El ladrón de cadáveres (The body snatcher) es un clásico del cine de terror nacido en la fructífera etapa en que Val Lewton produjo interesantísimos títulos del género para la RKO. La película está dirigida por Robert Wise (West side story, Sonrisas y lágrimas) y protagonizada por Boris Karloff (Frankenstein, La Momia), Henry Daniell (El gran dictador, My fair lady) y Bela Lugosi (Drácula, El hombre lobo). Esta inspirada en un relato homónimo de Robert Louis Stevenson, y en parte en el caso real de los asesinatos de Burke y Hare ocurridos durante el siglo XIX.



El ladrón de cadáveres película

Crítica de 'El ladrón de cadáveres'

Ficha Técnica 

Título: El Ladrón de Cadáveres
Título original: The Body Snatcher

Reparto: 
Boris Karloff (John Gray)
Henry Daniell (Dr. Wolfe MacFarlane)
Russell Wade (Donald Fettes)
Bela Lugosi (Joseph)
Rita Corday (Mrs. Mars)
Sharyn Moffett (Georgina Mars)

Año: 1945
Duración: 78 min.
País: Estados Unidos
Director: Robert Wise
Guion: Philip Macdonald, Val Lewton (Relato de R.L. Stevenson)
Fotografía: Robert de Grasse
Música: Roy Webb
Género: Terror
Distribuidor:

Filmaffinity

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Sinopsis

Después de haber ejercido de montador de las primeras películas de Orson Welles (Ciudadano Kane y El cuarto mandamiento), Robert Wise empezó a dirigir películas de Serie B para la RKO bajo la tutela de Val Lewton, el famoso productor que descubrió a Jacques Tourneur. El ladrón de cadáveres fue su cuarto largometraje y la única ocasión en la que trabajó con el gran Boris Karloff.

Edimburgo, 1831. Donald Fettes, un joven estudiante de medicina, llega a la mansión del doctor MacFarlane, un prestigioso cirujano y profesor, para servirle como ayudante. El siniestro cochero John Gray es quien le proporciona clandestinamente al médico los cadáveres que utiliza en sus clases y en sus investigaciones, cadáveres frescos procedentes de las tumbas del cercano cementerio. Gray aprovechará la situación para chantajear a MacFarlane... (Filmin)

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Una profesión sórdida

El ladrón de cadáveres asienta su peripecia en un hecho que tuvo mucho de real en su tiempo. En el siglo XIX no era infrecuente la figura del ladrón de tumbas que facilitaba los finados necesarios para uso de los médicos en, por ejemplo, las imprescindibles clases de anatomía. Sin duda una acción censurable y tétrica, pero que respondía a cierta necesidad. Algunos de estos ladrones se excedieron aún más en la villanía, y se proveían de cadáveres a base de asesinatos. Entre ellos Harold y Burke, en Escocia ( y que dio para una comedia negra de John Landis).

Con esta premisa ya tenemos el fundamento de El ladrón de cadáveres. John Gray (Boris Karloff) es un cochero de Edimburgo que se saca un sobresueldo profanando tumbas y proveyendo de cadáveres al doctor MacFarlane (Henry Daniell), ilustre cirujano y reputado docente. A la consulta del doctor llega la señora Mars (Rita Corday) en demanda de auxilio para su hija, parapléjica a raíz de un accidente.

Macfarlane cree poder ayudar a la niña, pero antes necesitaría inspeccionar una columna vertebral para cerciorarse de la anatomía de la zona dañada. Al no tener ningún cadáver que diseccionar, su ayudante contrata los siniestros servicios de John Gray para obtener un cuerpo sin vida. Y partir de aquí comienzan a rodar unos hechos cada vez más pesadillescos.

El ladrón de cadáveres película
© 1945 - Warner Bros. All rights reserved.

Un modo de hacer las cosas

El ladrón de cadáveres se enmarca dentro de las película producidas por Val Lewton para la RKO. Los exponentes más conocidos de este grupo de películas, entre otros, son La mujer pantera (1942) y Yo anduve con un zombie (1943), ambas del gran Jacques Tourneur. Las obras debían cubrir varias premisas. principalmente adecuarse a un presupuesto exiguo y no durar más de 75 u 80 minutos. Un ejemplo de tomo y lomo de la serie b.

El resultado fue una retahíla de estupendas películas de terror, elegantes, sombrías y seductoras. Se confiaba la inquietud al poder evocador de la oscuridad, a la elipsis, y a la sugestión. Se hacía de la necesidad virtud, y en la medida de lo posible se evitaba mostrar la fuente del peligro de forma explícita, en parte por la limitación del presupuesto, y en parte por conveniencia estilística.

Robert Wise prosigue en estas coordenadas y consigue una factura eficaz, que a su vez se transforma en una notable atmósfera malsana. De este modo, los decorados son modestos y reutilizados de otra película (de El jorobado de Notre Dame, de 1939), pero cuadran bastante bien. El uso de las sombras, deudoras del impresionismo, es magistral, dando la sensación de amenaza inminente, de miedo acechante.

The Body Snatcher film
© 1945 - Warner Bros. All rights reserved.

La inquietud de El ladrón de cadáveres

El ladrón de cadáveres consigue el fin primordial de una buena película de terror: inquietar. Para ello se vale, como hemos visto, de una fotografía tenebrista y una adecuada ambientación. También es un elemento importante el sonido o el silencio, en relación a sugerir al espectador eventos o sensaciones de miedo. De este modo el resonante cabalgar de los caballos del coche de John Gray nos anuncia la llegada de un personaje amenazante, poniendo en guardia a los personajes ya nosotros mismos.

A sensu contrario el silencio también tiene momentos de gran valor narrativo. Y un ejemplo de esto sería el caso de la cantante callejera y cómo el súbito cese de su canto nos advierte de la suerte que ha corrido. En cualquier caso, la regla número uno es que preferible sugerir que mostrar. La imagen gráfica la formará el espectador en su propia cabeza.

No obstante, El ladrón de cadáveres comparte el género de terror con las característica propias de otros estilos. Esencialmente El ladrón de cadáveres tiene muchas trazas de drama, sobre todo en lo que a la niña parapléjica y su madre se refiere. También una especie de moraleja sobre la medicina, basándose en dos vértices opuestos: el avinagrado y recio doctor Macfalane, que representa la medicina como ciencia fría y ególatra (una especie de doctor House decimonónico), y por otro lado su gentil y encantador ayudante, Donald Fettes. La idea que se desliza es que el buen médico se aproxima más al carácter del ayudante y no al del doctor.

El ladrón de cadáveres película
© 1945 - Warner Bros. All rights reserved.

La progresión y los personajes

El ladrón de cadáveres, incluso dentro de su escasa duración, progresa en tono e intensidad. Aunque ya resulta algo incómoda desde el inicio, sobre todo por la materia prima que toca, como cadáveres, morgues, disecciones, etc., la película se va volviendo más obsesiva. Más intensa psicológicamente. En buena medida por la extraña y ponzoñosa relación entre el doctor Macfarlane y el cochero John Gray, de la que vamos conociendo cada vez recovecos más intrincados. Por supuesto, Gray muestra cada vez una conducta más rastrera y deplorable.

Sin embargo, su némesis, el doctor Macfarlane tampoco es esencialmente un héroe y poco a poco a su antipatía se añade una faceta realmente oscura. Incluso su criado, un Bela Lugosi que aparece en contadas escenas, tiene unas peligrosas dobleces. En el lado luminoso se encuentra un cada vez más atribulado Fettes, un extraño dentro de un clima irrespirable, y la señora Marsh y su hija parapléjica. Estos personajes aportan una quizá necesaria dosis de candor.

La actuación más destacada es la de Boris Karloff encarnando con acierto a un personaje realmente desasosegante, al que es fácil coger aversión. Tanto su sonrisa sardónica como su mirada penetrante son de lo más notable de El ladrón de cadáveres. Henry Daniell hace una actuación adecuada a su personaje, pétrea, algo monolítica. Sin demasiados alardes pero coherente con su rol. Russell Wade, encarna arquetípicamente al personaje bueno y generoso que compensa la perfidia dominante.

The Body Snatcher film
© 1945 - Warner Bros. All rights reserved.

La dirección

La dirección de El ladrón de cadáveres recae en director, Robert Wise, dueño de una carrera excelente. No era la primera vez que dirigía para la RKO y Val Lewton; ya había dirigido El regreso de la mujer pantera (1944). Wise cogió las directrices de Tourneur de jugar con la sugestión y los ambientes sombríos, aplicándolas en este caso a un entorno más sórdido en el que se defiende bastante bien. Los minutos finales son un buen ejemplo de crescendo de tensión.

Wise fue un director de una versatilidad de altísimo nivel. Lo mismo fue dejando obras notables en el musical, como Wise Side Story o Sonrisas y Lágrimas; en la ciencia ficción, como La amenaza de Andrómeda o Star Trek: La película; o en intensos dramas como el boxístico Nadie puede vencerme; además siguió tocando el género de terror con obras como La mansión encantada, o la Las dos vidas de Audrey Rose.

Traía además un buen bagaje como montador en nada menos que Ciudadano Kane. En cuanto a El ladrón de cadáveres, pone su sapiencia narrativa al servicio de una historia de alma truculenta, pero de dirección siniestramente sutil.

El ladrón de cadáveres película
© 1945 - Warner Bros. All rights reserved.

Conclusiones de 'El ladrón de cadáveres'

El ladrón de cadáveres es un festín para los seguidores del terror clásico, en forma de un trabajo artesanal que alcanza el arte a través de un notable trabajo de sugerencia. La atmósfera decadente y una premisa potente, e incluso atrevida para la época, son convertidos en un excelente ejemplo de las producciones de terror de Val Lewton y la RKO. Además contiene a Boris Karloff y a Bela Lugosi juntos en el reparto, no era la primera vez, aunque a este último le falte algo de presencia.

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