En la película ‘Barrio’, de 1998, Fernando León de Aranoa retrataba la realidad de cómo era ser adolescente en dos barrios tan emblemáticos de Madrid como San Blas y La Elipa. Manuel, encarnado por Eloi Yeba, se escaqueaba de su trabajo como repartidor de pizzas para pasar el rato con su cuadrilla, imaginándose cómo serían sus vidas cuando tuvieran 40 años. Mientras que él soñaba con estar ya casado, con curro y viendo la tele en su casa, su amigo Rai, interpretado por Críspulo Cabezas, le hacía bajar de una nube de de golpe: “O tirado en un albergue, hecho mierda, con el hígado reventado”.

Desde una perspectiva muy diferente, Diego Da Costa visita también La Elipa, lo hace con El Barrio, en cartel en el teatro Lara desde el 16 de enero hasta el 5 de marzo. La segunda obra de la compañía La Joie de la Colina, con la que buscan explorar justamente esa masculinidad del antiguo extrarradio y de cómo esta resonó en la adolescencia de la generación millennial.

Darío acaba de llegar a la treintena, trabaja como redactor jefe de la sección de Cultura de un periódico de tirada nacional en Barcelona. La muerte repentina de un amigo de su antiguo grupo del barrio le hará volver no sólo a Madrid, sino a La Elipa, y reencontrarse con aquella cuadrilla que había querido dejar atrás. El inesperado fallecimiento de su compañero le obligará también a enfrentarse a cuentas pendientes del pasado.



Estreno de El Barrio

Crítica de 'El Barrio'

Ficha Técnica

Título: El Barrio
Título original: El Barrio

Reparto:
Jaime Macanás (Darío)
Rober Pascual (Daniel)
Alfonso Muñoz (Adrián)

Duración: 65 min. apróx.
Dirección: Diego Da Costa
Dramaturgia: Diego Da Costa
Ayudante de dirección: Constanza Araya Aránguiz
Composición musical:
Julio Viñuela Gavela
Escenografía: La joie de la colina
Iluminación: José Carlos González.
Diseño de sonido: Julio Viñuela Gavela
Diseño de audiovisuales: Diego Da Costa
Fotografía: José Ángel Fernández de Córdoba
Prensa y comunicación: Cinemagavia
Producción ejecutiva:
Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela
Producción: La Joie de la Colina

Tráiler de 'El Barrio' 

Sinopsis de 'El Barrio'

Darío recibe la inesperada noticia de la muerte repentina de un amigo de su antiguo grupo del barrio de su adolescencia. Después de varios años sin ir, y tras pensarlo mucho, decide volver y cerrar viejas heridas que todavía siguen abiertas. Durante su regreso, se reencontrará con Daniel, su mejor amigo de entonces, con quien vivió una relación personal muy intensa y ambigua. También volverá a verse las caras con Adrián, un amor que pudo ser, pero con el que nunca se atrevió durante su juventud. Los tres vuelven al barrio, pero ya no son lo que eran. ¿Conseguirán volver para avanzar o se quedarán donde están?

El Barrio reflexiona sobre la masculinidad en los ambientes de barrio, la manera en la que se relacionan los hombres entre sí. A pesar del avance de la sociedad y una mentalidad orientada hacia la lucha social, la pieza debate sobre cómo y de qué forma influye el esquema heteropatriarcal en las vidas de los hombres. (TEATRO LARA). 



El Barrio
Foto de José Ángel Fernández de Córdoba

Masculinidad tóxica

Una breve descripción cuya trama y devenir podrían intuirse, pero que Diego Da Costa consigue evitar, huyendo de lugares comunes y enfrentando a su trío de personajes a esas verdades que nunca se dijeron a la cara. En ese sentido, el autor explora la masculinidad tóxica y cómo ésta empozoña a cada uno de sus protagonistas. Junto con Darío está Daniel, quien fue el mejor amigo del protagonista y con el que vivió un ambiguo vínculo que Da Costa plasma a la perfección en lo relacionado con la ambivalencia que existe entre las relaciones entre varones.

Da Costa muestra cómo la homofobia se hace muy presente en los barrios de clase trabajadora. Es una homofobia diferente a la que se vive en los distritos más pudientes, aunque el trasfondo sea el mismo. En el Madrid fuera de la M-30, hay que ser el más macho, el más ligón, el más bully con aquel que se ve débil. No es una cuestión de querer o no, sino tener que hacerlo. Un contexto que ha ido suavizándose con el paso de los años, también, por qué no decirlo, por la gentrificación, pero que sigue todavía presente.

Teatro Lara
Foto de José Ángel Fernández de Córdoba

Víctimas de sí mismos

Da Costa opta en El Barrio por poner el foco en cómo esa masculinidad dañina provoca que los hombres sean víctimas de sí mismos. Es de agradecer que se opte por esta perspectiva, en cómo se cumple esa famosa frase de perro come perro. Ahora bien, Da Costa va más allá, explorando el conflicto en clave gay y bisexual, con protagonistas que tienen que adaptarse a ese modelo de masculinidad tóxica con el añadido de que se enamoran y sienten deseos por amigos de su propio sexo.

Ahí surge el no querer verbalizar los sentimientos y en cómo estos terminan enquistándose en una serie de situaciones virulentas que ahondan en el conflicto. Por un lado, está Darío, quien buscó salir de ese círculo vicioso, pero por otro lado está Daniel, ese mejor amigo que termina siendo ese amor tormentoso que muestra cómo ‘el querer pertenecer al barrio’ provoca que una persona se desligue de sus propios deseos. Por supuesto, queda el tercero en discordia, Adrián. Mientras que Darío y Daniel son dos machotes que pueden mimetizarse con el canon heterosexual, Adrián tiene una sensibilidad que le hace no poder ocultarse, siendo el objetivo de los insultos homofóbicos en la adolescencia.

Teatro Lara
Foto de José Ángel Fernández de Córdoba

Las cuentas pendientes en clave LGBT

Da Costa se pregunta justamente qué pasa cuando estos chavales llegan a la treintena, cuando la vida cambia y ya se ha dejado atrás la etapa estudiantil, sea universitaria o de formación profesional. Aunque sean Darío y Daniel los que marquen el devenir de la trama, es Adrián el que llama la atención y el personaje que termina atrapando, aquel joven que supo crear su fortaleza justo al no poder ocultarse. De ahí, que sea el principal motor de cambio en la historia.

El autor sabe combinar crítica social con una historia de retorno al pasado y cierto toque melodramático al convertir ese trío de amigos en un curioso triángulo amoroso. Combinación equilibrada en la que destaca una cuidada puesta en escena, en la que el Dragón de La Elipa vuelve a erigirse como símbolo del barrio.

El Barrio
Foto de José Ángel Fernández de Córdoba

Conclusión

A ello se suma tres actores magníficos. Jaime Macanás sabe traer esa fragilidad que se esconde detrás de una masculinidad impostada. Lo mismo puede decirse de Rober Pascual, aunque desde una perspectiva opuesta. Aplauso a Alfonso Muñoz, que sabe poner esa nota discordante con un toque de humor y que evoca a esa mirada ácida que el propio Da Costa plasmó con el personaje de la influencer de su anterior trabajo, ‘Ayer intenté suicidarme’.

El Barrio es un cuidado reflejo de cómo el machismo oprime de una forma propia y característica a los propios hombres y una mirada al pasado con la madurez que da el propio paso del tiempo. Un nuevo éxito de La Joie de la Colina, que continúa explorando la psique humana desde una perspectiva profunda.

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