturgia: Ana Caro de Mallén
Versión: Juana Escabias
Escenografía: Carolina González
Iluminación:
Paloma Parra
Vestuario:
Rosa García Andújar
Creación musical:
Luis Miguel Cobo
Movimiento escénico:
Pau Arán
Maestro de esgrima:
Jesús Esperanza
Asesor de verso:
Ernesto Arias
Ayudante de dirección:
Amparo Pascual
Ayudante de escenografía:
Lucía Ríos González
Ayte. de vestuario:
Milagros González
Ayudante de iluminación:
Paloma Cavilla
Alumnas en prácticas:
Alba Cavero Cabero y Cristina Martínez
Agradecimientos:
Alejandro Vergara y Museo Nacional del Prado
Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico

Tráiler de 'Valor, agravio y mujer' 

Sinopsis de 'Valor, agravio y mujer'

Ana Caro de Mallén nos ofrece en Valor, agravio y mujer un mundo donde la herencia del patriarcado comienza a tambalearse, donde la mujer, aun viviendo en él, es capaz de vislumbrar nuevas maneras y nuevos horizontes. Doña Leonor todavía se debe transmutar en Leonardo para conseguir su objetivo, pero es precisamente en este hecho donde encuentra la libertad del juego como motor de la acción dramática. La mujer/hombre vive en el riesgo, en el borde del acantilado, en la frontera de su propia consciencia. En secreto. Sin ser vista.

Doña Leonor viaja a Flandes para saldar una deuda con Don Juan con la muerte o con el amor. Ella sabe que las deudas adquiridas perduran en el alma como cicatrices imborrables y no está dispuesta a que cristalicen (sabe además que todos somos responsables de lo que hacemos, pero también de lo que no hacemos). Y allí encuentra a Don Juan, esclavo de su propio mito y ejerciéndolo como es debido con otra mujer. Es entonces cuando nuestra heroína modifica el sufrimiento en juego, el dolor en ingenio y el bloqueo en velocidad. (COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO). 



Valor, agravio y mujer
Foto de CNTC

Una mirada femenina ante un mito

Uno de los acontecimientos más destacados de la temporada 2022-2023 es la resurrección de Ana Caro de Mallén en el Teatro de la Comedia, siendo la primera vez que se representa a esta autora dentro de la programación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Así, mediante la adaptación brillante de Juana Escabias, experta en dramaturgia femenina del Siglo de Oro español, resurge una historia que reivindica el feminismo histórico. Además, se conjuga en un diálogo con el famoso mito de don Juan, explorando una narrativa en el que se ensalza la lucha personal y la restauración del honor a través de uno mismo, con la situación femenina en todo momento como contexto principal. Gracias a ello, Valor, agravio y mujer explota este debate, que fragua escenas elegantes a la par que contundentes.

Adelantada a su tiempo, es un reflejo de cómo las mujeres de entonces ya buscaban una visión más moderna de su realidad, exponiendo su forma de pensar. Con lo cual, uno de los grandes aciertos es exponer la figura de esta autora, quién deja constancia de la virtud de su Leonor. Por otro lado, los versos han sido cuidados en todo momento, con una musicalidad que encandila a los espectadores. De esta forma, logra que este género siga viviendo su exposición ante el gran público, quién ya sabe la exigencia que demanda este tipo de lenguaje. A pesar de la modernidad del proceso que se obtiene de la obra, su final casa más con el imaginario de aquel tiempo. Por lo que, se resuelve en un happy ending, que podría no ser del todo del agrado de los asistentes. Aun así, es coherente en su contexto socio-temporal.

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La mujer en el foco

Julia Piera es la encargada de liderar el elenco de Valor, agravio y mujer, metiéndose en la piel de Doña Leonor de Ribera, también conocida en la obra como Leonardo. Desde el primer momento, se valora la fuerza y la contundencia que demuestra en su interpretación. Junto a ello, hay un despliegue de elementos artísticos que le permiten dar matices a su trabajo sobre la escena. Asimismo, se valora muy positivamente sus capacidades físicas, como en la pelea de esgrima, así como su perfecta dicción y cuidado vocal para el verso. Una protagonista a la altura del papel que desempeña. Después, Pablo Gómez-Pando trae un Don Juan más auténtico, que se aleja de la mera presencia seductora, para darle un toque de comedia y parodización en una pequeña dosis. Así, combinado con su gracia natural, es un perfecto partenaire de la escena.

Paco Pozo realiza unas interpretaciones muy bien ejecutadas, donde su presencia escénica termina por dar forma y contundencia a sus papeles. Por otro lado, Lucía Barredo y Natalia Llorente forman una dupla muy bien combinada, ambas ejercen un trabajo muy bien definido, en el que no desentonan. A pesar de encontrarse en un plano menos vistoso, logran hacer de sus escenas insignia el momento de sacar partido a su labor en escena. Estupendas. Jesús Hierónides y Luis Moreno ofrecen un acompañamiento gratificante, lo abordan desde una cercanía escénica, que les permite llegar a buen puerto. Ignacio Jiménez llama la atención durante sus intervenciones, experimentando a la par esa cotidianidad y lo elevado del contexto en el que se desarrolla la historia. De forma orgánica, enfrenta y vence en los dos casos. Por último, Sol Vicente triunfa por su buen hacer en el apartado musical y por su expresividad.

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Espadas, honor y amor

La propuesta escénica de Valor, agravio y mujer no se limita a una construcción de grandes proporciones, sino que se halla un sentido artístico, acompañándose de referentes, como los cuadros, para lograr una ambientación a la altura de la composición escénica que se está haciendo. Por tanto, la escenografía adquiere un alto rendimiento, al verse sobra el escenario este tipo de influencias, que no solo transportan al espectador, sino que afianzan el sello de identidad que buscan realizar. También se presentan distintos espacios, así como diferentes piezas del puzzle que van moviéndose según las necesidades que demande la obra. Por ello, da una sensación de estar en continuo movimiento, de ser una obra que está viva. Además, hay que destacar que hayan sabido hacerlo de una manera fluida y sin cortes que hubieran podido afectar al transcurso de la pieza.

El vestuario se ajusta a lo que se busca con cada uno de los personajes. No obstante, es de aplaudir los diseños, dado que no solo contextualizan y dan mayor verosimilitud a lo que se está viendo sobre el escenario, sino que hay un planteamiento estético muy atractivo. También sucede lo mismo con las escenas de espada, en las que se ve un desempeño muy bien llevado de la esgrima, ofreciendo algunas de las partes más entretenidas del montaje. Gracias a ello, este espectáculo no solo ofrece un canto al verso, sino que despliega recursos que no suelen verse de esta manera. El movimiento escénico es otro de los puntos a comentar, con una explotación bien realizada, siendo una muestra de un excelente trabajo en conjunto. Por último, el ritmo algo pausado en el inicio, va cogiendo fuerza hasta la última parte, donde despliega todas sus armas.

Valor, agravio y mujer
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Conclusión

Valor, agravio y mujer recupera la figura de Ana Caro de Mallén con creces, ofreciendo una visión diferente del conocido mito de Don Juan. Por tanto, se valora la calidad de la adaptación, que ofrece una estupenda recreación de la reivindicación histórica de la figura de la mujer entonces, incluyendo sus reflexiones y pensamientos. Únicamente, el final bebe más de un happy ending acorde con la época, pero que podría restar modernidad al montaje.

Por otro lado, el reparto realiza una labor exquisita, liderados por una estupenda Julia Piera. La puesta en escena es una maravilla, poniendo el foco en sus referentes artísticos y en la multitud de elementos que pone sobre las tablas. Gracias a ello, logra una construcción muy rica y llena de detalles. Una mirada femenina ante el mito del don Juan del Siglo de Oro, que revive en una versión que saca pecho por el legado de su autora.

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