La compañía La Casa-Árbol Teatro realiza su primera producción bajo el nombre de Con lo poco que me gustan los niños.Lorena Cervantes escribe y dirige esta pieza teatral, junto a la ayudantía en dirección de Sherezade Garo. Además, Cervantes protagoniza la obra junto a Sara Andrés y Rebeca Solla. Esta comedia reflexiona sobre la diferencia de edad pronunciada en las relaciones sentimentales, así como el significado de la amistad. Se puede disfrutar hasta el 26 de junio en El Corral de Lope, todos los domingos a las 20 horas y el 19 y 26 a las 21 horas.
Título: Con lo poco que me gustan los niños Título original: Con lo poco que me gustan los niños
Reparto: Lorena Cervantes
Sara Andrés
Rebeca Solla
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Lorena Cervantes Dramaturgia: Lorena Cervantes Ayudante de dirección: Sherezade Garo
Escenografía y vestuario: Lorena Cervantes
Diseño de iluminación: Julen G.
Técnica: Sherezade Garo Producción ejecutiva: Lorena Cervantes Producción: La Casa-Árbol Teatro
Sinopsis de 'Con lo poco que me gustan los niños'
Desde pequeñas, Noemí y Andrea han basado su amistad en el simple hecho de que una de ellas es, apenas, dos años mayor que la otra. Es por ello que, cuando Noemí comienza a salir con hombres cada vez mayores la relación de ambas se ve amenazada. Sin embargo, no es hasta que uno de estos hombres –a las tantas de la noche, en mitad de la peor nevada del siglo y justo después de acostarse con Noemí- sale corriendo de la casa de las chicas con una excusa más que patética, que ambas inician una discusión que les costará su amistad. ¿Cómo puedo ser amiga de una persona tan inmadura Con lo poco que me gustan los niños?
Un señor mayor a la fuga, una vecina cotilla -con un comportamiento cuanto menos sospechoso- y un apagón, dan el pistoletazo de salida a esta divertida comedia sobre cómo afecta y ayuda al crecimiento emocional y sexual el tener una pareja notablemente mayor y relacionarte, por lo general, con gente más madura. ¿Qué tienen de bueno los hombres mayores? (LA CASA-ÁRBOL TEATRO).
Relaciones intergeneracionales
Las relaciones sentimentales de por sí tienen una complejidad que pertenece a cada pareja, pero sí se adereza con una diferencia de edad pronunciable, la sociedad ejerce un debate en torno a ello difícil de resolver. Con esta premisa, Lorena Cervantes indaga en ello en Con lo poco que me gustan los niños, a través de una mirada que se aleja de un maniqueísmo de lo que está bien o está mal, sino que reflexiona de una forma inteligente sobre el tema. Además, lo realiza de una manera absolutamente acertada, dado que combina la comedia, ese ambiente distendido, con una introspección llena de matices. Por lo cual, se aplauden propuestas que hagan pensar al espectador con un enfoque totalmente maduro, al mismo tiempo que disfrutable. No es nada fácil sumergirse en un asunto con tantas aristas y hacer reír a carcajadas al público.
También se valora que haga una construcción de todos los personajes lo suficientemente cimentados para otorgar más líneas de pensamiento y explotarlas en escena. Así logra hablar de otras problemáticas como el amor propio, la madurez, la procastinación, la influencia de los referentes en la vida diaria, las taras personales, la amistad y la superación personal. Gracias a ello, lo que comienza en apariencia como una comedia ligera, termina por mostrar que tiene una profundidad muy bien expuesta. Cervantes ha sabido jugar con ese factor emocional y humano, al mismo tiempo que ha fabricado una hilaridad estupenda con puntos muy actuales y cercanos. También hay que señalar que el espectáculo pone la guinda con situaciones auténticamente alocadas, un potencial del que se ha sabido sacar partido. Una vez se termina la obra teatral deja una sensación muy gratificante de haber visto algo genuino.
Amigas de toda la vida
Lorena Cervantes también protagoniza Con lo poco que me gustan los niños, junto a Sara Andrés y Rebeca Solla. En primer lugar, Cervantes se mete en la piel de Noemí, una joven que encuentra especial atracción por los hombres mayores. Desde el principio se puede ver la personalidad que quiere gestar a través de su trabajo interpretativo, llevándolo hasta el final y manteniendo una coherencia dramática estupenda. Por tanto, dibuja una labor sobre el escenario muy bien desarrollada, además de verse el disfrute con el que aborda las escenas más alocadas. También sabe aprovechar aspectos más físicos como el cuerpo, la voz y el movimiento. Sin embargo, no solo lo plantea para brillar ella, sino que rema a favor de sus compañeras y hay una unión entre ellas magnífica y sinérgica.
Después, Sara Andrés formula su personaje en contraposición al de Cervantes, lo que permite que pueda llamar la atención de los espectadores de una forma totalmente distinta. Su Andrea comienza con esa ironía intrínseca y ese intelectualismo que busca sentirse superior. Andrés exprime a su personaje, pero con una naturalidad muy orgánica, lo que hace totalmente verosímil su papel sobre las tablas. Además, su evolución a lo largo de la obra consigue que haya dinamismo y no se estanque en el estereotipo de “amiga borde”. Maravillosa. Por último, Rebeca Solla comienza en una vertiente menos contundente, lo que hace dudar de cómo va a terminar su actuación en la obra. Sin embargo, según va tomando la escena, conquista a los asistentes con un uso de la comedia desternillante. De esta manera, protagoniza algunos de los mejores momentos de la pieza teatral.
Un secuestro, un encierro y una noche movida
Una vez más se reafirma que las producciones de un corte más independiente son capaces de sorprender por la solvencia con la que abordan sus propuestas escénicas. En Con lo poco que me gustan los niños, hay una construcción de la escenografía muy bien planteada, donde se utiliza la reconstrucción del salón de una casa como principal escenario. Ahí se compone de distintos objetos que dan total verosimilitud estética. Además, explotan los fuera de escena, lo que lleva a expandir la zona de acción de una manera eficaz. También se puede deducir el bagaje sociocultural de sus personajes, llevando directamente a los pisos compartidos entre universitarios o gente joven. La vida que cobra con la energía que se constituye hace que el espectador se siente dentro de esa casa. El vestuario mantiene el estilo que se desea dar a los personajes y no cae en clichés innecesarios.
Hay un dinamismo muy bien construido a lo largo de la obra, comienza de una manera más suave, pero no tarda en explotar esa vertiente estrafalaria, con humor tanto físico como hablado. Un frenesí de movimiento que eleva la calidad la obra y consigue que no haya silencios incómodos. Por lo cual, hay que señalar la adecuada gestión del ritmo, que ofrece un espectáculo con total fluidez y esa es la sensación con la que se queda el público. Únicamente, los efectos de sonido en algunas partes, como las puertas, pueden resultar algo reiterativos, a veces no es necesario especificarlo de una manera tan concreta. Sucede lo mismo con el efecto de narrador que hay en algunas partes, dado que se entiende la acción, pero acaba discurriendo de una manera abrupta. Aun así, la puesta en escena obtiene un resultado positivo.
Conclusión
Con lo poco que me gustan los niños es desternillante y también ofrece una reflexión inteligente sobre las relaciones intergeneracionales. Gracias a ello, explota eficazmente el humor, mientras la combina con debates y pensamientos que le dan un sentido más profundo a la pieza teatral. Asimismo, aplaudir la labor de sus actrices, las cuales entran de ello a la acción y hacen disfrutar a los asistentes con sus interpretaciones. La puesta en escena es resolutiva, llena de dinamismo y con un ritmo fluido. Únicamente, habría algún matiz que se podría plantear de otra forma, como los efectos de sonido. Una comedia que no se queda en la anécdota, sino que establece un camino de introspección interesante sin perder la frescura que le conceden las situaciones alocadas.