En 1972, el productor Irwin Allen obtuvo un éxito sin precedentes con La aventura del Poseidón, de Ronald Neame, la primera gran película de catástrofes y la primera de su género. Convencido de haber encontrado la fórmula milagrosa, el extravagante productor compró los derechos de dos novelas (The Tower, de Richard Martin, y The glass inferno, de Thomas N. Scortia y Frank M. Robinson) y pidió al guionista Stirling Silliphant que fusionara ambas obras en un guión coherente. Así llegaba El coloso en llamas (The Towering Inferno), clásico del cine de desastres en el que el rascacielos más grande del mundo caía pasto de las llamas. Ganadora de de 3 Óscar, está encabezada por un reparto de infarto que incluye a Steve McQueen, William Holden, Faye Dunaway, Paul Newman y Fred Astaire. Mucho suspense, drama e impresionantes escenas de acción.
Crítica de 'El coloso en llamas'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El coloso en llamas
Título original: The Towering Inferno
Reparto:
Paul Newman (Doug Roberts)
Steve McQueen (Jefe O'Hallorhan)
William Holden (Jim Duncan)
Faye Dunaway (Susan)
Fred Astaire (Harlee Claiborne)
Susan Blakely (Patty)
Richard Chamberlain (Simmons)
Jennifer Jones (Lisolette)
O.J. Simpson (Jernigan)
Robert Vaughn (Senador Parker)
Año: 1974
Duración: 165 min.
País: Estados Unidos
Director: John Guillermin, Irwin Allen
Guion: Stirling Silliphant. Novelas: Richard Martin Stern, Thomas N. Scortia, Frank M. Robinson
Fotografía: Fred J. Koenekamp, Joseph F. Biroc
Música: John Williams
Género: Acción. Drama
Distribuidor: Warner Bros Pictures España
Tráiler de 'El coloso en llamas'
Sinopsis
Las autoridades y los personajes más importantes de San Francisco se encuentran en la fiesta de inauguración de un nuevo rascacielos de 138 plantas. Mientras los invitados disfrutan de la fiesta, que se celebra en el último piso del edificio, un suceso fortuito desencadena la tragedia: un cortocircuito en un cuarto trastero del piso 81 provoca un incendio que comienza a expandirse a gran velocidad.
Dónde se puede ver la película en streaming
Las dos torres
Dos inmensos rascacielos, dos grandes catástrofes y dos noches donde múltiples individuos, cada uno con sus propios problemas, quedan acorralados en una lucha contrarreloj para escapar del fuego. ¿Sería posible que los edificios de dos novelas diferentes se fusionaran para convertirse en uno de esos enormes acontecimientos en la Historia del cine?
Pues sucedió. Una, "The Glass Inferno", escrita en 1973 por el autor habitual de los relatos de misterio Richard Stern. La otra, "The Tower", escrita un año después por Thomas Scortia, debutante con este trabajo, junto a Frank Robinson. Irwin Allen, un tipo de recursos, acertó al aprovechar los derechos que 20th Century Fox y Warner Bros., cada una por su lado, tenían de esas dos novelas, y convencer a sus presidentes de una jugosa idea.
En lugar de estrenar dos adaptaciones y competir entre ellos, ¿por qué no unirse en una superproducción y repartir los beneficios equitativamente? Stirling Silliphant, guionista muy hábil, se encontró con dos historias en realidad no tan distintas, así que eligió entre lo más destacado de ellas y se concentró en la representación que la catástrofe tendría en pantalla.
Si Stern ubicaba la tragedia en New York y Scortia en una ciudad anónima, aquí la inauguración de la llamada Glass Tower tiene lugar en San Francisco. El guión de El coloso en llamas (The Towering Inferno), sin embargo, comete un pequeño fallo de supervisión igual que el sistema de seguridad del edificio: desatar el accidente demasiado temprano. O así lo parece.
El paso a la realidad
"The Tower" enfatizaba, por encima de su descripción del desarrollo del desastre, la dilatación narrativa y acumulación de personajes, subtramas, comentarios y observaciones de índole social. "The Glass Inferno" era más concisa y sus personajes tal vez mejor tratados. Stirling Silliphant nos los presenta, muchos trasladados sin cambios a la pantalla, pero procura reducir su profundización psicológica.
El reparto de El coloso en llamas, trufado de estrellas de Hollywood entre jóvenes y veteranos, tiene suficiente carisma y talento como para que sus álter-egos no necesiten un análisis tan exhaustivo. Nos basta con seguir pequeños hilos argumentales de cada uno antes de comenzar la catástrofe propiamente dicha, aunque las alarmas hayan empezado a saltar pasado sólo el cuarto de hora de metraje...
John Guillermin, artesano curtido en la acción y la aventura, controla el suspense mejor que Richard Stern en las páginas. Mientras Paul Newman encarna al tenaz arquitecto (Roberts) que descubre los graves defectos en la instalación y pone en evidencia la falta de ética del constructor Duncan (un gran William Holden), Faye Dunaway (cuyo hinchado ego se hizo notar durante el rodaje) está esbozada como una mujer agresiva, pero sin mucho que decir.
La versión literaria de la actriz es la esposa del arquitecto Wilson de "The Tower", que le era infiel con el contratista chapuzas, en la película interpretado por un desagradable Richard Chamberlain...
Cuando las chispas saltan
Stirling Silliphant decidió prescindir de estos enredos telenovelescos. Los cables saltan por los aires, el incendio se declara y se nos hace sufrir con las espeluznantes e injustificadas muertes de algunos personajes (como sucedería en una catástrofe auténtica, claro). Todo esto antes de que llegue al escenario una troupe de bomberos liderada por Steve McQueen, imponente más que William Holden (Encuentro en París), que Paul Newman y que todo el edificio, quien se hace con el control de la película durante las siguientes 2 horas.
Los halagos a los departamentos de dirección artística, diseño de producción y efectos especiales son pocos. John Guillermin a un lado y Irwin Allen al otro saben dónde y cómo establecer una situación de peligro para involucrar al público a conciencia.
Nunca las explosiones en este tipo de cine lograron estrujar el corazón con tanta eficacia, porque cuando otra sucede significa la muerte, despiadada e inesperada, de un personaje más. Por su parte, Carl y Harold Kress encadenan las escenas de acción de una forma muy inteligente, logrando que el clímax de la siguiente secuencia alcance una intensidad mayor que la anterior. Y cada vez mayor. Y cada vez mayor.
Todas esas virtudes en el aspecto técnico ofrecen algunos de los momentos más espectaculares de la época, y el rescate de las víctimas desde la fachada (tomado de "The Tower") al tiempo que el ascensor cuelga de un cable con el jefe de bomberos encima es de los que permanecen alojados en la memoria para toda la eternidad...
Conclusión de 'El coloso en llamas'
Steve McQueen y Paul Newman, otros dos gigantes. Su buena química en pantalla está muy alejada de lo que fue su rivalidad en el plató, y aunque el segundo tiene más desarrollo y más frases, es el primero quien se lleva toda la atención. Él y un envejecido Fred Astaire en un melodramático y magnífico papel que le valdría una nominación al Oscar a Mejor Actor Secundario.
E igual que con "La Aventura del Poseidón", Irwin Allen arrasó en la taquilla; sabía cuál era la fórmula, cómo llevar al público a las butacas, y no podía perder. Y aunque la descripción de los personajes resulte, en general, plana y transparente, y la catástrofe se extienda durante unos largos 140 minutos, el ritmo jamás decae, ni un solo segundo. El emocionante, y no poco inverosímil (¿y qué?) drama-espectáculo hollywoodense de El coloso en llamas (The Towering Inferno) hace explotar la pantalla e incinera hasta la piel del espectador.
Un sentido homenaje a esos héroes que son los bomberos, una crítica directa contra las ambiciosas empresas de la construcción y una mirada sombría al desarrollo imparable de la sociedad urbana. Y Jennifer Jones, una actuación memorable. Faye Dunaway (El caso de Cristo), un monumento mayor que la Glass Tower. Y la grandiosa partitura de John Williams. Irrepetible. Única.
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