El pasado 13 de abril se estrenó Asesinato de un fotógrafo, obra teatral escrita y protagonizada por Pablo Rosal. Bajo la dirección de Ferran Dordal i Lalueza, es un thriller detectivesco que hace un homenaje al género noir. Asimismo, se convierte en una experiencia sonora que busca en algún momento parodiar este género de suspense. Después del éxito de "Los que hablan", supone el regreso de Rosal al Teatro de la Abadía, donde estará hasta este 23 de abril.
Título: Asesinato de un fotógrafo Título original: Asesinato de un fotógrafo
Reparto: Pablo Rosal
Duración: 85 min. apróx. Dirección: Ferran Dordal i Lalueza Dramaturgia: Pablo Rosal Fotografía: Noemí Elias Bascuñana
Concepto escénico y diseño de vestuario: Sílvia Delagneau
Diseño de escenografía: Maria Alejandre
Espacio sonoro y música: Clara Aguilar y Pau Matas
Diseño de iluminación: Mingo Albir
Ayudantía de dirección: Mònica Almirall
Dirección artística: Maria Alejandre
Asistente dirección artística: Oriol Duran
Gráfica: Pablo Shenkel
Colaboración especial: Josep Maria Gassó
Agradecimientos: Albert Salord, Carla Schroeder, Irena Visa, Myrta Anadón, Ascensor Cocktail Bar, Bar Raïm, Galeria Esther Montoriol, Kipps Agramunt, Llibreria la Memòria, Llibreria Nollegiu, Primavera Sound y Transports Metropolitans de Barcelona Producción: Sala Beckett
Tráiler de 'Asesinato de un fotógrafo'
Sinopsis de 'Asesinato de un fotógrafo'
Asesinato de un fotógrafo sigue las pistas de una misteriosa nota seguida de un crimen, donde el detective privado Julio Romero recorre la ciudad encontrándose con una serie de personajes, todos ellos sospechosos del asesinato del fotógrafo Franz Ziegetribe. La observación y la intuición guiarán sus pasos. Toda escena de un crimen es una puesta en escena. Todo cadáver inaugura un relato. El relato es el discurso del criminal. Desmantelar un relato es encontrarse con el funcionamiento de la vida. De esta manera, asistiremos a un clásico proceso de investigación con todo el regusto del género noir adaptado a las leyes del teatro. El deleite por la traslación de dicho género a nuestro tiempo regado por una poética posmoderna constituyen el núcleo de la propuesta. (TEATRO ESPAÑOL).
Contando se hace el relato
Una combinación del género del suspense y policíaco se unen a la tradicional transmisión oral de las historias en Asesinato de un fotógrafo. Pablo Rosal apuesta por una dramaturgia que no busca una interacción teatral al uso, sino que se centra en la palabra y en un formato que responde más al arte de relatar que de interpretar. Por ello, el análisis de la historia pone el foco en la enriquecedora maestría con la que se maneja el vocabulario utilizado, mediante una literatura muy bien traída. Con lo cual, en ese sentido, se puede probar el talento de Rosal a la hora de utilizar los elementos narrativos y el bagaje que se halla en su léxico, no solo por el cuidado y los distintos términos a utilizar, sino también por la musicalidad que se desprende de ellas.
Por tanto, es un relato que ha nacido para ser escuchado o leído, en los párrafos siguientes, se analizará como se desarrolla en un contexto escénico y teatral. Por lo que, en este apartado, se habla del desarrollo meramente narrativo. Desde el principio germina y establece unas bases comunes al género al que desea homenajear, logrando esculpir este sello de identidad durante toda la pieza. Por ello, a pesar de tener puntos de comedia, la intriga de querer saber el desenlace, se mantiene a lo largo de toda la pieza. Gracias a ello, pese a no tener grandes sobresaltos y mantenerse de una forma lineal constante, consigue obtener la atención del espectador. Sin embargo, no es una obra para todos los públicos, presenta momentos en los que el ritmo es verdaderamente sosegado, así como exige una atención máxime para no perder el hilo.
Ante el micrófono
Además de escribir Asesinato de un fotógrafo, Pablo Rosal también es el único intérprete sobre las tablas, con lo que ello conlleva. Sin embargo, desde el principio, se puede ver que el dramaturgo y actor está encantado en este proyecto, disfrutándolo bajo el prisma que busca. En primer lugar, hay que aplaudir su excelente trabajo como narrador, con un uso de la voz exquisita, tanto en la manera de masticar las palabras, como en la entonación. Incluso, es conveniente destacar que este tipo de formato escénico haría aguas sin una persona que aporte esa personalidad al parlamento, algo que consigue hacer Rosal y mantiene de principio a fin. Junto a ello, acompaña las palabras de una leve gestualidad, que evita distracciones, pero sirve como vehículo para que no sea excesivamente llano.
Después, su movimiento escénico durante la función lo ejecuta de una manera orgánica, con la comodidad con la que afronta toda su propuesta dramática. También se agradece que aporte distintas tonalidades y formas en las voces, dando personalidad y sabiendo diferenciar a cada uno de los personajes que aparecen en la historia. Por lo que, indudablemente, su función como maestro de ceremonias la cumple absolutamente. Únicamente, se puede echar en falta más momentos de interacción con el espacio, pero ello viene más desde la dirección y la propuesta, que de su labor como intérprete. Aun así, regala un momento de puro dinamismo con una escena en la que se presta a la música y logra cautivar a la audiencia. Con lo cual, se puede decir sin problema que el alma de la obra es Rosal y sin su trabajo sería muy complicado sostenerse.
No es una obra al uso
Uno de los primeros aspectos a destacar de Asesinato de un fotógrafo es que no es una obra que siga los parámetros estándar del teatro textual, sino que apuesta por una estrategia basada en la palabra y en lo visual, mediante una composición digital de distintas imágenes. Por lo que, dificulta un dinamismo más claro, siendo más cercano al ritual del narrador oral, que incluso el monólogo. Por tanto, si no se espera este tipo de género, puede causar algo de incertidumbre al principio de la pieza. Asimismo, el ritmo mantiene una tesitura constante, al mismo compás en casi toda su estructura, lo que hace que se exija a los asistentes mantener su atención únicamente con el estímulo de la voz y las distintas imágenes que se ven en pantalla. El uso del micrófono para el efecto que aporta en el montaje es muy acertado.
A pesar de apreciarse el valor del libreto, se echa en falta que halla más elementos en el espacio sonoro. Se aplaude la decisión de una banda sonora acorde, que fomenta una atmósfera muy bien definida, pero se extraña que haya una mayor riqueza en el paisaje musical. En consecuencia, hay pasajes en los que se podrían exprimir más los efectos de sonidos, otorgando golpes de efectos que rompan con la linealidad que termina por conquistar todo el sello de identidad de la pieza. Después, la composición visual está bien planteada, con imágenes que contextualizan y orientan al público fácilmente. Por otra parte, el vestuario seleccionado para el protagonista termina de cumplir con los aspectos comunes al “cine negro”, con la vestimenta que se puede esperar de un detective privado. En conclusión, es un homenaje bien planteado, pero su ejecución no es totalmente accesible.
Conclusión
Asesinato de un fotógrafo triunfa en su cuidado y en la riqueza de la palabra que hay en su libreto. Por tanto, es una experiencia sonora llena de matices, con una historia de suspense, pero que exige una concentración máxime. Por tanto, a nivel técnico, incorpora una visión más cercana a la narración oral, apoyada en unos audiovisuales atractivos. Sin embargo, su ritmo y su estrategia podrían resultar poco accesibles para una parte del público, en especial, por la falta de dinamismo y al mantenerse en una linealidad que no siempre juega a su favor. Después, interpretativamente, Pablo Rosal hace un trabajo impoluto, como un narrador exquisito. Una propuesta distinta que ofrece una recepción mixta, pero donde todos coinciden en la maestría del léxico y el suspense utilizados.