Una de las ficciones más asentadas de Netflix, como es The Crown, vuelve para convertirse en uno de los platos fuertes de las series de la recta final de 2020. Esta temporada abarca casi exactamente los años 80 (de 1979 a 1990) y supone la aparición en la ficción de eminentes nombres de la historia del Reino Unido como Lady Di o Margaret Thatcher. Esta cuarta temporada de The Crown constará de 10 capítulos de una hora de duración. Se estrena mundialmente el 13 de Noviembre.
Crítica de la cuarta temporada de The Crown
Resumen
Ficha Técnica
Título: The Crown
Título original: The Crown
Reparto:
Claire Foy (Reina Elizabeth II)
Olivia Colman (Reina Elizabeth II)
Imelda Staunton (Reina Elizabeth II)
Matt Smith (Felipe, duque de Edimburgo)
Jonathan Pryce (Felipe, duque de Edimburgo)
Lesley Manville (Princesa Margaret)
Victoria Hamilton (Reina Isabel la Reina Madre)
Vanessa Kirby (Princesa Margaret)
Pip Torrens (Tommy Lascelles)
Año: 2016
Duración: 60 min.
País: Reino Unido
Director: Peter Morgan (Creador), Stephen Daldry, Philip Martin, Julian Jarrold, Benjamin Caron
Guion: Peter Morgan, Tom Edge
Fotografía: Adriano Goldman, Ole Bratt Birkeland
Música: Rupert Gregson-Williams
Género: Drama. Histórico
Distribuidor: Netflix
Tráiler de la cuarta temporada The Crown
Sinopsis
Se acerca el final de la década de 1970 y la Reina Isabel (Olivia Colman) y su familia se encuentran preocupados por salvaguardar la línea de sucesión, encontrando una pareja apropiada para el Príncipe Carlos (Josh O'Connor), que sigue soltero a los 30 años.
Durante este tiempo se empieza a sentir el impacto de la política divisoria introducida por la primera mujer Ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher (Gillian Anderson). Además, surgirán tensiones entre ella y la Reina que no harán más que empeorar a medida que conduce al país a la Guerra de las Malvinas, generando un conflicto dentro de la Commonwealth.
Dentro de toda esta vorágine, el romance del Príncipe Carlos con la joven Lady Diana Spencer es la historia de cuento de hadas que el pueblo británico necesita en este momento, pero, tras las puertas del palacio, la Familia Real Británica cada vez está más dividida. (Netflix España)
Donde se puede ver la serie
Acercándose a la actualidad
The crown ha conseguido establecerse como una de las series estrella de Netflix, y en general como una de las ficciones más respetadas del momento. La cuarta temporada de The Crown mantiene valores que han conseguido labrar una manera de hacer las cosas, una estilística definida. La producción exuberante, el detallismo obsesivo, el porte aristocrático de la puesta en escena. Sin embargo, es posible que muchos espectadores encuentren un aliciente añadido para esta temporada.
El repaso cronológico a los avatares de la corona Británica, es especial de la Reina Isabel II, avanza hasta traernos personajes muy frescos para el imaginario popular. "La Dama de Hierro", Margaret Thatcher, continúa produciendo enconados debates entre incondicionales y detractores, pero en esta cuarta temporada de The Crown destaca la irrupción la aparición de Diana Spencer. Es decir, Lady Di. Que más allá de su trágica historia ha devenido casi en un icono pop.
Para la calidad de la serie no debería ser algo valioso o nocivo, pero está claro que para la gente (sobre todo fuera del Reino Unido) es más llamativa una trama con estos personajes que el escándalo Profumo o las procelosas relaciones de Eduardo VIII con la Familia Real. Lo cual no quiere decir que tengan menos interés. En cualquier caso, es cuestión de examinar si The Crown conserva sus numerosos méritos anteriores o se resiente de alguna manera.
La vertiente política
La cuarta temporada de The Crown tiene su correspondiente ración de historia política. Normal, si consideramos que en temporadas anteriores se han tocado temas como la crisis del Canal de Suez o la tentación Lord Mountbatten de elaborar un golpe de estado, etc. Otra cosa es la profundidad con que se haga. El primer zarpazo lo dará el IRA, pero se solventa de forma liviana. En esta cuarta temporada la temática política tiene nombre propio, Margaret Thatcher.
La Primera Ministra llega al poder en 1979 y en esta temporada a grandes rasgos se la representa tal y como la imaginamos. Enérgica, tozuda y algo intratable. Se destaca en varios capítulos su desmantelamiento absoluto del sector público, su versión radical del liberalismo y su controvertido talante. Uno de los alicientes de la cuarta temporada de The Crown es el duelo que mantienen Isabel II y La Dama de Hierro. Sus despachos semanales ,muestras las evidentes diferencias de ambas mujeres a la hora de enfocar la realidad de su país.
A Thatcher la interpreta espléndidamente Gilliam Anderson, una de las agradables sorpresas de esta nueva tanda. Caracterización aparte, la gestualidad e intensidad de la interpretación es estupenda (por cierto, el doblaje español es espantoso). A destacar, el episodio dedicada a la confrontación abierta con Isabel II a propósito de las sanciones a Sudáfrica por el Apartheid. En general, es un período del que se podría haber sacado más partido. De las Malvinas (o Falkland) se pasa muy por encima, lo mismo pasa con el descontento social, o la dramática situación de la minería en los años 80. No obstante, The Crown no es una serie con la política en primer plano, con lo que el pecado puede ser considerado venial.
Romanticismo viciado
El centro de gravedad de la cuarta temporada de The Crown posiblemente sea la tóxica relación entre Carlos y Diana. Es curiosa la sensación que deja, porque al conocer el final trágico de Diana Spencer nos sentimos un poco como profetas de su destino. Lo cual tal como se nos presenta el personaje, es melancólico. Diana aparece como un ser vital, algo pueril pero encantador. Se hace hincapié en el encanto personal de la Princesa de Gales, capaz de ganarse a las masas sin esfuerzo. Una rosa que se irá amustiando en el mundo de los Windsor.
Carlos es el perfecto reverso. Se ve devorado por el carisma de su esposa y por su propia grisura. El Príncipe de Gales aparece como un ser amargado, celoso del éxito de su esposa, y receloso de la falta de cariño que él cree percibir en su familia. Solo la relación con Camila Parker Bowles ofrece a Carlos algo de consuelo. La resultante de todo esto un matrimonio infernal, que por lo deberes inherentes a los sucesores de la corona debe mantenerse incólume.
El Príncipe de Gales aparece descrito como una figura oscura, mohína y resentida. Quizá esta trama sea algo telenovelesca, pero no parece ser que difiera mucho de la realidad. En esta cuarta temporada de The Crown, la serie muestra un sesgo de simpatía hacia Diana, que casi aparece como una figura martirial que solo encuentra frialdad en la familia real. Emma Corrin, la intérprete, hace una recreación asombrosa de la Princesa de Gales, captando una jovial espontaneidad inicial con un marchamo cada vez más aciago. Otra buena incorporación a la serie.
Una familia real más antipática
La cuarta temporada de The Crown da una imagen menos amable de la familia real británica. Nunca antes se han asemejado como ahora a un círculo snob impermeable, que acepta de mala gana a elementos extraños y rechaza el no acatamiento de su propia etiqueta por parte, digamos, de plebeyos. Un ejemplo podría ser el curioso episodio dedicado al retiro de Balmoral. Todos los primeros ministros son invitados al palacio escocés para pasar un fin de semana y superar una serie de "pruebas". Incluso Margaret Thatcher se escandaliza de la vacuidad de una familia fanática de la caza, más preocupada de excéntricas costumbres que de la realidad del país.
También ocurre con Diana, que si bien cae en gracia al principio, pronto comprobará que entre los Windsor no tiene precisamente aliados. La reina a veces muestra algún conato de cercanía, al reprocharle a Margaret Thatcher la situación social del país, o al mostrar de puertas para dentro cierta ingenuidad. A este respecto es interesante el episodio dedicado a Michael Fagan, el hombre que se coló en Buckinham Palace para hablar con la reina sobre la Inglaterra a pie de calle.
En realidad, la familia real aparece como una combinación de egos heridos y hermetismo. Margarita tendrá su propio episodio con sus consabidos deseos de mayor presencia ante el mundo, pero de una forma peculiar. El Duque de Edimburgo tendrá menos lucimiento. No es que las anteriores temporadas fueran un manifiesto a favor de la casa real, pero había un vitriolo administrado con guante de seda. En esta nueva temporada, la seda parece más áspera y rugosa.
The crown y su estilo
Las virtudes estéticas persisten en la cuarta temporada de The Crown. La producción es lujosa, casi lujuriosa, en detalles y ambientación. La factura es prácticamente cinematográfica, aunque eso quizá se daba por hecho. Las actuaciones siguen siendo espléndidas. Olivia Colman recrea de forma descomunal a Isabel II, en un papel más complejo de lo que parece. Algo ingenua, pero inteligente, una especie de mezcla entre apacible abuela y rígida depositaria del sentido del deber monárquico. Probablemente la mejor actuación de la serie.
Tobias Menzies, el duque de Edimburgo, tiene menos lugar para el lucimiento en esta temporada, pero lo aprovecha con máxima solvencia. Ya decíamos que Gillian Anderson solventa, ya decíamos, con nota la tarea de interpretar a Margaret Thatcher. Si bien, se podía haber sacado algo más del personaje en el guion, a nivel interpretativo su tarea es extraordinaria. El duelo entre Carlos y Diana es refrendado con un estupendo encono actoral por Emma Corrin y Josh O'Connor, que evitan caer en el folletín romántico mediante una interpretación trabajada y verídica.
El guion quizá podría haber añadido alguna dentellada más en lo político o en lo social, aunque algo aparece en los capítulos de Michael Fagan y Sudáfrica. No obstante, esto no supone un cambio importante, en ese aspecto la serie nunca fue incisiva. Sin embargo el guion es inteligente, los personajes están construidos con esmero, y de algún modo nos implicamos en los avatares de esta extraña familia. La temporada que viene, habrá un relevo de elenco, y estaremos expectantes ante lo nuevo que nos pueda traer The Crown.
Conclusiones de la cuarta temporada de The Crown
La cuarta temporada de The Crown mantiene sus poderes: una factura impoluta, buenas interpretaciones y un inteligente guion de Peter Morgan. Circunstancialmente puede aumentar su auditorio al incluir a personajes más contemporáneos como Lady Di o Margaret Thatcher, pero la esencia permanece. Se podría haber ahondado más en algunos aspectos convulsos de los años 80, pero no es una falta que penalice demasiado al conjunto. The Crown sigue estando en la élite de las ficciones de Netflix.
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