"Cielos": El fin del mundo según Wajdi Mouawad 

Sergio Peris-Mencheta dirige la obra Cielos, del prestigioso escritor libanés-canadiense Wajdi Mouawad. Obra que cierra la tetralogía “La sangre de las promesas” iniciada por Incendios, cuya versión en castellano se estrenó en La Abadía, Litoral y Bosques. Todas ellas con un punto en común: la tragedia que arrastra la humanidad.

Cielos nos lleva a un lugar apartado donde un grupo de criptógrafos, traductores e investigadores trabajan contrarreloj para tratar de impedir un ataque terrorista múltiple que tiene por objetivo provocar una debacle social.

Se abre con una voz, captada y decodificada entre los millones de voces que pueblan el cielo virtual de los mensajes online. Esa voz, que habla en nombre de los hijos devorados por todas las guerras del siglo XX, culpa a los padres de la sangre derramada de generaciones y amenaza con una venganza devastadora: un atentado terrorista de insólitas dimensiones. Pero, como en el mito de Casandra, esa voz que habla de la sangre derramada por los hijos por mandato de los padres, esa voz que proclama la venganza de los hijos multiplicándose en voces que hablan en todos los idiomas, no puede ser entendida por quienes han sido precisamente comisionados por los más altos poderes del Estado para descifrarla. (TEATRO DE LA ABADÍA). 

¿Hay esperanza para la humanidad?

Los atentados del 11-S marcaron el comienzo del siglo XXI. Un siglo convulso en el que la amenaza de un cambio radical de paradigma sobrevuela sobre todos nosotros. Guerras, pandemia, atentados, tragedias migratorias, calentamiento global es el paisaje al que nos hemos acostumbrado. Son las funestas consecuencias de un siglo XX cruel y acelerado. Este contexto, el nuestro, es el que toma como punto de partida Cielos. 

La obra se abre con un monólogo a modo de prólogo trágico en el que una voz distorsionada da una serie de mensajes enigmáticos. Un grupo de cinco especialistas, interpretados por Marta Belmonte, Jorge Kent, Álvaro Monje, Pedro Rubio y Javier Tolosa, se hallan aislados en un búnker. Su tarea, abortar una serie de atentados que serán perpetrados de manera inminente. Para ello es imprescindible además resolver el motivo del suicidio de su especialista en criptografía.

Una propuesta cinematográfica

La propuesta narrativa se acerca a grandes éxitos del thriller más popular, como El código da Vinci, con cuadro clave incluido. El pulso es, en este sentid, absorbente, con la cuestión de la solución de las pistas. Pero es cierto que está entrelazado con momentos más reflexivos que le otorgan una carga poética y filosófica.

Es en esta mezcla de géneros donde la obra no acaba de convencer. La formación y motivaciones del grupo terrorista son más bien alegóricos y la solución de los enigmas está traída por los pelos. El texto precisa que el espectador no sea demasiado exigente en este sentido para disfrutar de la intención última de la obra, una reflexión sobre la violencia, la belleza y la culpa heredada. Es ahí donde Wajdi Mouawad ofrece el sentido trágico que encontramos en el resto de su producción. El verdugo y la víctima son las dos caras de la misma moneda. Un círculo vicioso de violencia y venganza cuya clave está en la poesía y la belleza.

Dentro del búnker

Si algo destaca en la propuesta de Peris-Mencheta es una puesta en escena deslumbrante. Alessio Meloni crea una escenografía a tres niveles, que representan un bosque de estatuas casi fantasmagóricas, el búnker donde tiene lugar la investigación y los cubículos donde conocemos la intimidad de los protagonistas. La iluminación de David Picazo y la videoescena de Ezequiel Romero crean una atmósfera opresiva, que se convierte en una experiencia inmersiva para el espectador.

El elenco de actores, que asume el reto de un protagonismo coral, es otro de los rasgos sobresalientes del espectáculo. Sus interpretaciones resuenan con una intensidad emocional en todos los momentos, desde los más intensos a los más reflexivos.

La tensión crece de manera exponencial a lo largo de la obra y nos ofrece un desenlace sobrecogedor que sirve de catársis, en el sentido trágico del término.

Conclusión

Wajdi Mouawad indaga en Cielos sobre la culpa y la violencia, pero también sobre la belleza y el arte en este thriller dirigido con pulso firme por Sergio Peris-Mencheta. Quizá se trate de la menos convincente de las obras que forman la tetralogía La sangre de las promesas. Claramente es muy inferior a Incendios, la más conocida de ellas, especialmente por la adaptación cinematográfica llevada a cabo por Denis Villeneuve en 2010. Sin embargo, Peris-Mencheta logra ofrecer un espectáculo inmersivo que brilla por su puesta en escena opresiva y unas interpretaciones deslumbrantes. Se trata sin duda de una obra más que interesante para estas tardes de verano en Madrid.

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