Devyataya (en español se traduciría como "la novena") se trata de una producción rusa curiosa, que intenta explotar los caminos del thriller místico, algo totalmente desconocido en el país. De hecho, la película es totalmente deudora de la obra de Gógol (2017, que ha iniciado el camino dentro del cine más comercial) de Egor Baranov, a la que intenta seguir los pasos de manera evidente, pero sin tanta fortuna.
El filme, ha cosechado numerosas críticas negativas y la respuesta del público no fue la esperada. Esperemos que esto no sea el último clavo para el ataúd del cine fantástico/terror ruso que, por desgracia, está en estado comatoso.
Crítica de 'Devyataya'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Devyataya
Título original: Девятая
Reparto:
Evgeniy Tsyganov (Sergey Rostov)
Daisy Head (Olivia Reed)
Dmitriy Lysenkov (Fyodor Ganin)
Yuri Kolokolnikov (Vasiliy Golitsyn)
Jonathan Salway (El marido de Olivia)
Evgeniy Tkachuk (Pavlusha Pkoynik)
Igor Chernevich (El médico)
Ivan Rashetnyak (Suslik)
Maksim Al-Names (Iskander)
Año: 2019
Duración: 99 min
País: Rusia
Director: Nikolay Khomeriki
Guion: María y Serguei Dyachenko
Música: Igor Vdovin
Género: Thriller. Fantástico
Productor: Non-Stop Productions
Trailer en versión original de 'Devyataya'
Sinopsis
En el San Petersburgo del siglo XIX están ocurriendo una serie de asesinatos que están relacionados con el satanismo. Nuestra pareja de detectives protagonistas se pondrán manos en el asunto. Para ello contarán además con la ayuda de una médium británica, que parece saber más de lo que a primera vista parece...
Fracaso absoluto en taquilla para un director con recorrido
Con un presupuesto de 450 millones de rublos, en cines solo ha sido capaz de reunir 37 millones en taquilla. La película está dirigida por Nikolay Khomeriki, un director que se ubica dentro del sistema ruso de producciones, y que ha dirigido proyectos de renombre como The Icebreaker (2016) o #Selfi (2018), película que contaba en el reparto con el popular actor ruso Konstantin Khabenskiy. Concluyendo, a priori podría parecer que Khomeriki era una buena opción para colocar detrás de las cámaras.
La novena víctima
La película arranca con un extrañísimo prólogo (que apenas tiene cohesión con la obra principal) que nos ambienta en el lejano oriente, evocando casi la saga de Stephen Sommers, La Momia. Aquí se nos introducirá el personaje que interpreta Daisy Head, una especie de médium británica que está buscando junto a su pareja una especie de libro mágico para resucitar a su hija fallecida. Sin embargo, su marido intentará utilizar el libro en su contra, y asesinar al personaje de Daisy Head con un extraño conjuro que devuelva vida por vida. Afortunadamente, falla.
Si el espectador aún sigue en pie después de este comienzo tan aparatoso, la cinta, mediante una voz en off (de uno de los personajes, interpretado por Dmitriy Lysenkov y que es el atenuante cómico del filme, en un papel de investigador secundario, comparsa del investigador principal mucho más serio y trágico) nos introducirá en San Petersburgo, donde se están cometiendo una serie de crímenes rituales. De tal manera, que la trama de la película seguirá los asesinatos hasta llegar a la novena víctima, como hace referencia el título.
Despúes de Gógol, viene Devyataya
Como ya comentaba, la película tiene una producción que bebe, de manera muy clara, de la trilogía Gógol, que firmó el director Egor Baranov y que tuvo un éxito respetable en Rusia. Para empezar, el diseño de producción es casi calcado (por no hablar de que ambas películas se ambientan en un tiempo cronológico muy parecido). No solo ahí se quedan las coincidencias. Tenemos una trama en la que la investigación de un crimen es su objeto principal, y que se desarrolla de una manera casi clavada en las dos películas. Sin embargo, Gógol era una saga mucho más genuina, mientras que la película que firma Nikolay Khomeriki tiene las costuras a vista de todos.
El único elemento distintivo que separa a las dos películas, es que en Devyataya se emplea una especie de imágenes relacionadas con el arte del cómic que, más que aportar algo, lo que hacen es resolver los agujeros que la trama es incapaz de desarrollar de otra manera más natural y menos artificiosa.
Buen reparto, con toque internacional
Los productores de la película seguramente decidieron que sería una buena idea que el filme contara con un toque internacional. Así que, para el papel de la médium, Olivia, decidieron contratar a la actriz Daisy Head, de origen británico y que ha participado en alguna serie de televisión, como The Syndicate de la BBC. Para el papel de actor principal tenemos a Evgeniy Tsyganov, que en realidad comparte bastante química con la actriz. Así que podríamos decir que el reparto es sin duda uno de los puntos más positivos del filme.
Como es habitual en el cine ruso, cuando los personajes hablan en inglés no hay ningún tipo de subtitulo, sino que se emplea una voz en off que traduce lo que están diciendo los personajes. El hecho de que solo ambos hablen inglés es también un recurso que emplea la película en un par de ocasiones para romper la cuarta pared y jugar con el espectador (riéndose del poco conocimiento del ruso medio para aprender idiomas).
La Batidora rusa
Como acostumbra a suceder con muchas películas del género fantástico ruso, el problema es que no se tiene clara la dirección que quiere tener la película, y se juntan ideas sueltas de numerosos géneros y formatos que acaban creando un Frankenstein monstruoso. Por una parte, tenemos el cine de detectives más irónico (la película emplea humor como elemento de distensión, como si la pareja de detectives fueran una especie de Sherlock Holmes y doctor Watson), pero también tiene ciertos elementos de terror (como siempre, muy ligeros y suaves para que el filme sea más digerible para el gran público), e incluso algún elemento de cine noir. Una mala digestión, eso sí, acompañada de un diseño de producción más que aceptable.
Conclusión
El cine ruso tiene muchas películas mejores a las que acercase dentro del género fantástico. Por ejemplo la ya citada saga de Gógol, o la película coproducida con Disney, Posledniy bogatyr (2017), a las que debería dirigirse primero el espectador neófito antes de probar con malas mezclas como esta.
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