Bastión 36 es un thriller de nacionalidad francesa, de carácter policial, que sigue los pasos de un controvertido policía en una investigación que atañe a sus compañeros. El director de la película es Olivier Marchal (Los Lioneses, Bronx), y en el reparto encontramos a Victor Belmondo (Deja de Decir Mentiras), Tewfik Jallab (Nuestra Vida en Borgoña) o Yvan Atttal (Jugando con fuego, Maestro(s)). Se estrena internacionalmente en Netflix el 28 de febrero de 2025.
Crítica de 'Bastión 36'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Bastión 36
Título original: Bastion 36
Reparto:
Victor Belmondo (Antoine Cerda)
Tewfik Jallal (Sami Belkaïm)
Yvan Attal (Charles Balestra)
Juliette Dol (Hanna Levasseur)
Soufiane Gerrab (Richard Esteves)
Lydia Andréï (Cécile Wagner)
Jean-Michel Correia (Karim Mahmoudi)
Erika Sainte (Alexandra de Brandt)
Año: 2025
Duración: 124 minutos
País: Francia
Director: Olivier Marchal
Guion: Olivier Marchal. Novela: Michel Tourscher
Fotografía: Denis Rouden
Música: Erwan Kermorvant
Género: Thriller
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'Bastion 36'
Sinopsis
Cuando lo expulsan de su unidad, un agente conflictivo investiga, por su cuenta y de forma clandestina, quién es el responsable del misterioso asesinato de sus compañeros. (Netflix)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un mundo implacable
En Bastión 36 el mundo policial carece de cualquier tipo de glamour, estilización o, por así decirlo, encanto. Se trata de un policíaco callejero, sucio, áspero y violento. Como mandaban los cánones que William Friedkin estableció en los años 70 con "The French Connection" (1971). En Netflix hay ejemplos más cercanos, como por ejemplo "Bac Nord" de Cédric Jimenez (2021).
Una virtud de Bastión 36 es que de inicio juega al ataque, y pronto nos vemos inmersos en un dispositivo de seguimiento plasmado con intriga y con unos interesantes toques de acción. Más allá de alguna conexión posterior con el desarrollo del argumento, este preámbulo nos sirve para conocer tanto al protagonista como a sus compañeros dentro del BRI (una brigada dentro de la policía judicial francesa). El antedicho protagonista es Antoine Cerda (Victor Belmondo, nieto nada menos que de Jean-Paul Belmondo), un agente taciturno y en apariencia atormentado, que tiene un comportamiento peculiar y algo autodestructivo.
Antoine, por razones más justificadas que se muestran según avanza la película, participa en brutales peleas clandestinas, las cuales le granjean problemas con sus superiores. Finalmente es expulsado de su unidad y trasladado a otro destino. Una vez pasados seis meses, varios de sus antiguos excompañeros son asesinados. En este punto Antoine decide investigar por su cuenta.
París, bajos fondos
La ambientación de Bastión 36 se basa en lugares absolutamente dominados por el hampa, aboliendo cualquier resquicio de luminosidad. Esto es un reflejo también de la psiquis de los personajes, que en su mayoría tienen una caracterización poliédrica. Lo mismo son protectores de la ley, que la conculcan sin muchos reparos éticos. Y es que esta película es de las que podríamos llamar de "asuntos internos". El enemigo no solamente está afuera de la ley, a veces el adversario es interno. Un tema interesante es la rivalidad entre distintos cuerpos de policía. En la película se mencionan dos, el BRI, y el BAC. Cada uno con sus problemas y jurisdicciones.
A decir verdad, la profundización en el entramado policial constituye un problema en el ritmo de Bastión 36 que, tras un inicio ágil en el que no cuesta introducirse, va volviéndose algo embarullado y digresivo. Todo el metraje no está a la misma altura y en su tramo central nuestra atención se puede disipar. Ello se puede ver compensado por cierto afán de caracterizar psicológicamente a su personajes principal, Antoine, para explicar en parte su carácter. Esto conecta con una pertinaz mala suerte que sufre, y que es una especie de fatum adverso, lo que da cierto aire de tragedia griega.
Otro tema de la película es el de la lealtad puesta a prueba, los compromisos que adquirimos con nuestra gente cercana y dónde acaba y empieza la camaradería. Podríamos hablar incluso de decepción, de un áspero desencanto. Aquí es de interés señalar que el director Olivier Marchal fue agente de policía en los ochenta, así que suponemos que conoce el paño con el que se teje el argumento.
Pudo estar mejor
Bastión 36 tiene algunos elementos de provecho. A modo de ejemplo podemos señalar que su visión desencantada lo es con motivo, su estilo combina un thriller callejero contemporáneo con la parquedad propia de la tradición del Polar francés, y tiene ese toque de grisura policial al estilo del Sidney Lumet de Serpico (1973). No obstante, la película no alcanza todo su potencial.
Por un lado, hay un problema de ritmo en torno a la mitad de la película, cuando la tensión no llega a desaparecer pero se disipa respecto al tono punzante del inicio. Asimismo cabe señalar que las actuaciones no son particularmente destacables. Por mucho que se quiera capturar a los protagonistas lacónicos del Polar francés, también hay ciertos problemas de carisma. Del mismo modo, el toque a ratos coral no está empleado con el carácter expositivo que debiera, produciendo perplejidad, máxime cuando la demarcación de los diferentes cuerpos de policía nos es ignota.
Olivier Marchal tiene oficio. Como botón de muestra baste ver los Los Lioneses (2011), un buen thriller de ámbito criminal, y consigue mantener a flote la película un tiempo. Pero más más allá de ello, tampoco se sustrae a algunos de los lugares más o menos comunes del género. Si bien su aspereza hace subir enteros al conjunto. Su puesta en escena tiende a la sencillez y al verismo, prefiriendo las localizaciones incómodas de bajos fondos que tienden a lo lúgubre. Las escenas de acción y persecución no son malas, y mantienen nuestro interés.
Conclusiones de 'Bastión 36'
Bastión 36 es rudo thriller policial donde la desesperanza campa a sus anchas. Su puesta en escena a ras de suelo es pertinente y coherente, pero falta una narración más fluida y que no incurra en tantas irregularidades. Pero justo es decir también que tiene segmentos aprovechables, sobre todo en su eléctrico inicio y en el verismo en los tramos violentos. Lástima que su metraje se estire más de lo debido y que caiga en cierta monotonía, pues la propuesta tiene validez.
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