Si hay una obra veterana en el teatro Lara, esa es Cádiz. El 23 de noviembre de 2019, arribó en la sala Lola Membrives. Tal fue la recepción de la obra que, en la reapertura del teatro tras el confinamiento por la pandemia del COVID-19, se traspasó a la sala Cándido Lara, donde sus funciones tienen lugar desde entonces. Este 2023, se cumplirán cuatro años desde su debut y lo hace ya consolidada como uno de los títulos imprescindibles del teatro. La pregunta es, ¿qué consigue para seguir conquistando al público cuatro años después?
Crítica de 'Cádiz'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Cádiz
Título original: Cádiz
Reparto:
Fran Nortes (Eugenio)
Bart Santana (Miguel)
Nacho López (Adrián)
Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Gabriel Olivares
Dramaturgia: Fran Nortes
Diseño de escenografía: Asier Sancho
Comunicación: Clara Ortega y Angy Abalo
Diseño de luces: Carlos Alzueta
Producción: Teatro Lara, Violeta Ferrer, Helena Salaberria y Clara Ortega
Entrevista al reparto de 'Cádiz'
Sinopsis de 'Cádiz'
Comedia feel-good
Más allá de hacer introducciones a la trama, la cual ya ha sido detallada en otros análisis de temporadas previas, la obra de teatro Cádiz tiene alma de comedia feel-good francesa. No se trata de una etiqueta mala, todo lo contrario. Las producciones galas (especialmente las que se ven en el cine, muchas veces adaptaciones de piezas teatrales) tienen la virtud de utilizar una cobertura de aparente ligereza para realizar un análisis profundo tanto de crítica social como meramente reflexivo o existencial.
Es el caso de la obra dirigida por Gabriel Olivares y escrita por Fran Nortes, quien se queda con el papel de Eugenio para la pieza. Tres amigos de toda la vida son, con todo el cariño del mundo, sinónimo de tres perfectos desconocidos. Dicen que la familia elegida es la más natural, dado que son personas en las que se suele confiar, contárselo todo. Pero esos amigos del alma que se conocen desde que son niños, en muchas ocasiones, termina ocultándose cosas, como si fuesen miembros reales de su familia (¿quién confía plenamente sus mayores secretos a sus padres o sus hermanos?).
Una aparente ligereza que esconde una interesante reflexión sobre la masculinidad
En el caso de la obra Cádiz, toca incidir que se trata de una amistad masculina. Nortes sabe hilar muy bien uno de los grandes problemas de los varones en la actualidad: no se les enseña a expresar sus emociones o sentimientos. Desde niños, se les educa para reprimirlos, pues muestra emocional es tomada como sinónimo de flaqueza o vulnerabilidad. Los “machotes” es una imagen que cuesta derrumbar, poca gente que toma en serio lo esencial que resulta que los hombres aprendan a reconocer sus propias emociones.
Cádiz lo sabe plasmar con tres amigos cuyo desafío es reformular esa amistad que termina siendo un lastre. De ahí, que los tres representen diferentes perspectivas, Miguel (Bart Santana) mira al pasado, Adrián (Nacho López) al presente y Eugenio (Norte) al futuro. Tres puntos de vista que confluyen y provocan que, bajo el barniz de la comedia ligera, se toquen reflexiones sobre la importancia de que la masculinidad (quizás debiese decirse las masculinidades, dado que cada varón es un mundo) necesita una gran reformulación, dentro de una realidad más igualitaria en la que los hombres buscan su sitio y lo hacen entre el desconocimiento, la ignorancia sabida y las ganas de aprender.
Conclusión
La obra de Cádiz funciona también por la química de sus tres actores protagonistas. Fran Nortes, Bart Santana y Nacho López ya llevan bajo sus espaldas a Eugenio, Miguel y Adrián desde hace cuatro años. Defienden sus personajes magníficamente, transmiten esa sensación de que son auténticos amigos de toda la vida. A ello se suma unos momentos en los que se rompe la cuarta pared que impulsan esa sensación de estar ante una historia cotidiana y que esos amigos bien podrían ser los propios espectadores y hasta conocidos.
Ahí está la magia de Cádiz, esa que consigue conquistar al público ya durante cuatro (y, la verdad, que sean muchísimos más). Porque el disfrute de esta obra es como el reencontrarse con esa cuadrilla de la adolescencia y abrazarla a sabiendas que el tiempo ha pasado, que nada es lo mismo y que, precisamente, el que no lo sea lo hace más interesante.
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