El crimen de Georgetown supone el debut como director de Christoph Waltz (Malditos bastardos). Basada en el caso real del homicidio de Viola Herms Drath contado en forma de thriller dramático, al reparto se suman Vanessa Redgrave y Annette Bening, además de Waltz. Una producción estadounidense de InterTitle Films, Metalwork Pictures y Romulus Entertainment estrenada en 2019 en el Festival de Cine de Tribeca, distribuida por Variance Films y basada en hechos reales que llega el 27 de junio a Movistar+.
Crítica de El crimen de Georgetown
Resumen
Ficha Técnica
Título: El crimen de Georgetown
Título original: Georgetown
Reparto:
Christoph Waltz (Ulrich Mott)
Vanessa Redgrave (Elsa Brecht)
Annette Bening (Amanda Brecht)
Corey Hawkins (Daniel Volker)
Noam Jenkins (Talabani)
David Reale (Weatherford)
Ron Lea (Detective Reid)
Paulino Nunes (Fiscal Kirshner)
Saad Siddiqui (Diplomático Zahari)
Marie Dame (Asistente de McNamara)
Victoria Snow (Peggy Mason)
Año: 2019
Duración: 99 min.
País: Estados Unidos
Director: Christoph Waltz
Guion: David Auburn
Fotografía: Henry Braham
Música: Lorne Balfe
Género: Drama. Política
Distribuidor: Tripictures
Tráiler de 'El crimen de Georgetown'
Sinopsis
Ulrich Mott (Christoph Waltz), un ambicioso don nadie, se casa con la adinerada viuda, Elsa Brecht (Vanessa Redgrave). Aunque Mott es tres décadas más joven que su esposa, unen fuerzas para dominar los círculos políticos y sociales de Washington DC, organizando lujosas fiestas en su casa de Georgetown. Cuando Elsa es encontrada muerta pocas horas después de una cena, Ulrich se convierte en el principal sospechoso, ya que la hija de Elsa, Amanda Brecht (Annette Bening), siempre le ha considerado un estafador. Amanda comienza su propia investigación mientras Ulrich crea una farsa cada vez más elaborada para convencer a todos de su inocencia. (Tripictures)
Donde se puede ver la película
Un debut en la dirección fallido
Lo cierto es que la dirección de Christoph Waltz en El crimen de Georgetown no ha causado demasiados estragos. El actor ganador de dos Oscars por Malditos bastardos y Django desencadenado no se caracteriza especialmente por la buena elección de sus nuevos proyectos. De hecho, su mejor opción es dejarse desenredar artísticamente por el aclamado Tarantino, que bien le ha otorgado los papeles más reseñables de su carrera cinematográfica.
Y, la verdad, es que Christoph Waltz seguirá funcionando mucho mejor dejándose dirigir antes de volver a tomar él mismo la batuta en la historia. Su papel protagonista, además, avala esta opinión. Se aprecia enormemente el trabajo, empeño y entrega que el veterano actor le pone a su interpretación como Ulrich Mott, personaje ficticio de Albrecht Muth. Se deja la piel interpretando a un sociópata y manipulador de tal calibre. Lástima que el guion no esté a la altura y que el único capaz de hacer buen uso de los guiños interpretativos del actor sea Tarantino.
La interpretación de Christoph Waltz se vuelve tediosa durante el desarrollo cuando nos damos cuenta que es la única figura que va a ocupar la pantalla. Por su parte, sus compañeras resultan muy desaprovechadas en un relato que, de haber explotado más la presencia de Vanessa Redgrave (Cartas a Julieta) y Annette Bening (American Beauty), podría haber sido más reseñable.
Vanessa Redgrave es la mejor pareja interpretativa que Christoph Waltz podría encontrar con quien obtiene las réplicas necesarias para elevar un poco su personaje, y una Annette Bening que poco aporta, por desgracia, a la trama. Sus apariciones son tan fugaces que parece que se trata más de un cameo que de un personaje secundario.
¿Todas las historias merecen la pena ser contadas?
Uno de los mayores fallos del planteamiento del film es su guion. La decisión de convertir este drama real en un thriller que atraiga al espectador y le haga dudar si realmente el personaje interpretado por Christoph Waltz cometió el crimen no es una decisión muy acertada cuando la realidad es que Albrecht Muth fue condenado por asesinato. Quizás con un enfoque más humano que se hubiera fijado en la figura y construcción de este estafador y en sus actividades, El crimen de Georgetown no hubiera tenido un resultado tan irrisorio y se hubiera posicionado, al menos, en la misma línea que Extremadamente cruel, malvado y perverso.
La narración visual y argumental de la película resulta tan inverosímil que si no conoces con anterioridad que el caso en el que se basa es real resulta cómico ver cómo se desarrollan las tramas y las acciones. Si nos despegamos del conocimiento sobre el caso que algunos espectadores podamos conocer, la película tampoco mejora mucho más.
La resolución final es demasiado previsible y la intriga que se pretende generar entorno al caso apenas es palpable, se acaba diluyendo con su avance porque no se han planteado bien sus bases. En este sentido, poco aporta una puesta en escena muy convencional que convierte a El crimen de Georgetown en una posible apuesta cinematográfica para la sobremesa del domingo.
Conclusión de 'El crimen de Georgetown'
El crimen de Georgetown es un intento fallido de Christoph Waltz como director que nos deja una película que retendremos en nuestra retina durante muy poco tiempo. La típica historia sonada en la prensa pero que hace que nos planteemos si todas las historias deben ser llevabas al cine.
El guion a cargo de David Auburn poco ayuda a mejorar el relato, conduciéndonos por una trama muy predecible. Y visual y técnicamente sin nada que destacar, con una estética más afín a un drama de sobremesa que a una apuesta cinematográfica plena, lo que no quiere decir que a ratos no se disfrute.
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No entiendo muy bien la critica destructiva de la señorita, o señora, Infante. A mi, el film Georgetown me ha divertido mucho. La aprecio como una fina comedia de dos tipos patéticos: un mitómano compulsivo y arribista desquiciado con delirios de grandeza, de líder geopolítico; y de otro lado la consorte perfecta para sus maquiavelismos: una reciente viuda veterana con relaciones influyentes en el mundo político y que, pese a su nivel, termina creyéndole sus despropósitos, ayudándolo con sus contactos, alentándolo y aportando ideas a sus devaneos. Hasta que sucedió lo inevitable. La película no precisó de gags ni bromas subidas de tono para divertir. Lo divertido está en la naturalidad con que se suceden las escenas absurdas, y aquí la actuación de Waltz me parece muy a la altura. Y ni que decir de Redgrave como anciana viuda ilusionada como una veinteañera. En general, creo que se trata de una comedia que hace recordar ese humor ingles (si bien la película es americana)al estilo de Peter Sellers, es decir, esa sobriedad y naturalidad para hacer el ridículo. La Bening aporta la cordura, porque hasta los abogados vacilan ante cada giro y cada prueba nueva que aparece en el proceso. En fin, es un punto de vista. Creo que hay que evaluar una película también de acuerdo al genero, y en este caso se trata de una comedia. Es mas, esos papeles no creo que sean fáciles de interpretar, y me parece que todos la bordan. Ver al desquiciado Ulrich Mott hablar con políticos de alto perfil, como portavoz de una empresa de asesoría inventada por el y su esposa la viuda, y referirse con la mayor naturalidad a Kofi Anan, a Madeleine Albrigth, a la canciller alemana, etc., como gente de su nivel, o tratando de interesar a George Soros de sus proyectos desquiciados, es realmente para disfrutarlo.