BigBug es una mezcla de comedia satírica y ciencia ficción distópica donde se explora la relación dependiente del hombre con la tecnología, particularmente con la robótica, allá por el año 2045. Se trata de una producción francesa dirigida por Jean-Pierre Jeunet (Amelie, Delicatessen) y protagonizada, entre otros, por Elsa Zylberstein (Hace mucho que te quiero, Una bolsa de canicas), Isabelle Nanty (Verano del 85, Amelie) y Stéphane De Groot (El juego, Mi casa en París). Se estrena mundialmente en Netflix el 11 de febrero.



BigBug

Crítica de 'BigBug'

Ficha Técnica

Título: BigBug
Título original: BigBug

Reparto:
Elsa Zylberstein
Alban Lenoir
Isabelle Nanty
Youssef Hajdi
Claire Chust
François Levantal
Claude Perron (Monique)
Stéphane De Groodt
Dominique Pinon
Sébastien Gill (Doublure Yonyx 1)
Guy Donald Koukissa (Actor)
Koukissa Guy Donald (Actor)

Año: 2022
Duración: 109 min.
País: Francia
Director: Jean-Pierre Jeunet
Guion: Jean-Pierre Jeunet, Guillaume Laurant
Fotografía: Thomas Hardmeier
Música: Raphaël Beau
Género: Comedia. Ciencia ficción
Distribuidor: Netflix

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Tráiler de 'BigBug'

Sinopsis

En 2045, la inteligencia artificial es omnipresente; tanto, que la humanidad depende de ella para satisfacer todas sus necesidades y deseos... incluso los más íntimos y retorcidos.

En un tranquilo barrio residencial, cuatro robots domésticos deciden súbitamente secuestrar a sus dueños en su propia casa. Atrapados entre cuatro paredes, una familia no demasiado bien avenida, una vecina indiscreta y su eficiente androide sexual se ven obligados a soportarse en una situación cada vez más delirante. Mientras tanto, en el exterior, la generación más avanzada de robots —los Yonyx— intenta conquistar el mundo. Y pese a que la amenaza es cada vez más inminente, los humanos prefieren hacer oídos sordos, dejarse llevar por los celos y humillarse entre ellos ante la mirada perpleja de sus robots domésticos.

Tal vez sean los robots los que tengan alma. ¡O tal vez no! (Netflix España)

Dónde se puede ver la película



La humanidad en el 2045

BigBug es una agradecida anomalía que viene a suplir los casi diez años de ausencia en el cine por parte de Jean-Pierre Jeunet, lo que además significa el regreso de su insólito barroquismo visual y su peculiarísima forma de plasmar la vida. Viene incluso con un estilo travieso que puede recordar, con matices, a su periplo por los 90, con películas como Delicatessen (1991), o La ciudad de los niños perdidos (1995). El argumento tiene lugar en el año 2045, en un futuro automatizado donde la asistencia de los robots hasta en el menor de los menesteres ha convertido al ser humano es una especie de niño mimado tecnócrata.

Alice (Elsa Zylberstein) comparte esta faceta del mundo futuro, pero siente aún cierto respeto por los objetos antiguos y pretecnológicos, libros incluidos. En su casa está Max (Stéphane De Groot), con quien comparte gustos y a la que trata de seducir inopinadamente a pesar de llevar consigo a su hijo  Léo (Helie Thonant). Justo entonces llega el exmarido de Alice, Víctor (Yussef Hajdi), acompañado de su nueva novia, Jennifer (Claire Chust), y de su hija Nina (Marysole Fertard). Para completar al grupo, todos reciben la visita de Françoise (Isabelle Nanty), la vecina del chalet de al lado.

Mientras están metidos de lleno en sus, un tanto ridículas, discusiones comienzan a tener noticias de que los Yonix, un nuevo modelo de agresivos androides, se revelan contra el ser humano. Ante esta perspectiva los robots domésticos, bienintencionadamente, deciden recluir al grupo de seres humanos para protegerlos. Entre los robots se encuentran la androide Monique (Claude Perron), una inteligencia artificial llamada Einstein, un robot que hace las tareas de la casa, y un juguete infantil. A partir de aquí todo se vuelve una locura.

BigBug
Copyright Netflix

Todo queda en casa

El estilo que imprime Jeunet a BigBug es tan extravagante y colorista que nos puede mover a extremos. Dependiendo de nuestra actitud hacia el propio director nos podrá parece una tronchante sátira, o un empacho de rarezas y colorines. Y es que el director francés, incluso en su vertiente más accesible como Amelie, tiende a ser un artista divisivo. Creador de mundos tan peculiares que llegan a ser algo herméticos. En ese sentido, en el de la extravagancia supina, esta película puede recordar a Delicatessen o La ciudad de los niños perdidos. Aunque no al completo.

No tiene el toque macabro de la primera, ni la oscura ensoñación steampunk de la segunda. O sea, BigBug es peculiar pero hasta ciertos niveles solamente. Narrativamente hay varios segmentos. En el primero de ellos los humanos son encerrados y se ven en la obligación de convivir unos con otros. Ello nos podría lleva a Buñuel y su Ángel exterminador (1962), de una manera más racional y cartesiana, por muy disparatada que sea. El humor viene de la infantilización del ser humano, que al dejar todas sus tareas en manos de máquinas se ha vuelto tremendamente pueril, caprichoso y artificial.

Más adelante se introduce algo de, digamos, intriga al hacer acto de presencia uno de los destructivos y malvados androides Yonix, cuyo propósito para con los seres humanos no es nada halagüeño. Y el tema de la tecnología, sobre todo en lo que a inteligencia artificial se refiere, y su influencia en la humanidad, es otro tema central (por no decir el principal) de BigBug. No obstante, no tira por el camino más transitado, ni tiene un enfoque enteramente apocalíptico. No es, en resumidas cuentas, estrictamente una visión a lo Black Mirror. Y es hora de hablar de los robots domésticos.

Jean-Pierre Jeunet
Copyright Netlix

Buscando lo humano

La visión de la tecnología no es enteramente mala en BigBug. Los robots domésticos se comportan de una forma protectora para con el grupo de humanos. Es más, una vez comenzado el encierro, se preocuparán en parecer lo más humanos posibles. De hecho, comienzan una búsqueda de los humano, que acaba siendo la vertiente más simpática de la película. Empezando por la androide Monique, que parece sentir cierta atracción por Max, y continuando por el robot doméstico,  la intelectual inteligencia artificial Einstein, y el pequeño robot para niños.

En realidad, esto presenta una interesante paradoja. Mientras los humanos se lanzan en manos de la tecnología, esta pandilla de cuatro máquinas parecen comportarse de forma cada vez más humana. El enemigo común serán los Yonix, unos androides militaristas de tendencias totalitarias. De algún modo BigBug es un apuesta por lo humano, y se burla de lo artificial, lo meramente mecánico y brutal. Como diría Rick Deckard una máquina puede ser un beneficio o una amenaza. Y cuanto más nos entreguemos ciegamente a la tecnología peor nos irá.

BigBug
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La plasticidad de 'BigBug'

En una película de Jeunet el sentido estético es fundamental, y BigBug no es una excepción. La fotografía y el diseño de producción son radicalmente coloristas, tienen algo de cartoon delirante y loco. El mundo que nos refleja Jeunet casi parece una enorme habitación de juegos, donde campa a sus anchas un ser humano cada vez más infantil. A esto hay que acompañar la marcada gestualidad de los personajes y los barrocos movimientos de cámara. Ese es el toque Jeunet. Antes muerto que sencillo. Aun así BigBug no tiene el toque oscuro de su época con Marc Caro, pero nos cura de la nostalgia de aquellos días con su consabida locura.

Es positivo ver propuestas plásticas tan rotundas y fuera de lo común como en el caso de BigBug, que tiene la virtud de no dejar indiferente. A los no convencidos la película les parecerá un empacho de colores intensos. Los viejos conocidos del estilo de Jeunet a ratos se encontrarán como en casa. Precisamente que la acción tenga lugar dentro de una casa en casi su totalidad, hace que el desparrame cromático se contenga y nos centremos lo suficiente en los personajes.

Jean-Pierre Jeunet
Copyright Netlix

Una película de personajes

BigBug es como una película coral. Hay una buena cantidad de protagonistas, cuya caracterización psicológica no es muy profunda, pero sí distintiva. Está la artificiosa y egoísta Jennifer, el fatuo y falso Max, la relativamente ingenua y sensible Alice, el inteligente Víctor, la excéntrica androide Monique... Algunos divertidos, y algunos cargantes, pero resulta de interés (p.ej) Monique, entre lo robótico y lo humano, y responsable de unos cuantos buenos momentos de humor.

Más que los personajes, importan las situaciones que se dan y lo que ellas arrojan sobre el comportamiento humano. Dentro de un modo más lúdico, resultan divertidos (aunque algo repetitivo) los denodados intentos de Alice y Max por encontrar un momento de intimidad. De hecho, el sexo tiene cierto peso en la trama a pesar de no haber escenas subidas de tono. Muchos personajes se mueven  por pulsiones sexuales. Quizá Jeunet lo vincula a algo genuinamente humano, aunque burlonamente introduce a un androide especialista en la materia, Greg (Alban Lenoir).

Como burlona y vitriólica es la visión de la humanidad que tiene Jeunet, o al menos del futuro próximo que él nos prefigura. La vertiente siniestra se materializa en el androide Yonix ( François Levantal), representante de una línea de robots tiránicos que profesan una especie de fascismo tecnológico con aversión al ser humano. Pero incluso el antagonista esta caricaturizado, pasado por el filtro de exageración y el barroquismo.

BigBug
Copyright Netlix

Conclusiones de 'BigBug'

Jeunet ha vuelto con una notable y burlona película, que se sirve de un humor heterodoxo para censurar a una humanidad cada vez más fascinada y dependiente de la tecnología. La comicidad es excéntrica y barroca, y aunque previsiblemente no será del gusto de todos, hay inteligencia en bastante de sus observaciones.

Sea como fuere estamos ante una propuesta diferente, plasmada en una comedia de ciencia ficción que a veces flirtea con el defecto de ser cargante, pero que al final acaba saliendo airosa. No es redonda, pero es el interesante regreso de un director, que parece querer volver a sus fuentes aunque de una manera menos radical.

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