El pasado 17 de febrero se estrenó El proceso en el Teatro María Guerrero. Esta producción del Centro Dramático Nacional es una adaptación de la novela homónima de Franz Kafka a manos de Ernesto Caballero. Además, cuenta con Carlos Hipólito para liderar el reparto. Los compañeros que acompañan a Hipólito son Felipe Ansola, Oliva Baglivi, Jorge Basanta, Alberto Jiménez, Paco Ochoa, Ainhoa Santamaría y Juan Carlos Talavera. Estará en cartel hasta el 2 de abril.



Estreno de El proceso

Crítica de 'El proceso'

Ficha Técnica

Título: El proceso
Título original: Der Prozess

Reparto:
Felipe Ansola (Estudiante, Azotador, Fabricante)
Olivia Baglivi (Señora Bürstner, Leni, Niña Titorelli 1)
Jorge Basanta (Willem, Huld)
Carlos Hipólito (Josef K.)
Alberto Jiménez (Franz, El pintor Titorelli, El capellán de la prisión)
Paco Ochoa (Juez instructor, Hombre alto, El tío Albert, Block)
Ainhoa Santamaría (Señora Grubach, Mujer del juzgado, Niña Titorelli 2)
Juan Carlos Talavera (Inspector, Ujier, Jefe de departamento)

Duración: 95 min. apróx.
Dirección: Ernesto Caballero
Versión: Ernesto Caballero
Autoría original: Franz Kafka
Escenografía:
Monica Boromello
Iluminación:
Paco Ariza
Vestuario:
Anna Tusell
Música original:
José María Sánchez-Verdú
Espacio sonoro:
Miguel Agramonte
Caracterización:
Sara Álvarez
Movimiento:
José Luis Sendarrubias
Ayudante de dirección:
Pablo Quijano
Ayudante de escenografía:
Mauro Coll
Ayte. de vestuario:
Eleni Chaidemenaki
Ayudante de iluminación:
Daniel Checa
Fotografía:
Luz Soria
Vídeo:
Bárbara Sánchez Palomero
Producción: Centro Dramático Nacional
y Lantia Escénica

Tráiler de 'El proceso' 

Sinopsis de 'El proceso'

El proceso nos lleva a Una mañana dos funcionarios se presentan en la pensión donde vive el gerente bancario Josef K. para informarle de que se le acaba de abrir un procedimiento judicial cuya causa desconocen. Le comunican que debe presentarse de inmediato en los juzgados para aclarar su situación. A partir de ese momento, la vida de K. se va a ver atrapada en un absurdo e interminable proceso que, como indica uno de los miembros del tribunal, incluye en sí la propia condena del acusado.

Un tío de K. decide, entonces, ayudar a su sobrino y lo pone en contacto con un abogado amigo suyo, para que, aun a pesar de la enfermedad que lo mantiene en cama, se haga cargo de su defensa. Sin embargo, las gestiones del letrado Huld no terminan de dar fruto, por lo que K. decide finalmente hacerse cargo él mismo de su propio caso. Se pone en contacto entonces con el pintor Titorelli, persona bien relacionada en los tribunales al ser retratista de jueces, quien no le garantiza una sentencia absolutoria, tan solo, y en el mejor de los casos, un prolongado aplazamiento de la causa.

El sinsentido y la frustración van en aumento hasta que, finalmente, dos guardias vienen a buscar al inculpado, lo conducen a una cantera a las afueras de la ciudad, y allí, sumaria y burocráticamente, ejecutan la sentencia de muerte. Antes de expirar Josef K. aún manifiesta una extraña culpabilidad. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



El proceso
Foto de Luz Soria

Un verdadero Kafka

Ernesto Caballero adapta una de las novelas más importantes de Franz Kafka: El proceso. Esta pieza narra la detención de un hombre, el cual no sabe la razón por la que se produce este hecho. Para comenzar, hay que destacar la maestría del dramaturgo para llevar al espectador ante ese universo tan personal del autor checo. Por tanto, se respetan y sacan a relucir varios de los elementos que son su sello de identidad, como la claustrofobia, la espera, la burocracia y pinceladas fantásticas en contraste con el realismo que sienta la base principal del relato. Con lo cual, hay que aplaudir la fidelidad con la que se somete a este reto, aunque Caballero ha demostrado en varias ocasiones tener control sobre autores que se alejan de convencionalismos y entran en un terreno más filosófico como Hannah Arendt.

No es una obra para todos los públicos y no pretende serlo, dado que desde el principio se marca a la perfección la dirección de esta adaptación. Por ende, puede haber una parte del público que no conecte con ella, pero seguramente tampoco coincidiría con Kafka, dada la densidad de su obra. Sin embargo, se abre una reflexión en torno a las versiones, dado que al ser tan pulcro en su adaptación puede que se eche en falta su punto de vista, aquello que hace que sea distinto a otros montaje que se han hecho. En consecuencia, puede que se perciba excesivamente académico. Aun así, se toma en valor el cuidado que hay en la pieza, que será un auténtico frenesí para los amantes del universo kafkiano.

Centro Dramático Nacional
Foto de Luz Soria

La espera

Carlos Hipólito es el encargado de convertirse en Josef K. en El proceso. El actor logra una interpretación impoluta, llena de matices, una expresividad de alto nivel. Además, al ser una pieza de este tipo, era complicado sacar partido a esos silencios, a esa ansiedad e Hipólito logra utilizar a su favor. Por tanto, deja una auténtica muestra de brillantez, tiene la fuerza y astucia para ser la columna vertebral a nivel interpretativo. Después, Felipe Ansola logra una interpretación medida, no se dispersa y capta la atención del espectador. Por ende, su contundencia y su vigorosidad dejan una sensación misteriosa. Lo mismo sucede con Olivia Baglivi, la cual añade una energía en plena catarsis. Además, hay que aplaudir que sepa ofrecer un lenguaje visual muy enriquecido dramáticamente. Por su lado, Jorge Basanta se mueve en una comedia bien confeccionada, que adereza con la identidad de la obra y ese universo.

Alberto Jiménez expone una versatilidad escénica, aprovechando los distintos personajes a los que da vida en la obra. Por ello, se ve la consolidación de su trabajo dramático, al mismo tiempo que le da a los espectadores distintas aristas donde valorar su actuación sobre la escena. Después, Paco Ochoa ya inicia su viaje en este montaje de una manera absolutamente perfecta, con un mimetismo con el lenguaje no verbal que lo encumbra sobre el escenario. Gracias a ello, destaca por el talento que hay en la forma de transmitir con el cuerpo, el movimiento… Estupendo. Luego, Ainhoa Santamaría está increíble, es un placer verla en escena. Se entrega de forma absoluta y muestra toda esa locura sin una pizca de exageración. Orgánica y a un gran nivel. Por último, Juan Carlos Talavera completa el reparto con una interpretación eficaz, en sintonía con sus compañeros.

Centro Dramático Nacional
Foto de Luz Soria

El frío y burocrático mundo

Una vez se entra en la sala, El proceso inicia ya la captación de su esencia con la artesanía de su escenografía. Así, se presenta una producción ambiciosa, que se ve en la grandilocuencia de su construcción y la posibilidad de mostrar una composición efectista. Sin embargo, a pesar de esa primera toma de contacto, las diferentes actuaciones visuales no logran ofrecer una propuesta más dinámica, sino que se corresponde con un resultado excesivamente regular y en el que no se haya un cambio de energías en ningún momento. Por ende, se ve cómo distintos estímulos van desencadenándose, con su excelente diseño detrás, pero no dicen más sobre las tablas. Con lo cual, ocurren multitud de acciones, pero pierden tal fuelle que pasan sin pena ni gloria.

Por este motivo, el tiempo y el ritmo se ralentiza a tal grado, que lejos de transmitir la ansiedad y el agobio, así como la claustrofobia de dar la sensación de "no pasar nada", acaba por producir un efecto más de desgana y apatía desde el patio de butacas. Sin duda, es una pena, dado que el gran despliegue y sus posibilidades ahí están, por lo que podría haber logrado un auténtico frenesí artístico que acompañe a un texto de tal complejidad. A pesar de ello, tiene escenas de una gran belleza, una simbologia de un nivel elevado. Por ende, merece ser vista por estos momentos. Únicamente, hay que tener en cuenta que no es una pieza ligera, sino que transcurre de forma espesa. Para terminar, aplaudir el uso de la música como elemento expresivo, un auténtico gusto.

El proceso
Foto de Luz Soria

Conclusión

El proceso une a Ernesto Caballero con Franz Kafka en una versión auténticamente fiel y que ensalza los elementos icónicos de la famosa novela. Por lo cual, Caballero logra introducirse en el universo kafkiano con maestría y con la dificultad que supone un texto así. Asimismo, el reparto se entrega a ese misticismo, ofreciendo un trabajo dramático totalmente comprometido con un Carlos Hipólito exquisito. Sin embargo, la propuesta escénica no logra entusiasmar a la audiencia, acabando por ralentizar en exceso el ritmo y cayendo en una estrategia demasiado densa. En consecuencia, se pierde el interés en una parte importante del texto. A pesar de ello, hay escenas realmente bellas. Kafka nunca es un caramelo fácil de digerir y esta adaptación ha sabido calar absolutamente la esencia del autor.

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