Nata Moreno realizaba en 2019 su primera incursión en el largometraje con el documental Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas. A través de este largometraje, se conocía más profundamente la vida del famoso violinista libanés. Gracias a la calidad del proyecto, se ha alzado con algunos de los premios más importantes en España. Por un lado, se llevó el premio a mejor documental en los Premios Goya 2020. Mientras que, por otro, se alzó con el galardón a mejor documental en los Premios Forqué 2020. Su estreno fue el pasado 24 de octubre de 2019. Estuvo recientemente en laIII Edición del Festival de Cine por Mujeres, en la Sección de Directoras Españolas.
Crítica de 'Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas'
Título: Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas Título original: Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas
Año: 2019 Duración: 89 min País: España Dirección: Nata Moreno Guion: Nata Moreno Música: Ara Malikian Género: Documental Distribución: Syldavia Cinema
Tráiler de 'Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas'
Sinopsis de 'Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas'
Ara Malikian: Una vida entre las cuerdases un recorrido por la vida del violinista Ara Malikian y su incuestionable aportación a la música clásica y contemporánea quien ha conseguido acercar la música clásica a todos los públicos manejando todos los géneros sin prejuicios, desde Bach a Led Zeppelin, y con la multiculturalidad por bandera. Seguiremos a Ara Malikian y a todo su equipo durante su última Gira Sinfónica por España y países como Líbano, Francia, Inglaterra, China, Rusia, Marruecos, Argentina, Uruguay, Alemania…
Al mismo tiempo, contaremos su fascinante historia personal: la música le salvó la vida al tener que huir de la guerra; abandonó Beirut con 14 años y desde entonces ha vivido como un nómada llevando su música por el mundo. Nos hablará en primera persona su visión de la música, sus inquietudes, su recorrido, sus proyectos, mostrando su trayectoria profesional y personal. (FESTIVAL DE CINE POR MUJERES 2020).
Nata Moreno realiza un verdadero camino por la vida del violinista en Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas. Lejos de convertirse en una historia al uso, en el que se van narrando episodios importantes del músico sin mayor profundización, va más allá y habla de su pasado, pero convergiendo con el futuro. De esta manera, consigue que sea un relato humano lleno de claroscuros, pero donde se derrocha una sintonía positiva. A pesar de hablar de la difícil situación ocurrida en el Líbano, también se permite expresar los problemas en torno a sus orígenes armenios. Por lo cual, explora una situación que ha marcado su vida, pero que también es una reivindicación hacia los conflictos bélicos que siguen ocurriendo hoy en día. Logra hacer de una parte muy íntima de su vida, un mensaje liberador y esperanzador.
El espectador no tarda en comprender todo ese bagaje vital, en el que se deja una sensación muy pasional en torno a vivir y seguir hacia adelante. De igual manera, no vende aquello de ser todo parte de la suerte, sino que también desmitifica los denominados prodigios de la vida. Por ejemplo, impacta saber las horas de práctica, o cómo fueron sus inicios en Alemania. Aun así, tampoco da la percepción de estar ante una historia adoctrinadora, sino, al contrario, inspira para que el público pueda empatizar y sacar un mensaje positivo ante toda esta vorágine de vivencias. Luego, también está la propia experiencia de la música y cómo ha surgido convertirse en el Ara Malikian que se conoce ahora. Ese sello personal único desprende una iluminación que cautiva a los espectadores.
Pura raza
El principal protagonista de Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas, lógicamente, es el propio Ara Malikian. Para comenzar, sus declaraciones ante la cámara se realizan desde una naturalidad muy familiar y distendida. También se puede ver más ese carácter templado, reflexivo y alegre, que contrasta con su comportamiento durante los conciertos. Por lo que, el público tiene la posibilidad de ver las dos caras del violinista, quién no tiene reparo en confesar los matices que recorren su particular carácter. Es muy interesante ver la progresión y la motivación de hablar de su recorrido. Asimismo, el propio artista expresa la importancia de su mensaje, no tanto para él, sino para aquellas personas que se hubieran podido encontrar en una situación parecida a él. Por otra parte, es interesante visionar esa dualidad entre la dificultad de separar su lado artístico del personal.
Por otra parte, no son pocos los participantes que van apareciendo en el documental, que han formado, de alguna manera, parte de su vida. Lo más provechoso es haber conseguido gente de distintos ámbitos y épocas, que no dudan en dar detalles más próximos sobre el violinista. Entre ellos, sorprenden las declaraciones de sus vecinos del Líbano, que se convierte en uno de los momentos más tiernos, por lo que significa. También su amigo de Turquía, al cual conoció durante sus primeros años en Alemania y que reconstruye con él esa necesidad de unión ante las rencillas del pasado. Por último, da dinamismo conocer a parte de su equipo y amigos, que en la actualidad siguen trabajando con él. Todos ellos lo hacen desde una frescura y una forma orgánica muy fluida.
La música como salvación
Uno de los puntos más fuertes de Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas es una realización muy artística, llena de aspectos visuales con movimiento e interesantes. En primer lugar, la manera de introducir el material fotográfico no es una presentación de fotos, sino que les otorga vivacidad, al darle pequeños toques dinámicos y muy estéticos. Sin duda, el público acaba obnubilado por el magnetismo que desprende este archivo fotográfico personal. Este tipo de detalles es lo que permiten desmarcarse e innovar en torno al género documental. En este film, las entrevistas a cámara se realizan con un estilo más estándar, pero se coordinan distintos planos, para dar el efecto de no mantenerse estático. Por lo cual, da esa sensación de dinamismo, que busca también la cinta, además de superponer las declaraciones ante el retrato de lo que se está hablando.
Por otro lado, el montaje también ha sabido dar su espacio a ese homenaje musical de su carrera, rescatando momentos de los distintos espectáculos que ha realizado a lo largo de su vida. Aun así, la gira con la orquesta sinfónica de 2016 toma una parte importante, que se convierte en uno de los elementos emocionales mejor realizados. Mediante la música y la grabación, se conforma una puesta en escena llena de sentimiento, donde es el propio concierto el que habla, llegando a poner los pelos de punta por la energía que desprende. No obstante, el ritmo del documental es temple, a pesar de todo el movimiento que hay. En consecuencia, podría haber aprovechado todo ese influjo para darle una mayor ligereza. A pesar de ello, no resta la importancia del contenido y sigue impresionando a los espectadores.
Conclusión
Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas refleja la vida del violinista a través de un camino personal y artístico muy emocionante. Gracias a su historia, se habla de temas imprescindibles como la inmigración, el talento y la lucha por cumplir su sueño. De igual manera, ofrece unas declaraciones y archivo histórico muy rico, que permite al espectador conectar sin problemas con el artista. Por otro lado, la estética y cuidado visual del documental es excelente, con unos aspectos muy artísticos y un detalle por la sensibilidad certero. El montaje, a veces, peca de temple, pidiendo una mayor ligereza, pero se compensa con momentos realmente emocionales. El viaje de un artista que demuestra cómo la música y la perseverancia pueden llegar a ser el salvavidas magnánimo necesario.
Malikian no merece fama alguna. Este personaje no solo hace gala de su «virtuosismo» desafinando mientras se contorsiona desencajado, sino que encima tiene el valor de criticar a los músicos ‘clásicos’ siempre que tiene ocasión, para excusar su falta de disciplina y de estudio…
Qué violinista más malo, en todos los sentidos; porque hay que ser mala persona y tener más cara que espalda para faltar al respeto a la Música de la manera en que él lo hace y estafar así a la pobre gente (analfabeta e ignorante), aprovechándose del mediocre nivel intelectual y cultural de este país de pandereta, donde la gran mayoría no tiene oído ni conocimientos musicales.
Nunca comprenderé como este 'artista' pop puede incluso tener imitadores que aspiran a ‘ser como él’, habiendo violinistas actualmente de la talla de Leonidas Kavakos o Isabelle Faust. Sí, me refiero a esos enormes músicos clásicos a los que él siempre critica - si nos remontamos al pasado podríamos hablar también de Oistrakh, Kogan, Heifetz, etc. Esos sí son y fueron buenos violinistas, muy diferentes del Malikian de hoy en día: un tipo sin ninguna calidad de sonido, que aprieta y que hace años que ya no estudia (por eso tiene que tocar amplificado y ecualizado); el ‘músico’ que guarrea y desafina más que ningún otro profesional (clásico, jazz o pop) que yo haya escuchado en toda mi vida… Porque se puede hacer música de calidad sin importar el género, pero a Ara no le da la gana porque es más fácil y cómodo vivir del cuento.
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Malikian no merece fama alguna. Este personaje no solo hace gala de su «virtuosismo» desafinando mientras se contorsiona desencajado, sino que encima tiene el valor de criticar a los músicos ‘clásicos’ siempre que tiene ocasión, para excusar su falta de disciplina y de estudio…
Qué violinista más malo, en todos los sentidos; porque hay que ser mala persona y tener más cara que espalda para faltar al respeto a la Música de la manera en que él lo hace y estafar así a la pobre gente (analfabeta e ignorante), aprovechándose del mediocre nivel intelectual y cultural de este país de pandereta, donde la gran mayoría no tiene oído ni conocimientos musicales.
Nunca comprenderé como este 'artista' pop puede incluso tener imitadores que aspiran a ‘ser como él’, habiendo violinistas actualmente de la talla de Leonidas Kavakos o Isabelle Faust. Sí, me refiero a esos enormes músicos clásicos a los que él siempre critica - si nos remontamos al pasado podríamos hablar también de Oistrakh, Kogan, Heifetz, etc. Esos sí son y fueron buenos violinistas, muy diferentes del Malikian de hoy en día: un tipo sin ninguna calidad de sonido, que aprieta y que hace años que ya no estudia (por eso tiene que tocar amplificado y ecualizado); el ‘músico’ que guarrea y desafina más que ningún otro profesional (clásico, jazz o pop) que yo haya escuchado en toda mi vida… Porque se puede hacer música de calidad sin importar el género, pero a Ara no le da la gana porque es más fácil y cómodo vivir del cuento.