Lola Guerrero se estrenó en la dramaturgia con El crimen del Lara, obra teatral que mezcla el género de misterio - bebiendo de personajes como Sherlock Holmes - y la comedia negra. Dirigida por Manuel M. Velasco, cuenta con Patricia García Méndez, Manuel Tallafé y Antonio Meléndez Peso en el reparto actoral. Una producción de Kramer Producciones, que se encuentra en la sala Lola Membrives del Teatro Lara desde el 19 de febrero hasta el 8 de abril de 2020.



 

El crimen del Lara

Crítica de 'El crimen del Lara'

Ficha Técnica de 'El crimen del Lara'

Título: El crimen del Lara
Título original: El crimen del Lara

Reparto:
Antonio Meléndez Peso 
Patricia García Méndez 
Manuel Tallafé

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Manuel M. Velasco
Dramaturgia: Lola Guerrero
Vestuario: Teilor Castro
Diseño gráfico: Manuel Eslava Fajardo y Jon Pulachet
Género: Comedia
Producción: Kramer Producciones

Sinopsis de 'El crimen del Lara'

El crimen del Lara presenta a un director y actor protagonista de una pequeña obra basada en el personaje de Sherlock Holmes. Espera impaciente junto al director técnico la llegada de la actriz coprotagonista para el ensayo. Cuando por fin ésta hace su aparición trae consigo una maleta en la que confiesa lleva a su marido asesinado.Pese al shock inicial de sus dos cómplices y compañeros, deciden seguir adelante con los ensayos y la representación de la función. Pero nada es lo que parece y los tres se ven envueltos en una pequeña lucha de poder, intrigas maquiavélicas, giros inesperados y maquinaciones de una mente perturbada en busca de un único objetivo. (TEATRO LARA).


El crimen del Lara
Foto de Kramer Producciones

La surrealidad exquisita

El misterio y la realidad se unen para dar a luz el libreto de El crimen del Lara, una hilarante obra teatral que utiliza el propio escenario para recrear el ambiente surrealista que se desarrolla durante la historia. Lola Guerrero ha sabido centrar la narración en medio de dos vías que se entrecruzan de una manera orgánica y disfrutable. Exprime el concepto de metateatro, pero llevado al extremo. El guion de Guerrero goza de una inteligencia en la que pone sobre la mesa las excentricidades de lo que podría suponer el mundo artístico, en este caso del teatro. Por lo cual, no es extraño que haga en sí misma una caricatura del género del crimen, popularizado en Sherlock Holmes, para dar rienda suelta a una sinergia en la que triunfa la comedia como vehículo expresivo.

La manera en la que ha concedido los personajes se hace desde un prisma en el que parte de un cliché que sobrevuela las mentes de los espectadores en torno a los actores, pero los desarrolla con una humanidad burlesca que consigue encajar dentro de la ecuación planteada. Es asombroso ver cómo cada uno pasa de representar una identificación, el técnico, el director y guionista, la estrella… para llevarlos a un punto en el que las relaciones que se conforman los acercan al público y se origina una conexión empática que permite que el espectador se implique más dentro de la acción. Por último, hay que destacar la importancia de la crítica hacia lo polémico, hacia cómo hay esa exposición pública. Lo hace desde un punto humorístico que fomenta así la reflexión sin romper el carácter hilarante del título.

Foto de Kramer Producciones

De intérpretes al público

El reparto de El crimen del Lara es un perfecto triángulo equilátero en el que todos sus vértices brillan de la misma forma y tienen una importancia en escena que hace que ninguno se vea opacado por la energía que hay detrás de ellos. En primer lugar, Manuel Tallafé demuestra tener unas tablas en el escenario que le dan esa naturalidad artística impresionante. El actor sabe meterse en el personaje desde la primera fase y elucubra un uso de la expresión vocal, física y dialéctica creativa que triunfa. Tiene una fuerza escénica que hace que el público pueda notar esa energía sin ninguna dificultad. Esa intensidad controlada, que exprime la esencia de su personaje, hace que el público sienta una interpretación maravillosa. Además, sabe compartir el espacio y no abusa de la atención en las tablas, sino que sabe mantener la escucha de sus compañeros a la perfección.

Por su lado, Patricia García Méndez dibuja un retrato histriónico y dota de una fragancia fresca, dinámica y en continuo movimiento a su personaje. No tiene dificultad para mostrar esa picardía sobre el escenario y es el punto donde converge toda la acción que ocurre a su alrededor. Sabe controlar las dosis de femme fatale, que combina con una expresividad socarrona y muy orgánica. Excesiva cuando debe serlo, maquiavélica en otras ocasiones, pero sin perder la humanidad que le permite no terminar siendo un personaje desdibujado. Excelsa. Por último, Antonio Meléndez Peso desarrolla una interpretación aparentemente sencilla, pero con un carga emocional, que, sin alejarse de la comedia, sabe transmitir. Ese nervio, ese miedo y esa manera de colocar un personaje rutinario en una situación extrema. Lo hace con un carisma certero y queda en la retina de los asistentes.

El crimen del Lara
Foto de Kramer Producciones

Silencio, se actúa

Uno de los atractivos de El crimen del Lara es la manera en la que se ha expuesto la escenografía. Utilizando lo que podría ser perfectamente la preparación de una obra en el Teatro Lara, mantiene la cuarta pared pero invita al espectador a formar parte de este proceso. Se deshace de una imagen más alejada y llega a esa cercanía que causa interés en los asistentes al formar parte del detrás de escena. Aunque sea una obra de ficción, la disposición de los medios permite que se consolide la naturaleza de la obra. Utiliza una puesta en escena sin recargo y donde se pone el foco en el propio movimiento de los personajes.

El atrezzo que forma parte de la escena permite que se sublime el mensaje que hay detrás de la interacción con dichos elementos. Ofrece una visión íntima sin dejar de lado el aspecto surrealista que ofrece el guion.

Otro de los puntos favorables de la obra es el despliegue técnico que ofrece, dándole un significado diegético, que encumbra la propia comedia. Ese juego de luces y esos puntos de sonido que aportan ese carácter estrambótico, pero necesario. Aprovechan los fueras de escena. Ese desastre extraordinario que termina por redondear el resultado. Únicamente ese carácter desenfadado puede resultar para una parte del público como algo más ligero de lo esperado y no termine por cumplir sus expectativas. Sin embargo, para otra facción del público, es lo que puede hacer que termine por calarle. Equilibra la inteligencia de su mensaje con una puesta alejada de una complejidad que no encajaría con el aspecto general de la obra. Una comedia que encuentra en todo momento su camino y no pierde su sello de identidad en toda esa vorágine dramática humorística. 

El crimen del Lara
Foto de Kramer Producciones

Conclusión

El crimen del Lara es una comedia que mezcla el metateatro con el surrealismo histriónico y costumbrista. Un guion inteligente que sabe sacar partido a las piezas que va entrelazando. Una creación de la personalidad humorística bien planteada y que cumple su objetivo. Unos actores en alza que brillan a partes iguales y en los que se puede ver la gran química que derrochan sobre las tablas. Una disposición técnica que encumbra la comedia y en el que mezclan a la perfección la sobriedad de la puesta en escena clásica con el histrionismo del detrás de bambalinas que recorre la naturaleza de la obra. Una pieza teatral en donde el verdadero crimen es no ir a verla para disfrutar de ella y ser testigo del talento que hay sobre la escena.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
el-crimen-del-lara-critica-teatroEs una comedia que mezcla el metateatro con el surrealismo histriónico y costumbrista. Un guion inteligente que sabe sacar partido a las piezas que va entrelazando. Una creación de la personalidad humorística bien planteada y que cumple su objetivo. Unos actores en alza que brillan a partes iguales y en los que se puede ver la gran química que derrochan sobre las tablas. Una disposición técnica que encumbra la comedia. Una pieza teatral en donde el verdadero crimen es no ir a verla para disfrutar de ella y ser testigo del talento que hay sobre la escena.

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