Chime es un mediometraje de terror que cuenta con una duración de 45 minutos. Dirigida por Kiyoshi Kurosawa (Cloud, La mujer del espía) y estrenada en el Festival Internacional del Cine de Berlín en febrero de 2024. Cuenta la historia de un chef japonés y su rol en una serie de asesinatos en Tokio, mientras profundizamos en la aparente normalidad de la cultura nipona, sus costumbres y su modus operandi del día a día. Todo ello desde la perspectiva de una mente enferma de la que no sabemos su origen ni la razón de sus deleznables actos.
Crítica de 'Chime'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Chime
Título original: Chime
Reparto:
Mutsuo Yoshioka (Takuji Matsuoka)
Tomoko Tabata (Haruko Matsuoga)
Ikkei Watanabe (Makoto Otsuki)
Seiichi Kohinata (Ichiro Tashiro)
Hana Amano (Akemi Hishida)
Junpei Yasui (Sakuma)
Kôji Seki (Yoshizawa)
Giiko (Hiroko Tachibana)
Año: 2024
Duración: 45 min.
País: Japón
Director: Kiyoshi Kurosawa
Guion: Kiyoshi Kurosawa
Fotografía: Kôichi Furuya
Música: Takuma Watanabe
Género: Drama. Terror
Distribuidor:
Tráiler de 'Chime'
Sinopsis
Un estudiante de cocina comenta que escucha una voz que nadie más oye. El resto de alumnos y el profesor no le dan demasiada importancia, pero al día siguiente el chico dice que la mitad de su cerebro ha sido reemplazada por una máquina. El japonés Kiyoshi Kurosawa recupera el terror puro de algunos de sus títulos emblemáticos como Cure o Kairo en un celebradísimo mediometraje de horror existencial estrenado mundialmente en la Berlinale.
Falta de conexión con los personajes
Chime nunca logra que conectemos con sus personajes, quienes permanecen distantes y carentes de motivaciones comprensibles. Aunque la fotografía es destacable y el uso de planos y luces mantiene la tensión, no se construye la mínima curiosidad por el devenir de los hechos. El foco del mediometraje está en la atmósfera y la tensión, reforzadas por una banda sonora efectiva y una paleta de colores fría y aséptica, pero la historia se desarrolla sin que podamos implicarnos emocionalmente con los protagonistas.
Escenarios que sostienen la tensión
Solo vemos en Chime tres tipologías de localización, dos principales y una secundaria. Tanto la cocina como la casa del protagonista denotan la frialdad que el director nos intenta transmitir, con el objetivo de que sinteticemos la tensión calmada con la que convive el protagonista, si bien inquebrantable por momentos. El primero por la tonalidad fría del blanco crudo culinario, mientras que la segunda te atrapa en su simplicidad y minimalismo japonés.
El restaurante donde ocurren las entrevistas se adapta bien a lo que podríamos pensar ocurre en lo más profundo de la mente de un asesino en serie, y se nota en su comportamiento al intentar venderse en la negociación para el nuevo puesto de chef.
Aceptables interpretaciones, personajes excesivamente planos
Sí que es cierto que el trabajo actoral no es para nada malo, pero volvemos a destacar, para mal en este caso, la poquísima profundidad personal e intelectual de los personajes, aun siendo todos ellos contados casi con los dedos de una mano.
Nunca llegamos a entender el porqué cada personaje hace qué, así que solo nos queda asistir a su descenso a la locura sin aparente razón alguna. Nos hace llegar a creer en la normalización de extravagancias achacadas a su cultura, en su frialdad extrema, lentitud de actuación o incluso en metáforas gastronómicas que de nada sirven para convencer al espectador de que lo que está viendo tiene un motivo de peso para ser así.
Acciones sin sentido y preguntas sin respuesta
La acumulación de una burda cantidad de acciones carentes de lógica, motivación ética o explicación narrativa erosiona el interés inicial. Cada escena en Chime parece diseñada para sostener la tensión, pero las incógnitas que se generan nunca reciben respuestas, lo que termina dejando al espectador atrapado en un constante desconcierto. La psicopatía del protagonista no encuentra explicación en su pasado, su entorno ni su personalidad, lo que agrava la desconexión general con la historia y sus personajes.
Conclusión de 'Chime'
Aunque Chime sea una delicia a nivel técnico, el resto de indicadores de buena calidad cinematográfica en el ámbito del terror brillan por su ausencia. Esa lentitud en el desarrollo de los hechos que muchas veces dicta la diferencia entre una película digna de aplausos a otra del montón está manchada por el sinsentido que acapara la entereza del mediometraje.
La cotidianidad familiar o laboral que nos muestra el director, la atmósfera terrorífica y decolorada que crea, seguido de la actual dificultad de armonizar todas nuestras personalidades dependientes de contexto, situación, compañía o lugar, termina siendo muy inferior a la nimiedad del núcleo de esta perturbadora historia, para la que siempre desconoceremos tanto sus causas como sus consecuencias.
Chime logra mantenerte en tensión gracias a su sonido e imagen, pero carece del desarrollo narrativo y emocional necesario para que esa tensión valga la pena.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM