El pasado 1 de julio se estrenó El Lago de los Cisnes en el Teatro Gran Vía de Madrid. Alicia Alonso presenta la versión del Ballet Clásico de Cuba, en donde Laura Alonso continua con la excelencia de una de las obras más importantes y versionadas de la historia de la danza clásica. El Lago de los Cisnes estará en cartel hasta el 3 de agosto de 2025, invitando al público a disfrutar con la música de Tchaikovsky y el hechizo de una leyenda que siempre seguirá viva sobre las tablas.
Crítica de 'El Lago de los Cisnes'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El Lago de los Cisnes
Título original: El Lago de los Cisnes
Reparto:
PRIMEROS BAILARINES: Patricia Hernández, Abraham Quiñones, Rachel Mendoza, Isaias Rodríguez, Alejandra de Jesús Rodríguez, Jorge Pablo García y Pavel Pérez.
BAILARINES SOLISTAS: Klavdia Ramos, Haden Pérez, Elena María Matos, Samuel Pozo, Richard González.
BAILARINES CORIFEO: Melisa Solorzano, Cindel Romero, Lilla Laura Martínez y Emilio Batista.
CUERPO DE BAILE: Yosuanee Ruano, Liannys Hernández, Priscilla Rivas, Emily Suárez, Jennifer de la Caridad Flores, Elena Álvarez, Thalía Molina, Yasmín Ávila, Ángela Chong, Emilio Batista, Ray Randoll Pérez, Manuel Valdés, Yerandi Tapanes, Marlon Hernández, Rafael Aguilar.
Año: 2025
Duración: 2 horas y 10 minutos, incluyendo el descanso de 15 minutos.
País: España
Dirección General: Laura Alonso
Guion: Versión de Alicia Alonso
Regidor: Romelio Frometa
Técnico de luces: Abel Cid
Técnico de sonido: Yosvani Valdés
Vestuarios: Vilma Arias
Diseñador de vestuario del cuerpo de baile: Gerner Garrido
Tráiler de 'El Lago de los Cisnes'
Sinopsis
La obra transcurre entre el amor y la magia, enlazando en sus cuadros la eterna lucha del bien y del mal. La protagonizan el príncipe Sigfrido, enamorado de Odette, joven convertida en cisne por el hechizo del malvado Von Rothbart y Odile el cisne negro e hija del brujo.
Se basa en una leyenda que cuenta cómo unas jóvenes son convertidas en cisnes por un malvado mago, Von Rothbard. Por las noches recuperan su forma humana. El príncipe Sigfrido sale de caza con sus amigos y se encuentra con Odette, la reina de las muchachas convertidas en cisnes, quien le cuenta su triste destino y el de sus compañeras de hechizo. Le confiesa que sólo una promesa de amor que llegue hasta el matrimonio podría acabar con el encantamiento. Sigfrido jura hacer esa promesa en la fiesta que se celebrará al día siguiente en el palacio en la que él tiene que elegir esposa.
En esa fiesta, Sigfrido cree reconocer a Von Rothbard y a Odette, pero en realidad el mago ha traído a su hija Odile, disfrazada de Odette, pero vestida de negro (en este momento se ejecuta el famoso «Paso a dos del Cisne Negro»). Sigfrido, sin darse cuenta del engaño, jura su amor a la que él cree ser Odette y traiciona a su verdadera amada, a la que ve llorando a través de una de las ventanas de palacio. Von Rothbard y su hija han triunfado.
Por esa supuesta traición, Odette ha decidido morir antes que seguir siendo un cisne para siempre. Pero Sigfrido le pide perdón, y triunfa en una lucha final contra Rothbard, prevaleciendo su amor con Odette.
Belleza y técnica
El Lago de los Cisnes consta de cuatro actos bastante diferenciados entre sí. Laura Alonso marca en dos actos, con una pausa de quince minutos, la magnética historia de amor y magia de Odette y Sigfrido. Con un cuerpo de baile conformado por 32 bailarines, destaca con sobresaliente el papel de Jester, escenificado por Pavel Pérez, gracias a un alarde técnico en el que los tours en l’air ofrecen un espectáculo inigualable que suma a la elegancia habitual del inicio un sinfín de pasos perfectamente ejecutados.
Mientras la escenografía y el vestuario no destacan especialmente por su ostentosidad, sí lo hacen la belleza y la armonía de las coreografías. Y, aunque la estupenda partitura de Tchaikovsky no se pueda disfrutar con una orquesta en directo, danza y música se fusionan para devolver a los espectadores una experiencia inigualable y apasionante.
Dos de los hándicaps mayores de esta versión se encuentran en que el escenario parece quedarse pequeño a la hora de adaptar la coreografía y en que la aparición del malvado Von Rothbart pierde fuerza debido a la falta de algún que otro reajuste interpretativo. Pero los pasos a dos de Odette y Sigfrido están cargados de sentimiento, especialmente en las expresiones faciales y corporales de Patricia Hernández, mientras Abraham Quiñones (Sigfrido) la deja brillar como uno de los mejores cisnes del lago. Previamente, el mítico pas de quatre, tan halagado por el público por la dificultad de su sincronización, crea una atmósfera fascinante en su totalidad.
El cisne negro
Tras la pausa, el acto más espectacular cobra vida con la llegada de Odile, el cisne negro, también interpretado por Patricia Hernández, en el que Sigfrido deberá terminar con el hechizo sirviéndose del amor que le profesa. En este punto, todo el cuerpo de baile adquiere un protagonismo más equitativo al estar condensado en menos tempo el vaivén de giros argumentales y múltiples coreografías. Un ritmo frenético que emociona y mantiene el interés sin resultar farragoso.
En este último acto, la esencia de El Lago de los Cisnes permanece intacta, a pesar de que se omiten algunos elementos icónicos de la puesta en escena, como la aparición de Odette para revelar a Sigfrido el engaño del que está siendo víctima. Desde la presentación original en el Teatro Bolshói de Moscú en 1877 hasta las producciones más recientes del Ballet de Kiev, El Lago de los Cisnes continúa y continuará siendo el ballet más demandado y alabado, incluyendo esta elegante y sobresaliente versión de Laura Alonso.
La respuesta del público fue unánime: aplausos que no cesaron desde la bajada del telón hasta la reverencia final del cuerpo de baile. Este es el lago idóneo para refrescarse con arte en una calurosa tarde de verano.
Conclusión de 'El Lago de los Cisnes'
Laura Alonso logra continuar con sobresaliente la versión de El Lago de los Cisnes de Alicia Alonso, demostrando por qué esta obra desata fidelidad y pasión en cualquier escenario del mundo. Es un deleite poder disfrutar de una primera bailarina de la talla de Patricia Hernández, que interpreta a Odette y Odile con técnica inmejorable y expresividad latente, patentando así la calidad del Ballet de Cuba. Una oportunidad que no se puede dejar escapar, especialmente para aquellos que desean iniciarse en el hipnótico y magnético arte del ballet clásico.
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