El pasado 4 de mayo terminó temporada la obra Dime que todo está bien en el Teatro Lara. Esta pieza está escrita y dirigida por Marcos Fernández Alonso. Protagonizada por Paloma Mariscal, Guillermo de los Santos, María Segalerva, Marcos Orengo y Clara Galán, habla sobre las relaciones personales y la imagen que se da en el exterior. Después de su regreso a los escenarios, se ha mantenido en cartel durante varias temporadas. Por momento, no se esperan fechas próximas.



Dime que todo está bien obra

Crítica de 'Dime que todo está bien'

Ficha Técnica

Título: Dime que todo está bien
Título original: Dime que todo está bien

Reparto:
María Segalerva 
Guillermo de los Santos 
Marcos Orengo 
Clara Galán 
Paloma Mariscal

Duración: 70 min. apróx.
Dirección: Marcos Fernández Alonso
Dramaturgia: Marcos Fernández Alonso
Escenografía, proyecciones y diseño gráfico: Largo Hurtado
Ayudante de dirección: Alejandro Hurtado
Vestuario: Mara Jiménez Ruiz
Banda sonora: Marcos Orengo
Producción: Nueve Norte y Desencadenante Producciones

Sinopsis de 'Dime que todo está bien'

Las vidas de una directora de casting en crisis, un actor en paro, un gigoló en horas bajas y dos amigas que no se entienden se entrelazan en las veinticuatro horas de un día cualquiera.

Y entretanto un descanso de media mañana, varios corazones no tan rotos, un taxi a ninguna parte, un calzoncillo en una ventana, una prueba de selección para un café y un pájaro cantante. Todo esto y más cabe en las veinticuatro horas de un día cualquiera. Basta con arriesgarse a tomar una decisión.

Del director de Papá y el resto, Un Peral Entra por la Ventana y OFF llega la obra Dime que todo está bien, una comedia agridulce compuesta por ocho escenas que transcurren a lo largo de veinticuatro horas; un día en la vida de cinco personajes que se cruzan en las calles de una ciudad cualquiera. (TEATRO LARA).



Dime que todo está bien obra
Foto de Teatro Nueve Norte

Historias entrecruzadas

Después de varios años de su debut sobre la escena, regresar a la obra teatral Dime que todo está bienn es un interesante ejercicio para comprobar su avance. Y así se experimentó. El pasado jueves 4 de mayo finalizó temporada en el Teatro Lara, con un resultado exquisito. La historia sigue respirando frescura, esas ganas de transmitir un mensaje positivo al mismo tiempo que se lanza de lleno ante un humor que provoca las carcajadas sobre el espectador. Además, fijándose en el detalle, se transita por temas de gran complejidad, donde se ve la claridad con la que Marcos Fernández Alonso busca en su texto. Por ello, no hay ofensa, sino, al contrario, se toman estas problemáticas con la ligereza suficiente para ser coherentes y al mismo tiempo efectivos.

El texto no busca una reflexión que mantenga al espectador en un ejercicio introspectivo intenso, pero sí se ven mensajes que dejan un buen poso en ese sentido. Gracias a ello, hay una sensación agradable en el ambiente. Por otro lado, se presenta una mayor cohesión entre las distintas historias cruzadas, aunque hay algunas mejor conseguidas que otras. Un ejemplo de ello, es cómo la pareja entre el actor y una de las amigas principales no fluye todo como se esperase, al igual que la llamada maternal. Luego, el monólogo inicial y final no logra casar de una forma más orgánica, pudiéndose buscar una manera más fluida de introducir estos monólogos. A pesar de ello, en su conjunto, el libreto goza de muy buen rollo y la recepción es más que positiva.

Teatro Lara
Foto de Teatro Nueve Norte

Un elenco completo

El reparto de Dime que todo está bien sigue manteniendo los rostros originales, lo que significa una consolidación total de este grupo actoral. En primer lugar, María Segalerva está espléndida, tiene una personalidad única, haciéndose con el escenario desde el primer momento. Por tanto, es innegable el talento natural que desprende, uniéndose a su capacidad para que, con tan solo un gesto, haga despertar las risas en el espectador. Después, Clara Galán ofrece una labor meticulosa a la par que orgánica, navegando por las situaciones de su personajes y llevándolos hasta el final. Por ello, ya solo con su lenguaje no verbal, cautiva a la audiencia y triunfa en la comedia. Por su lado, Guillermo de los Santos da consistencia a su papel y lo acompaña de un trabajo muy bien formulado. Con lo cual, brilla en varios momentos.

Paloma Mariscal interpreta con seguridad, se puede ver una evolución muy satisfactoria con respecto a la primera vez que se metió en la piel de este personaje. Además, le otorga una fuerza que le permite llegar a distintos matices que no se habían podido ver previamente. Así, se hace muy disfrutable su trabajo dramático, siendo su momento cumbre en aquel en el que realiza cierta confesión a su pareja en escena. Está estupenda, un gusto verla sobre la escena. Por último, pero no menos importante, Marcos Orengo no solo cumple con lo que se le pide, sino que disfruta en el escenario y, de esta forma, consigue conquistar a los asistentes. Al saber cuáles son sus puntos fuertes, los utiliza a su favor y regala una actuación de calidad. En conclusión, el reparto es una de los aspectos mejor valorados de esta obra.

Teatro Lara
Foto de Teatro Nueve Norte

Cotidianidad y comedia

La puesta en escena sigue posicionando Dime que todo está bien como una obra que apuesta por el minimalismo, utilizado en esta ocasión de una manera eficiente y sabiendo suplir la necesidad de tener más elementos en escena. Por ello, la construcción de la escenografía es sencilla, transformando cada objeto de forma que facilite el transcurso de la obra. Desde el principio se compra esta idea y es lo que hace que no desentone en ningún momento. Después, los fuera de escena dan mayor expansión y dinamismo a la propuesta, no se abusa de ello y en la Sala Lola Membrives logra lucir y ser un aspecto a destacar. Las transiciones, al igual que los cambios de escena, permiten algo de separación entre cada una de las escenas, permitiendo al espectador tener espacio entre ellas.

A pesar de poderse echar en falta que se introdujesen elementos artísticos más visuales y estéticos, se comprende que la estrategia va hacia un lado más naturalista. Aun así, de la misma manera que hacen con el calzoncillo, se podrían introducir pequeños detalles que den más juego en la propuesta. Por otro lado, el ritmo de la pieza es dinámico, en pleno movimiento, lleno de vida y ágil. Gracias a esa decisión desde la dirección, no solo la obra logra una identidad propicia, sino que se disfruta al máximo y saca partido al conjunto. Se puede decir sin ningún problema que este montaje ha logrado superarse y la experiencia va más allá de la carcajada y la frescura, conociéndose y sacando a relucir sus fuerzas.

Dime que todo está bien obra
Foto de Teatro Nueve Norte

Conclusión

Dime que todo está bien es una obra que mantiene una energía muy positiva, se disfrutan las carcajadas y logra un conjunto efectivo. Por ello, el libreto presenta una cohesión que hace que se formule una identidad en la que se saca partido a escenas que son una auténtica maravilla. Hay algunos puntos mejorables, pero no restan al buen rollo que se genera. Después, el reparto está fabuloso, todos, cada uno de ellos ha conseguido encontrarse en escena y están maravillosos. Por otro lado, la puesta en escena es minimalista, pero cumple con lo que se le demanda. Destaca la fluidez y el dinamismo del ritmo, así como la expansión de la escena. La cotidianidad de la vida en una comedia de enredos que encandila a los espectadores por sus risas y perspicacia.

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