"(Des)Encuentros": El recuento de los daños

Desencuentros es un match en Tinder, el consuelo de un amigo, conflictos para pagar una cuenta, las dificultades de una madre soltera, la magia del verano, una relación tóxica, un reencuentro…

Escenas de edades y generaciones diferentes forman un collage de relaciones entre hombres y mujeres, donde se muestran temas como la incomunicación, la arrogancia, el machismo y el amor, la posición de querer cuidar al otro y el no dejarse cuidar…

Anabel Riquelme y Jesús Luis Jiménez dan vida a todas estas escenas interpretando 8 personajes principales cada uno de ellos, haciendo saltos de tiempo, formatos y géneros. (TEATROS LUCHANA). 

Siempre hay un roto

Anabel Riquelme y Jesús Luis Jiménez exponen diferentes tipos de relaciones entre hombres y mujeres en Desencuentros. La dramaturgia escoge algunas historias que van desarrollándose a lo largo de la pieza, mientras, se intercalan pequeñas escenas en tono de sketch para reflexionar sobre temas que van desde el feminismo hasta la violencia de género. Por tanto, la intención es ir más allá de lo fácil o superficial, queriendo hacer un análisis más exhaustivo, yendo hacia una propuesta más profunda. Con lo cual, la dificultad aumenta, valorando que hayan decidido hacerlo y no hayan escogido el camino fácil. Hay momentos tiernos, que resultan simpáticos, provocando una reacción agradable en los espectadores. También se puede ver una comedia ligera efectiva en detalles como la presentación de algunos personajes.

El problema que se encuentra en la obra es querer abordar en exceso multitud de temas sin tener muy claro hacia dónde quiere llegar, en varios casos. Además, se arriesga a lanzar algunas reflexiones que son muy delicadas, debiendo tener más matices y evitar el mensaje populista que, sin querer, se puede llegar a percibir. Prueba de ello, es la primera escena, de introducción, que habla sobre la deconstrucción del machismo, comenzando de una forma interesante, pero no logrando la misma lucidez en su conclusión. En consecuencia, se forma un batiburrillo de ejemplos de parejas que, pese a su diversidad, se pierde ante tanto estímulo narrativo. Sería conveniente señalar un objetivo, qué intentan transmitir con la obra y consolidar esas partes para no perderse entre tanto ruido.

Para un descosido

Anabel Riquelme y Jesús Luis Jiménez también protagonizan Desencuentros metiéndose en la piel de multitud de personajes. Para comenzar, se aplaude la labor de ambos actores, dado que su trabajo sobre la escena es de los mejores aspectos con los que cuenta el montaje. Por tanto, se agradece el compromiso que tienen, así como la química que se forma entre ellos. Al cubrir tantos personajes en un corto período de tiempo, les sirve para exponer su capacidad de transformación en poco tiempo y aplaudir su versatilidad escénica. No se puede negar que los dos actores se entregan completamente, lo que indica las ganas con las que afrontan este reto dramático. Son el alma de la propuesta, conectando de esta manera con los espectadores.

De forma individual, Riquelme explora distintos perfiles, que le dejan indagar en un abanico de composiciones dramáticas. Hay algunas que están mejor conseguidas que otras, pero ello no quita que sepa fluir a lo largo de la pieza. Además, demuestra presencia escénica, otorgando una interpretación más que plausible. Después, Jiménez causa ternura en varios momentos, lo que es una muestra de la humanidad con la que dota a sus personajes. Tiene un brillo especial que sabe utilizar a su favor, dando un matiz original. También es importante señalar, en ambos casos, es el lenguaje no verbal, con una expresividad corporal excelsa, que capta a los asistentes desde el primer minuto. Asimismo, se aplaude la rapidez con la que van transformándose, así como la forma de ejecutar las transiciones.

A lo largo del tiempo

La consecución de escenas en Desencuentros ofrece una dinámica en donde la transformación del espacio se da desde una estrategia más minimalista, sin sobrecargar la escena. Por tanto, se comprueba que la producción busca suplir esos vacíos con movimiento y acción, siendo su mayor baza el dinamismo que se observa sobre las tablas. Sin embargo, a pesar de ser una estrategia inteligente, se echa en falta que haya una mayor cohesión entre los elementos artísticos, evitándose la separación de escenas como si se tratara de sketches sin mayor relación aparente. Dicho de otra forma, sería interesante establecer cuál es el sello de identidad de la pieza y apostar por transmitirla al patio de butacas. De esta manera, se evita que dé la impresión de ser algo excesivamente impersonal, incluso estéticamente.

Por otro lado, el ritmo de la pieza se pierde ante tantos estímulos, lo que hace que no logre un resultado más compacto, sino que tire de altibajos que acaba por pasarle factura. Únicamente, se valora que hay momentos emocionales con los que el espectador puede conectar, aunque sea de una forma breve. La atención del público se pierde en varios pasajes, al no ejecutarse de una manera más efectiva. En conclusión, es un montaje que parte de una idea interesante, una búsqueda de explorar los distintos tipos de “desencuentros” amorosos, pero que al intentar abarcar más, no logra apuntar certeramente en su fin. Por ende, a nivel técnico y artístico, tampoco logra establecer una estrategia más concreta, dejándose llevar por el costumbrismo que ya está bastante trillado.

Conclusión

Desencuentros es una comedia que reflexiona sobre las parejas y problemas que se hallan en este tipo de relaciones sentimentales. A pesar de partir de una idea que puede dar mucho juego en el género, acaba por no comprenderse hacia dónde quiere ir, formando un amalgama irregular. Sin embargo, la entrega de su reparto se hace patente desde el primer minuto, viéndose que ellos son realmente el alma de la pieza. A nivel artístico y técnico, tampoco consiguen consolidarse, quedándose a medio gas. Un espejo romántico donde al querer abarcar más de lo que pueden, se difumina su intención.

Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM