El pasado jueves se proyectó en la Academia del Cine la película Yana-Wara (2023) de Tito Catacora y Óscar Catacora. Este último, no pudo terminar el rodaje de la misma, debido a su sorpresivo fallecimiento. Pero, aunque no pudo finalizar lo que sería su segunda película, su obra póstuma es la seleccionada por Perú como candidata para los Premios Goya 2024 a la mejor película iberoamericana. Además, también es la seleccionada peruana para los premios Oscar 2024 como mejor película internacional.
Crítica de 'Yana-Wara'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Yana-Wara
Título original: Yana-Wara
Reparto:
Luz Diana Mamami (Yana-Wara)
Cecilio Quispe Ch. (Don Evaristo)
Juan Choquehuanca (Tata Mallku)
Irma D. Percca (Mama T'alla)
José D. Calisaya (Profesor Santiago)
Año: 2023
Duración: 104 min.
País: Perú
Director: Tito Catacora, Óscar Catacora
Guion: Óscar Catacora
Fotografía: Julio Gonzales F., Tito Catacora, Óscar Catacora
Música:
Género: Drama. Fantástico
Distribuidor:
Tráiler de 'Yana-Wara'
Sinopsis
La justicia comunal acusa a don Evaristo, de 80 años de edad, por el asesinato de su nieta Yana-Wara, de 13 años de edad. Durante la audiencia, todos se enteran de la trágica historia de esta joven, quien, a causa de la violencia de género, empieza a tener visiones aterradoras tras haber sido tocada por los espíritus malignos que habitan en los lugares prohibidos del Ande.
Dónde se puede ver la película en streaming
Violencia e injusticia
Impregnada en ese agresivo contraste del blanco y negro, la película nos va a trasladar a lo más alto de las montañas de la cosmovisión andina peruana, donde un anciano va a rememorar los incidentes de cómo y por qué asesinó a su nieta, Yana-Wara, enfrentándose a un juicio que la propia comunidad ha impuesto. Aquí mismo, ya se nos devela el acontecimiento de saber que la vida de una niña va a acabar, talvez esto, de cierta manera, nos llevaría a preguntarnos ¿Quién puede matar a una muchacha?, rememorando el título de Narciso Ibáñez Serrador de 1976, ¿Quién puede matar a un niño? Claro, desde otro tono y género.
Después de todo, la vida de la protagonista está marcada por la violencia que impera en un mundo descontrolado. La fuerza agresiva con la que es víctima la muchacha no es comparable ni a los momentos de una película de terror, pues la realidad y la injusticia asusta y horroriza con acciones más dolorosas que marcan la vida de un ser humano. Para ella no hay esperanza de luz, pues su vida empieza sin un padre y una madre; además, no ha podido desarrollar su capacidad de verbalizar y es vulnerada por su profesor.
Sin rodeos. Muy directo
Estamos nuevamente ante un caso en que sabemos que el personaje va a morir, pero la manera en que lo cuenta, nos va a estremecer durante toda la cinta. Pues el director se plantea un relato que nos irá adentrando en la corta vida, si se pudiera llamar vida, de Yana-Wara, donde la realidad e idiosincrasia andina es el contexto que va a recaer sobre su ser. No hay suspenso ni sorpresa porque es un retrato crudo y cruel que vamos a presenciar. Evento tras evento, hará la vida más complicada para ella. Solo palpitará un momento en que la veamos sonreír. ¿Pero que será esa sonrisa? ¿Acaso será la mueca de una niña que ya no es niña, o mucho menos, nunca lo fue? Pues ese gesto podría evocar el misterio del maltrato y lo acojonante de la sociedad que nos rodea.
Sabiduría estilística
A priori, todo esto y más se podría pensar que está tratado con una ligereza descomunal, pero el conocimiento y el respeto por el folclore andino y los secretos del séptimo arte, hace que nos conmovamos y siempre estemos reflexivos y afectados por ello. Incluso con una posición moral, pues el cineasta no es ajeno a esto, ya que sus movimientos bruscos de la cámara, que se hace presente cuando castigan a los implicados, nos revela su carácter más crítico por la realidad desbordante de injusticia y de la indignación que le produce.
Asimismo, el director consuma muchos momentos de Yana-Wara con el fuera de campo y con sonidos en off, que evoca instantes potentes, que solo el cine es capaz de generarlos, más aún con temáticas como estas. A ello, debemos agregar el momento climático, cuando la oscuridad absoluta inunda la pantalla y es atravesada por unas luces relampagueantes, que nos lleva al éxtasis emocional del drama de la protagonista. En ella misma, Tito Catacora, nos deja saber su admiración por el maestro, Ingmar Bergman, con los primeros planos, sumamente expresionistas de la Hora del Lobo, 1968.
Conclusión de 'Yana-Wara'
La obra peruana que representa a su país, es una descomunal muestra de que Perú y, desde las regiones de la misma, hace brotar el cine más sensible y logrado de los últimos años. Sus dramas en las alturas, tiene una cuestión que inyecta universalidad, pues nadie queda indiferente ante tal magnitud de ejecución, hiper estilización y sabiduría a la hora de abordarla.
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