Lee Chang-Dong nos ofrece Burning en el extraño mercado que es el cine. Ganadora del premio FIPRESCI en el festival de Cannes en la sección oficial a concurso; no hay que ser muy sagaz para comprender que si Burning se estrena en las salas occidentales es porque algún tejido cinematográfico de calidad estratosférica ostenta, ¿es esta una excepción a esa norma impuesta por el mercado surcoreano? Estreno el 19 de octubre. Puedes leer AQUí otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.
Crítica de Burning
Resumen
Ficha Técnica
Título: Burning
Título original: Buh-ning
Reparto:
Yoo Ah In (Lee Jong-su)
Yeun Steven (Ben)
Jun Jong-seo (Shin Hae-mi)
Seong-kun Mun (Lawyer)
Año: 2018
Duración: 148 min.
País: Corea del Sur
Director: Lee Chang-Dong
Guion: Lee Chang-Dong, Jungmi Oh (Historia: Haruki Murakami)
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Música: Mowg
Género: Drama
Distribuidor: Vértigo Films España
Tráiler de Burning
Donde comprar la película
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Sinopsis
Un repartidor llamado Jongsu está trabajando cuando se topa con Haemi, una chica que solía vivir en su vecindario. Ella le pide que cuide de su gato mientras se va de viaje a África.
A su vuelta, Haemi presenta a Jongsu un joven enigmático que se hace llamar Ben, a quien conoció durante su viaje. Un día, Ben le cuenta a Jongsu cuál es su inusual hobbie.
Premios
- Festival de Cannes: Sección oficial a concurso, Premio FIPRESCI. 2018
- Festival de Cine de Toronto 2018 (Special Presentations)
- Candidata a los Oscars 2019 por Corea del Sur
- Selección Festival de Cine de Sitges 2018
Dónde se puede ver la película
De la pluma torcida de Murakami
El protagonista de la película, un escritor que nunca ha publicado, es solo una de las metáforas que encierra una historia fascinante. Escribe a ordenador, en el mundo digital. Aislado, frío y lejos del calor del brioso fuego que genera baile con sus llamas.
Corea del Sur es un país arrebolado; encajado entre las ramas de un árbol trémulo que no sabe hacia dónde mecerse. A veces obedece al aire, en otras ocasiones desafía a sus magistrados, e incluso a su propia tierra. Es un país, en definitiva, de conversación pausada.
Hace unos días cené con unos amigos y me era complicado encontrar el turno para hablar. ¿Dónde encajo yo mis sentimientos, mis palabras? ¿Dónde está el hueco en el que puedo colocar mi corazón? No lo encontré entre las deliciosas carnes, pastas y ensaladas que desfilaron sobre el mantel gris y blanco. El importe era elevado, sabía que me iban a invitar, pero precisaba realizar el simple gesto de sacar la cartera y ofrecer un par de billetes. La conversación, el movimiento veloz, recortado como un collage sobre mis intentos por hacerme notar, me enterraron una vez más en un pozo frío cada vez más estrecho.
Las conversaciones de Burning dejan más espacio para la reflexión. Permiten más que un monosílabo, pues así son las conversaciones en Corea del Sur. Interrumpir al interlocutor es una falta de respeto; dejar una pausa, como una dulce invitación, consiente una fluidez pausada; una relación sexual en la que es más importante el ritmo que la presteza.
Bailes al anochecer
Haruki Murakami escribió el relato con la heterogénea calidad que copan sus novelas, es agradable, imagina comparaciones ingeniosas y su narración es atractiva, pero no siempre acabo por finalizar sus novelas con la agridulce amalgama de sensaciones que suele tratar de transcribir. Ha sido Lee Chang-Dong (director y co-guionista) el encargado de reescribir a Murakami junto con Jungmi Oh (co-guionista) para convertir su relato en una fuerte narración puramente coreana (y no japonesa) con la euritmia particular que baña a los coreanos.
Cinematografía puede referirse a la tercera persona del singular del verbo cinematografiar o al arte de filmar; a esa relación estrecha y húmeda entre la fotografía pura y el cine. La cinematografía de Burning es balsámica, clásica pero con espacio para la sutil creatividad, ya sea en el reflejo de una televisión en un cristal o en el recorte de una puerta sobre un plano que parecía estático. Son toques imaginativos, diseñados con mimo y filmados con garbo. Kyung-pyo Hong, ostenta el cargo de director de fotografía, aunque si se me permite, preferiré referirme a él como cinematógrafo pues es un término con una clase y una belleza que está más en consonancia con la finura de sus imágenes.
La inconmensurable cualidad de escuchar
El relato, entre Faulkner y Murakami, interesa con un magnetismo difícil de explicar. La vida de Lee Jong-Su, ese escritor en busca de un texto que justifique una existencia vacía, atrae como la curiosidad de un gatito inseguro. Ah-In Yoo interpreta a este protagonista con una facilidad y franqueza que hasta dan rabia. Jong-Seo Jeon, actriz primeriza, le da la réplica con talento de curtida. Por último, Steven Yeon completa el triángulo protagonista con un rostro e interpretación que muchos ya conocemos bien en occidente; como era de esperar, él también coloca una interpretación ilustre en el lienzo.
La ceniza de los sueños y de las pesadillas, se suelen depositar, como sedimentos, debajo de la cama. Si el lector de esta crítica se agacha en su alcoba para ojear el suelo bajo su lecho, podrá ver ese polvillo, a veces grisáceo y a veces blanquecino que sueltan las pesadillas y los sueños respectivamente. Burning genera una historia que oscila en ese lugar melindroso donde se queman las ideas de la narcosis. No hay nada fuera de lugar, no hay mentiras ni revelaciones. Pues, por supuesto, estamos ante una película que corresponde a la categoría de drama. Comienza la película, y sus extensos 148 minutos, que quieren hacer que nos arrepintamos de la entrada y su precio, generan un jolgorio de emociones inesperadas.
Conclusión de Burning
Ahí está todo el tiempo. El ribeteado dolor de algo desconocido, de algo que no encaja. ¿Soy yo en esta cena? ¿Es la sonrisa roja del resto de los comensales? ¿Son los colmillos que surgen de los platos? Algo en Burning consigue apresarnos. ¿La vida anodina de Lee Jong-Su? Puede, pero ahí no reside su genialidad. Es su estructura narrativa arriesgada e inteligente, no es novedosa pero sí poco habitual. Está cuidada con tal mimo que resulta imposible no sentir fascinación por ella.
Baila, se asfixia mientras canta algo parecido a un chisporroteo, como un chasqueo de lengua. Estira sus brazos naranjas, rojos y amarillos, no tiene un color claro. Qué extraño es el fuego, qué hipnosis logra con su baile. Qué tristeza deja con el rastro de sus cenizas.
Reportaje de Burning en Días de Cine TVE
Soy descendiente de madre coreana y por ello me he sentido muy identificado con esta crítica. Creo que has captado muy bien lo que Murakami, que no es coreano, quiso decir con esta película, que tampoco dirigió, pero que estaba presente.
La apropiación que hace Lee Chang-Dong del material de Murakami es de la elegancia de un hurto con guante blanco.
¡Saludos!