El escenario del Teatro Lara es el encargado de acoger Cádiz, obra escrita por el actor Fran Nortes, dirigida por Gabriel Olivares. Una comedia arraigada en la cotidianeidad contemporánea, uno de los sellos de identidad que busca el teatro con varias de las obras que se presentan en su programación. Un éxito entre el público que ha colgado durante varias semanas el cartel de "localidades agotadas". Protagonizada por el mismísimo Nortes, cuenta también con Bart Santana y Nacho López. Una producción del Teatro Lara junto a Escena y La Candela, que se puede disfrutar los sábados y domingos en la Sala Lola Membrives.
Crítica de 'Cádiz'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Cádiz
Título original: Cádiz
Reparto:
Fran Nortes (Eugenio)
Bart Santana (Miguel)
Nacho López (Adrián)
Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Gabriel Olivares
Dramaturgia: Fran Nortes
Diseño de escenografía: Asier Sancho
Género: Comedia
Producción: Teatro Lara, Escena y La Candela
Tráiler de 'Cádiz'
Sinopsis de 'Cádiz'
Cruce de caminos
El paso del tiempo y la amistad son los temas principales de Cádiz, obra escrita por Fran Nortes y dirigida por Gabriel Olivares. El guion busca ilustrar en tres personajes la dificultad que supone madurar y los cambios que se producen en los grupos de amigos de toda la vida. Sin embargo, se aleja de la profundidad en torno a estos cambios y aunque lo acoge desde el humor, no termina de entrar en las vísceras del conflicto y revolotea en un plano en el que no brilla la intencionalidad de su autor. Hay pinceladas que muestran al espectador cuál es el mensaje que se pretende hacer llegar, pero se queda en unos diálogos ligeros en los que la emoción se ve mermada y no se saca partido a los cambios vitales que se enseñan en la obra.
La personalidad de los protagonistas es clara, aunque ciertamente funciona más en la evolución del personaje de Eugenio. Es coherente y se dan detalles de cierta complejidad narrativa. En contraposición, con Miguel, presenta el arquetipo de Peter Pan, pero no se estanca y Nortes ha sabido modular su naturaleza para ser el pegamento en la historia entre los otros dos amigos. Sin embargo, la concepción de Adrián entra en el complicado mundo de la comedia del cliché, que no termina por sublimarse y se queda en un estado que no permite desarrollar más la esencia del personaje. Otro de los puntos que no terminan de cumplir su función son los diálogos. Se mantienen en lo políticamente incorrecto, pero pueden no percibirse como crítica o espejo social, llevándolo a un nivel con cierta falta de emoción y realismo.
La importancia del actor
La forma en la que Cádiz aplaca las flaquezas del texto se encuentra en sus actores. Fran Nortes, Bart Santana y Nacho López son los encargados de dar vida a Eugenio, Miguel y Adrián, respectivamente. En el caso de Nortes, se puede ver en su interpretación la ruptura con la masculinidad generalizada y prejuiciosa que hay en la sociedad, para dar un trabajo que parte desde la humanidad. Lo dota de contradicción y sentimiento, lo que lleva a comprenderse mejor lo que el guion no consigue. Se agradece que haya podido mostrar esa faceta más enriquecida de claroscuros. Por su parte, Santana entiende la personalidad de su personaje y juega con esa comicidad que lo hace entrañable. Maneja perfectamente el espacio y el tiempo, metiéndose en un trabajo actoral dinámico y orgánico. Conecta con el espectador y tiene una luz especial en su forma de interpretar.
Luego, López da una actuación muy profesional en la que demuestra las tablas que tiene en el mundo interpretativo. Pese a ser el que tiene una menor realización en el guion, no le impide brillar al mismo nivel que sus compañeros. Es fresco y utiliza muy bien el lenguaje no verbal, atina en la manera de resolver los picos de los momentos más hilarantes y se muestra cómodo. Es el ejemplo de cómo un actor puede ser el que mejore sustancialmente un libreto que no se lo permite.
La energía entre los tres actores es absolutamente excelsa, se puede ver una gran química sobre el escenario y una comodidad interpretativa que se extrapola a los espectadores. Son lo mejor de la obra. Pese a ello, se ven menguados por los puntos mejorables que presenta la obra en su conjunto.
Una cena entre amigos ¿y más?
El montaje que se presenta en Cádiz se realiza desde un prisma en el que se busca el dinamismo y el movimiento. La realidad es que la puesta en escena sabe jugar perfectamente con el espectador y sabe realizar los cambios de escena de una manera eficaz. Dominan los elementos de la puesta en escena para darle ritmo y mantener vivo el escenario. La propuesta ha sido creada con inteligencia y se puede ver claramente el nivel compositivo que hay detrás. No se queda ningún componente fuera de lugar o sin unan justificación creativa detrás. El vestuario seleccionado es perfecto y tiene detalles que se agradecen durante la obra, aunque haya algún cambio que no termine de entenderse en la manera que se produce, no influye negativamente en el resultado.
La música y la iluminación se han desarrollado desde un nivel más sutil, pero que, sin duda, dan esos toques de color, que provocan las risas en el público. La coreografía en los actores es excelente y el ritmo en ningún momento pierde su vigor. Aún así, chirrían las transiciones a modo de narración. No terminan de casar con el resto de aspectos técnicos que se desarrollan durante la obra. Lo mismo ocurre con la disposición de los asistentes dentro del escenario, que no se encuentra el sentido, al igual que ocurre con la ruptura de la cuarta pared. La interacción con el público suele potenciar la empatía del espectador, pero en este caso, puede no resolver así y se convierte en un factor que no luce y se convierte en residual. Se puede prescindir de él. En su conjunto, es notable, pero con ciertas irregularidades.
Conclusión
Cádiz es una obra en la que el guion no termina de funcionar y se queda en el proceso, sin profundizar en el mensaje que se quiere transmitir. Los diálogos no van más allá de la ligereza del aspecto general de la pieza y no llegan a la emoción que se plantea. Muestra flaquezas, que no terminan por resolverse. Sin embargo, Fran Nortes, Bart Santana y Nacho López mejoran el resultado con unas interpretaciones soberbias. Brillan y ofrecen unas actuaciones que sí conectan con el espectador. Tienen una química excelsa entre ellos y eso se palpa en el ambiente. La puesta en escena es dinámica, está en constante movimiento y mantiene el ritmo, aunque presenta diversas irregularidades. Una cena de amigos que se desarrolla de una manera excesivamente “feel-good”, quedándose en un plano superficial. Un mensaje con potencial que no termina de explotar.
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