Uno de los títulos más reconocibles de la cartelera de OFF Latina Teatro es Ya me moriré otro día, escrita por Javier Vélmez y dirigida por Nuria Pacha junto al propio autor. La obra, que continúa consolidándose como una de las propuestas más exitosas del espacio, está protagonizada por Alberto Campón y Carlos Saiz Sepúlveda, quienes dan vida a dos amigos de toda la vida que se enfrentan, entre humor y ternura, a reflexiones sobre la muerte, las segundas oportunidades y la amistad. La pieza combina comedia costumbrista con momentos de intimidad emocional, lo que le permite conectar con públicos diversos. Ya me moriré otro día se podrá ver el domingo 14 de diciembre y los viernes 19 y 26 de diciembre y 2 de enero, en funciones programadas a las 20:00 y 21:30 horas, respectivamente.



Ya me moriré otro día

Crítica de 'Ya me moriré otro día'

Ficha Técnica

Título: Ya me moriré otro día
Título original: Ya me moriré otro día

Reparto:
Alberto Campón (Paco)
Carlos Saiz Sepúlveda (Juan)

Duración: 60 min. apróx.
Dirección: Javier Vélmez y Nuria Pacha
Dramaturgia: Javier Vélmez
Producción: Vicio Escénico

Sinopsis de 'Ya me moriré otro día'

Vicio escénico presenta una satírica historia de amistad, amor y mundos astrales que hará las delicias de cualquier espectador sin miedo a mezclar humor absurdo con ¿existencialismo? ¿En serio?

Ya me moriré otro día cuenta la historia de Paco. Paco vive demasiado apegado al mundo terrenal y sus intereses no pueden ser más mundanos: mujeres, fútbol y cerveza. Todo cambiará cuando un resbalón le deje entre la vida y la muerte; su amigo Juan, espiritual y evolucionado, le ayudará a encontrar la luz y a decidir si entrar al túnel o volver a la vida. (OFF LATINA TEATRO). 



Ya me moriré otro día
Foto de Vicio Escénico

Cuanto más amigo, más me arrimo

La compañía Vicio Escénico goza de un éxito destacable con Ya me moriré otro día, una pieza que continúa su andadura en Off Latina Teatro con el favor del público. La dramaturgia, a cargo de Javier Vélmez, trae a escena a dos amigos de barrio de toda la vida. Mediante un libreto sencillo, explora reflexiones interesantes en torno a la muerte y a qué sucedería si se tuviera una segunda oportunidad. Todo ello lo aderezan con una comedia apta para todos los públicos, con gags físicos y recurrentes que buscan conectar con el gran respetable. Si bien algunos chistes funcionan mejor que otros, el tratamiento que se hace de los temas que se muestran en la pieza se aborda desde una óptica respetuosa.

Se permite visibilizar la diversidad social desde un prisma que puede sentar bien a públicos no tan familiarizados con este tipo de realidades. Es innegable que para ello han utilizado una fórmula que toma los arquetipos de una forma muy reconocible para la audiencia, con etiquetas que toman vida como el “macho heterosexual” o el “intelectual sensible”. Aun así, no pretenden más que explotar estos estereotipos para ofrecer una deconstrucción inicial que les aporta un toque diferente. Lógicamente, no busca ser una pieza que entre en las vísceras ni en la profundidad que podrían ofrecer las narrativas principales de la obra, pero su estrategia funciona: entretener, divertir y ofrecer una ventana, aunque sea sutil, a una sociedad en continuo cambio.

OFF Latina Teatro
Foto de Vicio Escénico

El minimalismo de las compañías emergentes

Alberto Campón sigue al pie del cañón con Ya me moriré otro día como Paco, este hombre anclado en su espíritu simple y marcado por lo que se puede esperar de un chico con su personalidad. El actor ofrece un trabajo que utiliza la caricatura para acercarse al público. Lo logra: crea una conexión divertida y simpática, ganándose a los asistentes con su carácter fanfarrón, pero al mismo tiempo ingenuo. Junto a él, Carlos Saiz Sepúlveda realiza un trabajo actoral al compás de su compañero. Su Juan equilibra la energía, con un talante más pausado y más cotidiano. Gracias a ello, ambos forman un tándem que se complementa a la perfección. Juntos hacen fuerza y consiguen un resultado notable.

Hay que reconocer que las puestas en escena de las compañías emergentes luchan con valentía por suplir no contar con una gran producción detrás. Por ello, se valora que con los elementos disponibles les baste para ejecutar de manera óptima lo que buscan mostrar con su pieza. En este caso, así sucede: con una escenografía minimalista, el aspecto más destacable es el movimiento de los actores en el espacio, así como una ruptura de la cuarta pared bien medida. De este modo, consiguen suplir otras flaquezas del montaje. El ritmo es dinámico y ameno, logrando que el montaje deje un buen sabor de boca y un entretenimiento disfrutable. No obstante, sí cabe mencionar que podrían plantearse un diseño de iluminación estéticamente más cuidado y artístico.

Ya me moriré otro día
Foto de Vicio Escénico

Conclusión

Ya me moriré otro día es una comedia divertida que toma los arquetipos para hacer reír y ofrecer una ventana a la diversidad. El libreto no busca una profundidad máxima, teniendo claros sus objetivos principales —el entretenimiento— y los cumple. Alberto Campón y Carlos Saiz Sepúlveda forman un dúo que se complementa, con un contraste que sienta bien a la pieza. El montaje, minimalista y sencillo, es un buen canal para lo que sucede sobre las tablas. Una mirada graciosa sobre la vida y la muerte, con toques de diversidad social, que merece la pena por el entretenimiento que supone.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
ya-me-morire-otro-dia-critica-teatroUna comedia divertida que toma los arquetipos para hacer reír y ofrecer una ventana a la diversidad. El libreto no busca una profundidad máxima, teniendo claros sus objetivos principales —el entretenimiento— y los cumple. Alberto Campón y Carlos Saiz Sepúlveda forman un dúo que se complementa, con un contraste que sienta bien a la pieza. El montaje, minimalista y sencillo, es un buen canal para lo que sucede sobre las tablas. Una mirada graciosa sobre la vida y la muerte, con toques de diversidad social, que merece la pena por el entretenimiento que supone.

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