El pasado 17 de enero fue el estreno de Yo soy Hamlet en el Teatro Reina Victoria. Además, supone el debut teatral como actor de Gabriel Olivares, uno de los directores y dramaturgos más importantes del panorama cultural español. Asimismo, cabe mencionar que se acompaña de Leo Rivera, rostro que hemos podido ver en otras producciones de Olivares. Basado en el texto de Richard James, se puede disfrutar hasta el 28 de febrero en el Teatro Reina Victoria, todos los lunes.



Yo soy Hamlet en el Teatro Reina Victoria

Crítica de 'Yo soy Hamlet'

Ficha Técnica

Título: Yo soy Hamlet
Título original: I Am Hamlet

Reparto:
Leo Rivera (Simón Prendado)
Gabriel Olivares (Tomás Torres)

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Gabriel Olivares
Adaptación: Leo Rivera
Texto: Richard James
Producción:
Gaspar Soria
Espacio sonoro:
Carlos Alzueta
Escenografía y vestuario:
Ricardo Rey
Diseño de iluminación:
Marta Guedán
Asesoría vocal:
Andrés Acevedo
Asesoría de movimiento:
Yolanda Ulloa
Fotografía cartelería:
Javier Biosca
Diseño gráfico:
Sergio Avargues
Distribución:
Dos Hermanas Catorce
Producción: Abonoteatro
y El Reló Producciones

Sinopsis de 'Yo soy Hamlet'

Yo soy Hamlet es una pieza escrita en un solo acto, con tintes de comedia negra y thriller. La acción transcurre en un teatro vacío (durante 75 minutos, a tiempo real, sin elipsis).

Tomás Torres, director de una compañía de teatro amateur, semi- profesional, llega al teatro por la noche para solucionar un problema urgente. Con los ensayos a punto de empezar, se ha quedado sin actor para interpretar a Hamlet.

Esa misma noche, se presenta en el teatro un desconocido, Simón, un chaval que acaba de llegar a Madrid. No tiene ninguna experiencia teatral, pero insiste en hacer la audición y tener una oportunidad para interpretar a Hamlet.

El carácter más intelectual y sofisticado de Tomás choca con la ingenuidad y la visión del mundo del teatro de Simón. Sin embargo, Tomás y el "público ausente" irán descubriendo que Simón tiene mucho más en común con el Prı́ncipe de Dinamarca de lo que parece a simple vista.

Yo soy Hamlet es más que una función de teatro, toda una experiencia de asistir a una función donde los lı́mites entre la realidad y la ficción no están claramente definidos. También supone el debut como actor del director Gabriel Olivares (Burundanga, El Nombre, y Gross Indecency) interpretando al personaje del director de teatro junto al actor Leo Rivera. (TEATRO REINA VICTORIA). 



Yo soy Hamlet
Foto de Javier Biosca

El marco, el teatro y el thriller

Gabriel Olivares es uno de los nombres imprescindibles del panorama teatral español. En este ocasión, dirige una versión de Yo soy Hamlet, de Richard James. Tomando de base la preparación de un nuevo Hamlet, la dramaturgia se mueve por los entresijos de un thriller muy bien hilado. Así, el espectador queda pendiente del transcurso de la evolución de un aparente aspirante a actor que busca convertirse en el protagonista del nuevo montaje de Tomás. Sin embargo, habrá distintos giros de tuerca que permiten que hayan distintos cambios de tono que aportan a la acción. Por ello, gana en esa comedia accesible y cómoda, al mismo tiempo que introduce ciertas reflexiones y la catarsis del misterio rodeado de lo puramente teatral. Aun así, su mayor atractivo se halla en la forma en la que revive el clásico de Shakespeare de una forma, aunque algo oportuna, muy natural.

La incorporación del teatro dentro del teatro, y así continúa, hace que el público obtenga una energía interesante, que no se mantiene estática. No obstante, el único problema que se observa es que hay varias capas, pero no todas obtienen el tiempo y el espacio que necesitan. Por tanto, el final, sobre todo, puede resultar simpático, pero a la par algo desconcertante. Al haber esa combinación eficaz en el grueso de la pieza teatral, se espera un cierre en un tono más álgido. A pesar de ello, la experiencia es notable y no se puede negar que hay un atractivo vigente en ver al mismo Gabriel Olivares dar vida a un director de escena. Así, se mezcla el concepto de actor-director, que gana un sentido más profundo. Por ende, hay una utilización de los símbolos adecuada y cautivadora.

Teatro Reina Victoria
Foto de Javier Biosca

De director a actor

Uno de los puntos más relevantes de Yo soy Hamlet es la incorporación de Gabriel Olivares como uno de los protagonistas de la obra. En primer lugar, el también director realiza un trabajo desde una figura que se aleja de la imagen que se pueda tener de él, dando más sentido a su trabajo en escena. Es decir, no se interpreta a sí mismo, lo que hubiera podido ser una estrategia más sencilla. Con lo cual, Olivares se halla ante la evolución escénica, jugando sin problemas y disfrutando de las disparatadas situaciones que van ocurriendo a lo largo de la obra. Por ello, va dejándose llevar por la energía que ofrece la magia del escenario, con naturalidad, pero sin perder la técnica de encontrarse sobre las tablas. Únicamente, hay ciertas frases de la dramaturgia que no logran efectuarse de una forma orgánica.

Por otro lado, Leo Rivera está inmenso, siendo uno de sus mejores trabajos en las últimas temporadas. Acostumbrado a la comedia, no se columpia en ella, sino que le da un cuidado excelso. Con lo cual, según va transcurriendo por las distintas escenas, se observa la maestría con la que efectúa su labor como actor. Además, se certifica en los pequeños detalles, en los dejes de cada parte, mostrando que esa conversión constante es puro reto actoral al ejecutarlo desde distintos prismas. Por ese motivo, ver las distintas caras de Rivera hace que sea un escaparate de las posibilidades que tiene el actor. Asimismo, se une una expresividad que no exagera ni se queda a medio gas, llevando al espectador a ese universo disparatado, pero dentro de su propia coherencia vital. Lo mismo sucede con la colocación de la voz, aspecto en el que destaca de una manera notable.

Teatro Reina Victoria
Foto de Javier Biosca

Las tornas cambian

Como si se tratara de una escena a medio hacer, Yo soy Hamlet juega con el metateatro también, obviamente, desde la puesta en escena. Para comenzar, la escenografía lleva a esos ensayos en los que no es necesaria una ambientación llena de construcciones de grandes dimensiones. Sin embargo, tampoco se queda en un minimalismo más puro, sino que intervienen elementos como el espacio sonoro y la iluminación para otorgar diversidad dentro de la propia obra. Por tanto, aporta riqueza al no mantenerse en una única tonalidad, viéndose lo que hay detrás de esta riqueza creativa, dentro de la composición. Además, es una autoparodia del propio universo teatral, pero no buscando una ridiculización, sino más bien un homenaje jocoso que se efectúa desde la cercanía de parecerse a un trabajo en proceso.

El ritmo es agradable, donde se fijan de una forma certera los puntos de mayor tensión, aderezándolos con partes en las que se deja un respiro al espectador de pura pirotecnia de disfrute cómico sin pretensiones de ir más allá. Sin embargo, esa convergencia entre el espectáculo y atributos más artísticos, hay momentos en los que no llegan a fluir por no encontrar suficientes conexiones entre ellos. Aun así, se equilibra por la energía depositada por los propios actores y la sinergia que hay entre Olivares y Rivera. De la misma manera, la simbología que se presenta, visualmente, sí fabrica varios enlaces. Por otra parte, el final, a pesar de ser simpático y esbozar una sonrisa en los asistentes, no termina de ser redondo tampoco técnicamente y deja una sensación de extrañeza.

Yo soy Hamlet
Foto de Javier Biosca

Conclusión de 'Yo soy Hamlet'

Yo soy Hamlet revive una versión, ofreciendo una vuelta de tuerca, enfatizando en la muestra de adentrarse de lleno en el metateatro y el suspense. Por tanto, uno de sus mayores atractivos se encuentra en ser el debut de Gabriel Olivares, así como el simbolismo que genera ser un director teatral como su primer personaje. Sin embargo, toma distancia de su propia figura, lo que dota de una gama dramática bien ejecutada. Mientras, Leo Rivera está excelente, con una propuesta que le permite exponer su talento interpretativo.

Hay partes en las que se podría exprimir aún más la potencia del montaje, quedándose en una propuesta divertida y amable, pero sin llevarlo al siguiente nivel. A pesar de ello, el resultado se disfruta y marca una energía dinámica y atrayente. El teatro dentro del teatro, y así en continuo, aderezado con humor y suspense, que gana en su simbolismo y flaquea en el riesgo.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
yo-soy-hamlet-critica-teatroRevive una versión, ofreciendo una vuelta de tuerca, enfatizando en la muestra de adentrarse de lleno en el metateatro y el suspense. Por tanto, uno de sus mayores atractivos se encuentra en ser el debut de Gabriel Olivares. Leo Rivera está excelente, con una propuesta que le permite exponer su talento interpretativo. El resultado se disfruta y marca una energía dinámica y atrayente. El teatro dentro del teatro, y así en continuo, aderezado con humor y suspense, que gana en su simbolismo y flaquea en el riesgo.

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