El rayo verde, quinta entrega de la serie Comedias y proverbios, es una honesta mirada a la soledad en la sociedad contemporánea. En El rayo verde el director francés Éric Rohmer (Pauline en la playa) trabajó a partir de la improvisación de sus actores, especialmente de la protagonista, Marie Rivière, que encarna a Delphine, un personaje que tiene mucho de ella y de su situación en el momento. Marie Rivière protagonizó y coescribió este clásico del cine.
Crítica de 'El rayo verde'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El rayo verde
Título original: Le Rayon vert
Reparto:
Marie Rivière (Delphine)
Amira Chemakhi (en París)
Sylvie Richez (en París)
María Luisa García (Manuela en París)
Basile Gervaise (en París)
Virginie Gervaise (en París)
René Hernandez (en París)
Dominique Rivière (en París)
Claude Jullien (en París)
Alaric Jullien (en París)
Año: 1986
Duración: 90 min.
País: Francia
Director: Éric Rohmer
Guion: Éric Rohmer, Marie Rivière
Fotografía: Sophie Maintigneux
Música: Jean-Louis Valero
Género: Drama psicológico
Distribuidor:
Tráiler de 'El rayo verde'
Sinopsis
Delphine es una joven secretaria parisina sin planes para sus vacaciones después que su amiga las cancelara en el último minuto. Sola y triste, ella está decidida a viajar. En el camino conoce a una chica sueca que intenta animarla pero que sólo consigue acentuar su sensación de soledad, hasta que su destino de repente da un giro inesperado.
Dónde se puede ver la película en streaming
Vacaciones sin mapa
El rayo verde avanza a través de conversaciones y silencios, en playas, estaciones, comedores y calles sin nombres, Delphine conoce a gente, la rechaza, se acerca y se aleja. No es tanto que le pasen cosas como que todo a su alrededor le devuelve el eco de su malestar. La presencia de otras parejas, los discursos bienintencionados sobre “relajarse” o “aprovechar el verano”, solo acentúan su incapacidad para conectar.
El rayo verde no es una película sobre la tristeza, es una historia sobre la espera, no del amor, ni del destino, sino de una señal, una coincidencia, una vibración justa que ponga sentido a lo que se vive. Esa espera toma forma literal en el fenómeno atmosférico que da título a la cinta, una rareza óptica en el horizonte del atardecer que, según la leyenda, revela la verdad del corazón.
Una dirección que escucha
Éric Rohmer tiene un estilo inconfundible y aquí está en su forma más pura. Plano largo, cámara discreta, montaje mínimo, luz natural, nada parece ensayado ni dramatizado. El truco de Rohmer es dirigir como si no dirigiera, lo que vemos tiene la apariencia de espontaneidad absoluta, pero está cuidadosamente estructurado para que cada escena avance emocionalmente, aunque no narrativamente.
El enfoque es casi ético, Rohmer no manipula a sus personajes, los acompaña. Los diálogos no son medios para llegar a un punto, sino fines en sí mismos. A través de ellos construye no una historia sino un estado, una vibración emocional que se contagia al espectador.
La vulnerabilidad al frente
Marie Rivière sostiene la película con una entrega serena pero poderosa. Está prácticamente sola durante toda la cinta, y su interpretación se basa en los matices más que en los gestos. Hay una incomodidad constante en su manera de hablar, de moverse, de estar presente. Delphine no sabe muy bien lo que siente, y Rivière lo transmite sin subrayarlo.
Su actuación, en su contención, resulta profundamente honesta. Éric Rohmer, como siempre, construye personajes a través del habla, y Rivière lo convierte en carne y las personas que la rodean refuerzan esa sensación de vida que se cuela en cada escena.
Cuando la imagen respira
El rayo verde es sencilla, pero no descuidada. La cámara en 16 mm, con una textura granulada y cálida, transmite cercanía. Éric Rohmer evita los encuadres pictóricos o demasiado pensados; prefiere la mirada funcional, casi documental, que sigue a Delphine con respeto.
No hay banda sonora en el sentido tradicional, y eso contribuye a la sensación de realismo. Todo se sostiene en los diálogos, los ruidos del entorno y el ritmo del montaje, que es pausado pero no lento, cada escena respira con el tiempo que necesita.
Conclusión de 'El rayo verde'
El rayo verde no es una película de trama ni de giros, sino de sensaciones. Es una obra sobre una mujer que espera algo que no sabe nombrar, y sobre cómo esa espera se convierte en una forma de vivir. Éric Rohmer dirige con la elegancia de lo invisible, y Marie Rivière entrega una de las actuaciones más auténticas del cine francés de los 80.
No es para todo el mundo. Quienes buscan ritmo, estructura o certezas pueden impacientarse, pero para quien se deje arrastrar por su melancolía luminosa, El rayo verde es una pequeña joya, un retrato delicado del alma en suspense, y una celebración del milagro cotidiano de encontrar, al fin, una señal.
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