"Animales de compañía": O las amistades peligrosas

Animales de compañía transcurre en una misma noche, durante la cena. Es la mentira de un grupo de amigos que deciden simular una realidad inexistente para poder proteger a uno de los personajes. La necesidad de inventar historias para esconder las propias inseguridades y crear una ficción donde cada uno puede convertirse en una persona mejor. Acaban saliendo los trapos sucios de todos los personajes y aquel grupo de amigos aparentemente perfectos y agradables, sacará lo peor de cada uno, como individuos y como colectivo. Se pondrá en duda el valor de la amistad y de la sinceridad. Los egos y las envidias colisionarán las unas con las otras. (PENTACIÓN ESPECTÁCULOS). 

Con amigos así, no hacen falta enemigos

Seguro que en más de una ocasión hemos dicho o nos han dicho esta frase sobre la "crueldad" con la que nos pueden tratar los amigos. En Animales de compañía aparece un grupo de amigos muy torpes, con la necesidad de abrazarse y empatizar, pero no saben, les sale mal. Hasta dónde son capaces de llegar con sus embustes, enredándose cada vez más las situaciones, es algo que provoca escenas muy divertidas, pero también despiadadas.

Todo lo contrario de los actores que dan vida a esos personajes, quienes han hecho una piña dentro y fuera del camerino, según palabras textuales de Laura y Carmen durante la entrevista. Alaban el trabajo de Elena Lombao, encargada del "Movimiento", trabajando los gestos corporales. También han observado el comportamiento de los animales, al fin y al cabo los seres humanos somos también animales, llegando a identificarse con algunos de ellos.

Nada es lo que parece, comenta Carmen Ruiz. Su personaje, Belén, que parece ser el que peor se encuentra, no lo está en realidad en comparación a los otros. Los espectadores se llegan a identificar con alguno de esos complejos personajes, con sus problemas y con la forma en la que los gestionan.

Soledad y necesidad de afecto

Somos seres gregarios. Necesitamos sentirnos acompañados. No por estar rodeados de personas estamos libres de esa triste sensación de soledad e indefensión. Los cinco amigos que intentan pasar una velada agradable en Animales de compañía, muestran, sin embargo, las miserias de cada uno de ellos, el lado más oscuro. Ese que intentamos no mostrar, pero que es inevitable tarde o temprano.

Belén (Carmen Ruiz); Clara (Laura Galán); Laura (Mónica Regueiro); Alex (Iñaki Ardanaz) y Marcos (Jorge Suquet) nos introducen en una comedia con muchos "pellizcos", de esos que duelen porque son intencionados, para hacer pupa.

Afortunadamente, durante la entrevista, tanto Carmen Ruiz como Laura Galán, confiesan que lo mejor de todo es que se consideran una familia. Laura opina que tiene cuatro hermanos más y se encuentran muy a gusto trabajando juntos.

Además, y esto es muy interesante, el grupo de actores sigue evolucionando en cada función. Se trata de un trabajo muy coral y Carmen resalta que es algo necesario en el mundo de la interpretación, sobre todo en el teatro donde se evidencia todo. Es imprescindible escuchar, conectar con el compañero.

Cambiar de piel

Laura Galán está encantada del papel que interpreta en Animales de compañía porque no tiene nada que ver con las dos últimas películas que ha rodado. Clara, su papel en este singular sainete, es una mujer dulce, sensual, seductora y con mucha luz, mientras que Sara (Cerdita) y Adela (Una noche con Adela) son personajes heridos y vengativos.

Ambas actrices se consideran afortunadas porque sus interpretaciones no tienen nada que ver con otras a las que acostumbraban a realizar. Por ejemplo, Carmen tiene otro registro diferente a sus papeles cómicos. Tras su fallido intento de suicidio va a tener la necesidad de hablar con sus amigos, de compartir sus sentimientos más íntimos y heridos. Sin embargo, ninguno de sus amigos será capaz de sentir un ápice de compasión, excepto Alex. Él está enamorado secretamente de ella, pero no será muy hábil a la hora de demostrárselo, causando más dolor en el ya frágil ego de Belén.

En el intento de celebrar algo, en vez de procurar comprender los motivos que han llevado a Belén a tomar tan dramática decisión, todo sale mal. Secretos que estallan en la cara como un globo demasiado inflado. Malentendidos que provocan tensiones disfrazadas de falsa amistad.

Conclusión

Animales de compañía es una divertida y al mismo tiempo dramática obra en la que la necesidad de ser querido queda patente. Una fabulosa muestra de la fragilidad humana, de las amistades peligrosas.

Con tan solo poco más de una hora, provoca risas, pero también ese frio sentimiento de soledad, de no ser comprendido porque tampoco hay interés en ello.

Magnífico trabajo de sus cinco protagonistas, con diálogos rápidos y excelente trabajo en los gestos corporales.

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