La nueva película de James Kent es un drama basado en la novela de Rhidian Brook. El film narra diferentes historias en el periodo de la posguerra que son un espejo de la soledad, los prejuicios y los sentimientos enterrados en el corazón. El día que vendrá se estrena el 12 de abril.



El día que vendrá

Crítica de El día que vendrá

Ficha técnica

Título: El día que vendrá
Título original: The Aftermath

Reparto:
Keira Knightley (Rachael Morgan)
Jason Clarke (Lewis Morgan)
Alexander Skarsgård (Stephen Lubert)
Anna Katharina Schimrigk (Heike)
Jack Laskey (Wilkins)
Kate Phillips (Susan)
Martin Compston (Burnham)
Frederick Preston (Michael Morgan)
Flora Thiemann (Freda Lubert)
Jannik Schümann (Albert)
Tom Bell (Capitán Eliot)
Joseph Arkley (Capitán Thompson)
Abigail Rice (Pamela)
Naomi Frederick (Celia)
Alexander Scheer (Leitman)
Pip Torrens (General Brook)
Ivan Shvedoff (Coronel Kutov)

Año: 2019
Duración: 109 min.
País: Reino Unido
Director: James Kent
Guion: Joe Shrapnel, Anna Waterhouse (Novela: Rhidian Brook)
Fotografía: Franz Lustig
Música: Martin Phipps
Género: Drama. II Guerra Mundial
Distribuidor:  Twentieth Century Fox España

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Tráiler

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El Día Que Vendrá [DVD]
  • Keira Knightley, Alexander Skarsgård, Kate Phillips (Actores)
  • James Kent (Director)
  • Calificación de la Audiencia: Pendiente de calificación por edades

Sinopsis

El día que vendrá está ambientada en la Alemania de la posguerra de 1946. Rachael Morgan (Keira Knightley) aterriza en las ruinas de Hamburgo en pleno invierno para reunirse con su marido, Lewis (Jason Clarke), un coronel británico que recibe la misión de reconstruir la ciudad destruida. Pero cuando van a mudarse a su nueva casa, Rachael descubre con asombro que Lewis ha tomado una decisión inesperada: compartirán la enorme casa con sus antiguos propietarios, un viudo alemán (Alexander Skarsgård) y su atormentada hija. En esta atmósfera cargada, la hostilidad y el dolor dan paso a la pasión y la traición. (20th Century Fox)

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La dureza del pasado

El día que vendrá toca distintas temáticas. La primera, la relevancia del pasado directamente cercano. Los hechos se sitúan durante la ocupación británica de Alemania al terminar la II Guerra Mundial. En este aspecto, el trabajo de los tres guionistas (entre los que ha colaborado el autor) y la creación de la atmósfera cargada de hostilidad y desconfianza, es un acabado limpio de sabiduría sentimental. Ambas naciones se encuentran aún enfrentadas, dolidas y con el orgullo herido. Los ingleses (como los Morgan, el matrimonio protagonista), han venido a ayudar y solucionar las revueltas, los crímenes, las muertes y la resistencia nazi que aún acecha en las calles.

El desprecio se palpa, el miedo se inhala, el perdón se busca fuera de uno mismo. La tristeza deambula entre los soldados y los civiles, pero los contrastes no son opacos. Con independencia de su origen, algunos desean redimirse, redimir y empezar de cero. Las circunstancias ya han ahogado demasiadas esperanzas y se han llevado vidas inocentes que no regresarán.

El día que vendrá

Las crisis sin voz

La pareja de ingleses se instala en una mansión compartida con un hombre alemán y su hija. Es entonces, en esta vida conjunta, cuando los problemas salen a la luz.

Lewis Morgan trabaja como soldado y apenas está en la casa, compartiendo escasos momentos con su esposa y dedicándose casi exclusivamente a los asuntos políticos. Su actitud es humanitaria, cautelosa, frágil aunque determinante. Cree en el fin del horror, en la cooperación como arma para acabar las masacres previas. En él existen secretos, abismos de pérdidas no lloradas, emociones secas por el tiempo y marchitadas por la desesperación. Y la evasión cotidiana de la lejanía, del deber laboral, es el refugio perfecto para su conciencia.

Rachael Morgan respira con dificultad en el nuevo ambiente. La localidad para ella es un territorio hostil donde sus habitantes han causado demasiado daño, un campo de minas en el que la precaución y la soledad reinan. Una cárcel temporal en la que su posición le permite señalar a los alemanes con rencor y miedo. No obstante, bajo su actitud distante y fría, se ocultan cicatrices, raíces de desconfianza y vínculos rotos que solo el contacto humano y el tiempo pueden calmar. Hilos que únicamente la aceptación es capaz de sanar.

Stephan es el padre de Freda. Un alemán a los ojos de todos, pero un ser humano por encima de cualquier etiqueta. Cortés, cercano, sencillo. Alguien que alberga la esperanza de vivir mejor, de alcanzar una justicia de apariencia efímera, y de ser libre de la historia del país y de su historia personal. Y la convivencia con los británicos, entre sentimientos e ideas preconcebidas, es una partida mortal.

El día que vendrá

Papeles y pieles

Jason Clarke se desenvuelve en su personaje con extrema intensidad. Pese a que sus escenas son más breves, consigue que Lewis no caiga en la levedad, que no sea un mero trasfondo o una caricatura de las consecuencias políticas y matrimoniales. Las emociones fluyen a través de él y conquistan a Morgan con rigidez y vulnerabilidad, enseñándonos a convertir la cobardía en audacia.

Keira Knightley encarna a Rachael con fragilidad, coraje y una carga emotiva inolvidable. Le aporta naturalidad, gracia y sensibilidad. Pero su mayor logro es transmitirle la delicadeza de la tristeza. Transportarla a ese castillo inalcanzable que a veces se construye alrededor de las amarguras para salvarse del desamparo y de la ausencia de una mano amiga.

La necesidad de reconstrucción es la clave de la interpretación de Alexander Skärsgard. Ira, aflicción, sensualidad, devastación. Todo eso y más abarca Stephan. El actor le da vida con la complejidad que merece, abordando su lucha íntima entre los dictámenes de la realidad social y las órdenes de su corazón. Busca su identidad y su dignidad entre el caos y quiere hallar un futuro lleno de fortuna para su familia.

El día que vendrá

Conclusiones

El día que vendrá es una película sobre los conflictos de la vida, acerca de los duelos, las despedidas, el (des)amor, la compasión y la persecución de la paz. Destaca gracias a su poderosa historia, no ajena a los problemas humanos de la actualidad, y a sus buenas actuaciones. La música, sobre todo la melodía del piano escogida para la rememoración del pasado y la conexión con el presente, es un elemento con presencia, muy emotivo. Los escenarios están elegidos con acierto, resaltando la gelidez y la belleza de las escenas. Y la estética también gana puntos, haciendo que sea atractiva y precisa a su época.

Una cinta conmovedora que nos incita a reflexionar sobre el adiós, el odio y las oportunidades.

"No es la guerra lo que nos convierte en hombres".

Reportaje de El día que vendrá en Días de Cine TVE

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