Buenos Vecinos del director Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, es una comedia negra que causó sensación en el último Festival de Venecia. En ella, vemos cómo tres familias gradualmente se ven afectadas por la paranoia, el egoísmo y la obstinación. En Buenos Vecinos se combina de forma sutil y elegante la inexpresiva comedia islandesa con el drama psicológico. Todo un éxito de taquilla y crítica en su país de origen, Islandia, elegida en la carrera para los Oscar como Mejor Película de habla no inglesa. Estreno el 10 de Agosto.
Crítica de Buenos Vecinos
Resumen
Ficha Técnica
Título: Buenos Vecinos
Título original: Undir trénu (Under the Tree)
Reparto:
Steinþór Hróar Steinþórsson (Atli)
Edda Björgvinsdóttir (Inga)
Sigurður Sigurjónsson (Baldvin)
Þorsteinn Bachmann (Konrad)
Selma Björnsdóttir (Eybjorg)
Lára Jóhanna Jónsdóttir (Agnes)
Año: 2017
Duración: 89 min.
País: Islandia
Director: Hafsteinn Gunnar Sigurðsson
Guion: Huldar Breiðfjörð, Hafsteinn Gunnar Sigurðsson
Fotografía: Monika Lenczewska
Música: Daníel Bjarnason
Género: Drama. Comedia
Distribuidor: La Aventura Audiovisual
Tráiler de Buenos Vecinos
Sinopsis
Tras una supuesta infidelidad, Atli es expulsado de casa por su mujer, quien no le permite ver más a su hija. Se ve obligado a mudarse a casa de sus padres, que están envueltos en una pelea con sus vecinos debido a que su imponente y hermoso árbol da sombra en el patio de los mismos. Mientras Atli lucha por ver a su hija, la confrontación vecinal se intensifica hasta límites insospechados.
Premios
- Hamptons International Film Festival: Mejor película. 2017
- Seminci de Valladolid: Sección Oficial. 2017
Dónde se puede ver la película
Situemos la acción
La película comienza con imágenes de un matrimonio apático, Atli (Steinþór Hróar Steinþórsson) y Agnes (Lára Jóhanna Jónsdóttir), dos extraños en la cama que ya no se abrazan. Una noche, Agnes se levanta y pilla a su marido con una mano entre sus pantalones mientras observa un vídeo casero porno de él y su ex novia, Rakel (Dóra Jóhannsdóttir). Al principio lo niega, pero ante la evidencia de los hechos acaba reconociéndolo, y ella le echa de casa.
Atli se ve obligado a regresar al hogar de sus padres. Es verano y ha comenzado sus vacaciones. Agnes cambia la cerradura y no contesta a sus llamadas ni deja que vea a la niña. Esto conlleva, entre otras cosas, a desagradables visitas a la guardería y a la oficina de Agnes, así como a una emocionante escena de persecución.
Atli quiere vivir temporalmente con sus padres pero se da cuenta de que su madre, Inga (Edda Björgvinsdóttir), y su padre, Baldvin (Sigurður Sigurjónsson), están en medio de un conflicto con los vecinos. Inga ya no es ella misma después de la muerte presuntamente por suicidio de su hijo mayor. Con la llegada de Atli, su irritación y el consumo de alcohol va en aumento. Ella proyecta su frustración verbalmente en Eybjorg (Selma Björnsdóttir), la nueva esposa del vecino Konrad (Þorsteinn Bachmann). Inga piensa que Eybjorg es demasiado deportiva y atractiva, además de que su perro pastor supuestamente invade su jardín.
El Vecino Konrad les pide que corten el gran árbol que tienen en el jardín porque cubre de sombra todo el porche y a su mujer le gusta tomar el sol. Baldvin, pretende transigir y ceder ante el deseo de sus vecinos, sin embargo, Inga, se niega rotundamente. No se poda ninguna ramita, a pesar de que su árbol quita casi todo el sol del jardín de Eybjorgs y Konrad.
Las mujeres llevan la iniciativa
El germen de la discusión es un árbol que impide el paso de la luz natural a un jardín. Algo que en España pudiera resultar absurdo, en un país como Islandia (donde los árboles son escasos y hay poca luz solar) puede tener cierta relevancia.
De un intercambio de palabras nada cordiales, la cosa se va poniendo cada vez más fea para transformarse en una disputa, y acabar en una verdadera batalla campal, con una pareja invadiendo el espacio de la otra. Surgen auténticos enfrentamientos entre ellos: neumáticos del coche pinchadas, destrozos en sus casas, aparición de gnomos de jardín en poses indiscretas....
En Buenos Vecinos llama la atención como los personajes masculinos son incapaces de tener iniciativas viables para resolver los conflictos y no tienen respuesta al papel dominante de sus esposas. Las mujeres son inducidas en Buenos Vecinos por los celos, la envidia y el enojo reprimido. En la película los hombres parecen retoños, como niños atrapados en un conflicto provocado por sus esposas.
La madre de Atli, Inga, es una mujer emocionalmente inestable y neurótica. Al mismo tiempo es muy creativa, retorcida y enfermiza. Es la fuerza motriz de la disputa vecinal. Su estado de confusión es el producto de una tragedia familiar, la desaparición de su otro hijo, que muchos creen que fue un suicidio.
Toda la disputa sobre el árbol parece provenir del resentimiento mutuo entre dos mujeres: Inga y Eybjorg. Continuos insultos, y arrojo de basura en los setos bien cuidados de ambas partes. Al principio, sus maridos simplemente intentan sofocar la tempestad que parece estar gestándose, pero al final ellos también terminarán compitiendo para ver quien queda por encima del otro. Todo se trata más que de un simple árbol. Se trata de ganar.
Del drama familiar a la comedia negra
Las tramas del hombre adúltero que le pide perdón a su esposa porque quiere seguir viendo a su hija y la de la disputa con los vecinos, avanzan en paralelo a través de una escalada de tensas situaciones que provocarán en el espectador una sensación extraña de risa y lloriqueo.
Lo que parece en un principio una historia sobre los problemas de una pareja, la infidelidad, la custodia de una niña, termina por unos derroteros bien distintos. De las historias cotidianas de una pareja, de un drama familiar, pasamos sin darnos apenas cuenta a la comedia negra.
En Buenos Vecinos, el director islandés Hafsteinn Gunnar Sigurðsson combina a la perfección y de forma muy elegante, el sutil estilo árido del norte de Europa con una trama dramática llena de humor negro. Cuanto más dura se vuelve la película propiciada por las tensas situaciones, más absurdo nos parecerá todo.
Conclusión de Buenos Vecinos
El tema frontal y central de la película no es la pequeña disputa. El árbol es un pretexto, un símbolo para reflejar un torrente de frustraciones reprimidas de un grupo de personas en un momento de crisis en sus vidas. Simplemente viven los unos al lado de los otros.
Abrazando el cliché de la impotencia de los vecinos para llegar a un acuerdo sobre la banalidad, Sigurdsson pinta un eficaz retrato colectivo de la neurosis enmarcada como una sátira social. Buenos Vecinos ofrece una visión muy cínica de la humanidad y el amor.
La parte final de la película, más dinámica y clara, es, quizás, lo mejor, especialmente porque no está en sintonía con el resto. Buenos Vecinos tiene algunas dificultades al principio para encontrar un enfoque definido. Durante mucho tiempo es un drama algo desequilibrado y difícil de descifrar por parte del espectador al cambiar continuamente de tono.
Aun así, la película resulta fascinante de principio a fin, porque observamos con angustia como Sigurðsson consigue descarrilar a unas familias sumidas en problemas banales que se desmoronan lentamente, alimentadas por ese único árbol.
Reportaje de Buenos Vecinos en Días de Cine TVE