El baño del diablo (Des Teufels Bad, 2024) exponencia la soltura con la que Veronika Franz y Severin Fiala dominan el terror. Con Buenas noches, mamá (Ich seh, Ich seh, 2014) y La cabaña siniestra (The Lodge, 2019) ya habían puesto en práctica la habilidad casi quirúrgica con la que consiguen diseccionar la psique humana. Esta vez, se lanzan de cabeza a la piscina retratando la depresión, la soledad y la crudeza del dogmatismo cristiano. Estreno en cines el 15 de noviembre de 2024.
Crítica de 'El baño del diablo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El baño del diablo
Título original: Des Teufels Bad / The Devil's Bath
Reparto:
Anja Plaschg (Agnes)
David Scheid (Lobo)
Maria Hofstätter (Madre Ganglin)
Tim Valerian Alberti (Espectador)
Elias Schützenhofer (Víctima de asesinato)
Año: 2024
Duración: 121 min.
País: Austria
Director: Severin Fiala, Veronika Franz
Guion: Severin Fiala, Veronika Franz
Fotografía: Martin Gschlacht
Música: Anja Plaschg
Género: Terror
Distribuidor: Caramel Films España
Tráiler de 'El baño del diablo'
Sinopsis
Austria del siglo XVIII. En lo alto de una colina, una mujer ha sido ejecutada y expuesta a la vista de todos tras matar a un bebé. Como prueba. Como advertencia. ¿Cómo un presagio?
Agnes, profundamente religiosa y muy sensible, se casa con su amado Wolf y se prepara cándidamente para una vida de esposa. Poco después, su cabeza y su corazón empiezan a sentirse pesados. Día tras día, se ve cada vez más atrapada en un camino turbio y solitario que la conduce a malos pensamientos. Quizá, no sólo pensamientos... (Caramel Films España)
Dónde se puede ver la película en streaming
Envenenar todo lo bello
Si hay algo innegable en El baño del diablo es, sin duda, la preciosa fotografía de Martin Gschlacht. La naturaleza como un elemento narrativo más a través del cual acompañar a Agnes (Anja Plaschg) en el trayecto emocional que recorre durante la película. En ocasiones, la película resuena con No estarás sola (You won't be alone, Goran Stolevski, 2022). Salvando las distancias, ambas películas son muy profundos estudios sobre la humanidad en ambientes rurales.
La luz anaranjada, cálida, resplandece todo aquello que toca durante la primera mitad del filme. Escolta a Agnes en el descubrimiento de la que será su nueva vida, de una manera tan inocente como ella misma, plagando todas las escenas de un aura bucólico, poético, bello. Sin embargo, la crudeza de la vida en el siglo dieciocho empezará a salpicar las imágenes de tonos fríos, azulados, oscuros, conforme la protagonista vaya empezando a adentrarse en el estado depresivo que termina apropiándose de ella en el último tramo.
Acompañando a la estética de la fotografía también se encuentra el montaje, que reza un ritmo pausado, en ocasiones incluso muy, muy lento. Casi como si obligase a sentir las escenas con la misma tediosidad con la que Agnes las vive. Estos elementos visuales fomentan una capacidad inmersiva prácticamente total. Si consigues entrar en ella, El baño del diablo te atrapa hasta el final.
Decir no a la vida
La religión, especialmente en la época concerniente a la película y todavía en la actualidad, es lo que mueve la vida de muchas personas. Una guía, una ayuda para encontrar el camino que seguir, para alcanzar la salvación. Sin embargo, profesar la fe puede ser un ejercicio tan opresivo como la vida en el mismísimo infierno.
Franz y Fiala retoman ese componente divino que ya exploraban en La cabaña siniestra. La protagonista es una devota mujer de fe, con una inmensurable esperanza de tener una feliz vida según lo dictan las escrituras. Pero no se adapta a su nueva comunidad, su suegra la desautoriza constantemente, su marido la ignora y, por encima de todo, no consigue quedarse embarazada. Por muchos rezos, plegarias y ofrendas que presente, nada la hace sentir mejor.
El baño del diablo ofrece un punto de vista feminizado sobre la sumisión dogmática que supone la religión cristiana para las mujeres de la época. La vida es el mayor regalo de Dios, no obstante viene con muchos condicionantes. Y, como no puedes simplemente "irte del mundo" —como bien cita Agnes en una de las escenas, puesto que es un pecado del que nunca podrás arrepentirte—, muchas mujeres en la región de Alta Austria decidieron buscar los vacíos legales de los evangelios mediante los cuales poder decir no a la vida sin que supusiera un suicidio.
La más humana de las inhumanidades, el daño para que deje de doler. Una sobrecogedora atrocidad rebosante de compasión. Porque la manera en la que el guion está dispuesto no da lugar a otros razonamientos, esa era la única escapatoria que tenía Agnes. Y, si su Dios la ha perdonado, los mortales tampoco deberían juzgarla.
Conclusión de 'El baño del diablo'
El baño del diablo es el desgarrador retrato de las consecuencias del dolor, la soledad y el no poder ver ninguna salida. Anja Plaschg desborda emoción en cada mirada, en cada gesto y en cada palabra (especialmente en ese suplicante monólogo del tramo final donde es imposible no compadecerse de ella). Es un terror psicológico que atrapa y no suelta, incluso habiendo finalizado el visionado. Un inquietante análisis del comportamiento humano. Algunos no la soportarán, pero quienes naden en sus aguas sin ahogarse estarán más que satisfechos. Y horrorizados.
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