Melina León realiza su estreno en el mundo del largometraje con Canción sin nombre, una co-producción hispano-peruana. Además, se ha convertido en una de las películas peruanas con más premios en distintos festivales, acumulando un total de 33 galardones, sumando también 16 nominaciones. Sería conveniente destacar su nominación a la Cámara de Oro en el Festival de Cine de Cannes, el Premio FEISAL y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Viña del Mar. Asimismo, arrasó en el Festival de Cine de Ceará con cuatro premios, unido a la Mención Especial del Jurado a mejor película de ficción en el Festival de Cine Latino de Biarritz. Llega a los cines españoles este 2 de octubre de 2020.
Crítica de 'Canción sin nombre'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Canción sin nombre
Título original: Canción sin nombre
Reparto:
Pamela Mendoza (Georgina)
Tommy Párraga (Pedro)
Lucio Rojas (Leo)
Ruth Armas (Marta)
Maykol Hernández (Isa)
Año: 2019
Duración: 97 min
País: Perú
Dirección: Melina León
Guion: Melina León y Michael J. White
Música: Pauchi Sasaki
Fotografía: Inti Briones
Género: Drama
Distribución: Begin Again Films
Tráiler de 'Canción sin nombre'
Sinopsis de 'Canción sin nombre'
Inspirada en hechos reales, Canción sin nombre es la historia de Georgina Condori, una mujer andina cuya bebé recién nacida desaparece misteriosamente. En medio del caos político de la época, Pedro Campos, un joven periodista limeño toma a su cargo la investigación y emprende junto a ella la desesperada búsqueda. Ambientada en los años ochenta, la cinta tiene lugar en plena crisis económica y auge de Sendero Luminoso, el Partido Comunista del Perú. (BEGIN AGAIN FILMS).
Dónde se puede ver la película
El desgarro de la oscuridad
Perú realiza una búsqueda de su historia a través de Canción sin nombre, el debut cinematográfico de Melina León. Desde el principio se va tejiendo una historia que contrasta perfectamente los años oscuros de la historia peruana, junto con la desigualdad social entre la capital y las otras ciudades más rurales. Por lo cual, la desaparición del hijo de Georgina es el punto de anclaje de una telaraña que refleja una realidad difícil y compleja. De esta forma, empiezan a tornase dos relatos que confluyen perfectamente, aportando una a la otra y dando unas pinceladas de cotidianidad, que se mezclan con una buena exposición de la desesperación. Por este motivo, no es extraño que consiga emocionar y dejar un poso de reflexión sobre el espectador. Gracias a ello, sorprende en su ejecución, que sigue una estela parecida a “Roma”, pero con un ritmo más ágil.
Por esta razón, se dibuja un buen episodio de la realidad peruana, que se vio atacada por una política invadida por la corrupción y con el miedo del terrorismo, a manos de Sendero Luminoso. En consecuencia, el guion sabe darle importancia a estos atributos socioculturales, sin dejar de poner en el foco en la historia principal. Por ende, se ven influenciados y se toman en consideración, pero la carga emotiva no cede ante un relato histórico, algo que se agradece, ya que ahí es donde sentencia su sello personal e intimista. Únicamente, en la trama en torno al periodista, se podría esperar menos facilidad en la resolución del conflicto, al igual que un desenlace certero, pero descafeinado. Al contrario que el final de Georgina, que se convierte en pura poesía narrativa, donde no hace falta más que el silencio y una canción para transmitir todo el recorrido que lleva dentro.
En busca de la verdad
La gran sorpresa en Canción sin nombre es Pamela Mendoza, la cual da vida a la principal protagonista, Georgina. Para comenzar, se ve esa timidez e ingenuidad de un ambiente menos desarrollado, en cuanto a económicamente y lo cosmopolita se refiere. Después, su arco de transformación se produce con escenas donde lo aborda desde el sentir, con un uso del grito y de la angustia excelentes. Con lo cual, se ve un registro apropiado, donde en ningún momento se queda estancada. Además, tiene una energía magnética, donde esa inocencia, lucha, pérdida y amor se conjugan en su manera de relacionarse con el espacio. Por dicha razón, se encumbra como la interpretación más humana de la cinta, al enseñar y exponer esa vorágine de sensaciones, pero sin caer en la exageración. A consecuencia de ello, se desnuda ante el espectador, de manera figurativa, para dar una actuación profunda.
Por otro lado, Tommy Párraga es la otra pieza de este ajedrez de suspense. Mientras que su templanza y seriedad comulgan con esa personalidad cerrada de su personaje, luego lo equilibra con un trasfondo personal interesante. De alguna manera, a través de esos reflejos de su vida, se permite conocer su manera de actuar y el porqué ese hermetismo, que se rompe durante el desarrollo de la cinta. En cierta modo, sabe llevar ante la pantalla unos momentos en los que buscar la verdad era un riesgo en sí mismo, por lo que esa distancia está justificada. Solamente, hay algunas secuencias donde se desinfla, pero pronto vuelve a retomar el buen ejercicio de la interpretación que se disfruta en el resto de la película. Después, el resto de actores son más circunstanciales, siendo imprescindibles para la ejecución de la acción. Algunos mejorables y otros notables, pero no brillantes.
Los años 80 de un Perú destrozado
La estética elegida en Canción sin nombre para dar rienda suelta a este enclave de suspense sigue esa creación de mirada al pasado. Entonces, se ha apostado por una disposición de la imagen en 4:3, lo que da esa sensación de estar realizando una vuelta al ayer. Junto con ello, la fotografía se ha mantenido en un blanco y negro, que escenifica totalmente esos momentos oscuros que vivió la sociedad peruana. Además, hay que subrayar la gran potencia de la fotografía, que trae unos encuadres que son realmente artísticos. Asimismo, tienen esa particularidad de la mirada, de la contemplación, que elevan aún más el sentimiento y lo creativo. Igualmente, no es un escaparate de lo que pueden hacer, sino que tiene un significado detrás, que establece una conexión directa con el público, que encandila.
Después, la dirección artística es singular, sabe manejar la artesanía del cine, con una buena mezcla de espacios que crean esa dualidad entre la gente del pueblo y la realidad de las ciudades. Sin embargo, no solamente trae esa ambivalencia, sino también en la experiencia vivida, como la ilusión de la maternidad, frente al dolor de la pérdida. En ningún momento se intenta dar un maniqueísmo, sino reivindicar una parte de la historia que es importante no olvidar. Por otro lado, la edición de sonido sobresale en los pocos momentos musicales, trayendo esa parte de la cultura peruana interna, pero flaquea en los arreglos y los efectos de sonido. En consecuencia, hay partes en los que se escucha más el sonido ambiente que el propio diálogo. Por último, un montaje relajado, que busca un relato de sentimientos, pero no de acción, queriendo sumergirse en la introspección junto al espectador.
Conclusión
Canción sin nombre es un buen debut de Melina León, que trae una película llena de alma y suspense. Para comenzar, el guion teje una telaraña de misterios, que se aúna con un relato humano y emocional. Además, hay que destacar el gran trabajo narrativo en torno a Georgina. No ocurre lo mismo con la trama sobre el periodista, que tiene un buen contexto, pero no se arriesga a complicarlo más. A nivel interpretativo, brilla una maravillosa Pamela Mendoza, que sorprende y triunfa ante el espectador con una interpretación desgarradora. Por otra parte, la estética es original, sabe realizar un buen uso del blanco y negro, emanando todas esas sensaciones de un punto de la historia oscura de Perú. Únicamente, habría que mejorar la edición de sonido. Las lágrimas negras de la pérdida y el oscurantismo humano, que reflejan las vidas no escritas del pasado.
Reportaje de Canción sin nombre en Días de Cine TVE
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Acertado comentario...el audio en muchas partes es muy defectuoso en los diálogos.