La dupla Marcelo Piñeyro - Claudia Piñeiro, que ya se habían cruzado previamente en producciones argentino-españolas como Las viudas de los jueves (2009), presentan en el mundillo de la N roja un relato turbulento, de reparto coral y estelar; que se acomoda rápidamente en los alcances del thriller político: la serie El reino. Estreno en Netflix el 13 de agosto de 2021.
Crítica de 'El reino'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El Reino
Título original: El Reino
Reparto:
Diego Peretti (Emilio Vázquez Pena)
Chino Darín
Daniel Kuzniecka
Mercedes Morán (Elena)
Nancy Dupláa
Joaquín Furriel
Peter Lanzani (Tadeo Vázquez)
Vera Spinetta
Año: 2021
Duración: 45 min
País: Argentina
Director: Marcelo Piñeyro (Creador), Claudia Piñeiro (Creador), Marcelo Piñeyro, Miguel Kohan
Guion: Claudia Piñeiro, Marcelo Piñeyro
Fotografía: Cristian Cottet
Música: Nicolás Cotton
Género: Intriga. política
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'El Reino'
Sinopsis
Tras el asesinato de su compañero de fórmula, un líder religioso va por la presidencia. Su gran oportunidad y la verdad sobre el crimen esperan.
Dónde se puede ver la serie
Magnicidio, poder y House of cards
No nos demoraremos demasiado en la trama, principalmente porque sus personajes son múltiples y todos parecen ocultar algún secreto crucial. Lo importante es conocer el desencadenante del conflicto central: un asesinato efectuado en el marco de presentación de una fórmula presidencial. El principal candidato a presidente, Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka), es apuñalado por la espalda en pleno acto, y el devoto pastor Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti), potencial vicepresidente, se verá forzado a tomar drásticas decisiones. Por detrás, descubriremos que se edifica un mundo de corrupción y de juegos de relaciones de poder que los principales protagonistas de esta trama no tardarán en reconocer.
Pero esta House of cards latinoamericana y argentina elige bucear en las aguas turbias de la iglesia evangélica, y subraya con énfasis algo que todos bien sabemos (y por esto es que la serie resulta tan oportuna, en términos temáticos y socioculturales): los líderes eclesiásticos, acaso más que los políticos, aparentan mucho menos de lo que esconden.
Porque pronto saldrán a la luz secretos impúdicos relacionados con el abuso infantil, dinero mal habido, extorsiones, y hasta insólitos misticismos sobrenaturales.
El acierto de la serie El reino es que obtiene lo que se propone sin rodeos: un relato clásico atrapante y pomposo que introduce el misterio de entrada, en relación a un magnicidio político, en tiempos de polarización ideológica tanto nacional como global. ¿Qué puede ser acaso más atrayente que esto? En tiempos de postrumpismo y de dominación eclesiásticopolítica en países continentales tenebrosamente cercanos como Brasil, se trata de un contenido más que atractivo.
Un thriller universal que deja dudas
Los diálogos explícitos y expositivos sostienen estos extremos que la serie evidencia hasta el final. Más allá de que casi todos los personajes se conciben como moralmente condenables, son claros en su caracterización y el espectador no demora en identificar a los buenos y los villanos. Por eso El reino es una serie factible de ser disfrutada y comprendida en cualquier parte del mundo. Lo primero que destaca es su soberbio despliegue de producción y calidad técnica, en pos de esta visión internacional y universal que pone de manifiesto. No obstante, se incluyen pertinentes referencias a la actualidad sudamericana, y a acontecimientos funestos de Argentina como la terrible crisis del 2001.
Lo cierto es que la serie, a lo largo de sus 8 episodios, no se corre de los lugares comunes del thriller. Juega con la exacerbación de los conflictos, con un sólido Joaquín Furriel componiendo al principal villano (y al mejor personaje de toda la serie).
Conclusión de 'El reino'
Hacia el final, como se podía anticipar, las cosas se desdibujan un poco y aparecen las temidas incongruencias del guion. La vertiginosidad con la que parece concluir El reino genera inexorables interrogantes, de cuestiones que claramente no cierran:
¿Qué sucede con esos caprichosos poderes del Pescado? ¿Acaso no podría haberse teletransportado a otro espacio junto al bonachón Tadeo (Peter Lanzani) justo antes de que los atraparan? ¿Y el absolutamente vano personaje interpretado por Sofía Gala, que nutría de misterio esos primeros episodios? ¿Debemos simplemente aceptar que se trata de otra mera víctima de ese encantamiento evangélico fanatizado y ya? ¿Por qué tanto énfasis en la aparente vocación benéfica de Tadeo y Remigio? Si sólo actuaron cuando el amenazado fue “el elegido”, y no lo hicieron en defensa del resto de los niños desolados. ¿Y ese final más incierto que catastrófico entre el ensimismado Julio Clamens (Chino Darín) y Ana (Vera Spinetta)?
El reino, que articula desde un principio recursos propios de un thriller clásico universal, se tambalea a lo largo de sus 8 episodios. Ofrece secuencias brillantes (como la sórdida reflexión sobre el amor en el capítulo 7), pero deja más preguntas que respuestas en un producto que parecía apuntar a otra cosa.
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Si dejo un mono en una máquina de escribir en una semana hace mejores guiones más creíbles que la serie.
No soy un iluso, todos somos conscientes que, en muchas iglesias evangélicas, como de cualquier otra denominación hay cosas turbias, pero se nota que hay una mentalidad antirreligiosa detrás, porque no se tomaron el tiempo de investigar el lenguaje evangélico. Tenían que invertir un par de horas escuchando distintos sermones de pastores de diferentes denominaciones para ver las frases en común y tomarlas, pero no, frases repetitivas como “alabado sea cristo”, son muy del imaginario del guionista, y hasta hacen pensar que estamos viendo una comedia
También en el Cap. 2 aparece un flyer de campaña política diciendo misa convocatoria, lo mismo que cap. 5 aparecen diciendo misa, así no llamas los evangélicos a sus congregaciones. Los pastores que tienen iglesias que lidian con personas atormentadas no se los llama exorcismo cap. 6. Eso es lenguaje de los padres de la iglesia de los primeros siglos.
Los saludos de los pastores y sus feligreses eran mas del 3er Reich que un saludo de hermanos
Cuando hay personas que pueden manifestar milagros se llama Dones, no “poder” como le decían de Brian. Poder se usa en el ocultismo, así cuando la pastora ora y mezcla letras preguntándole a Dios como si fuera una bruja satanista. Lejos está de las oraciones evangélicas.
No hay ninguna iglesia evangélica de los cientos de miles que hay en argentina que los congregantes den el diezmo en dólares. Y si hicieron esto y la presentación con la biblia en “ingles” para llegar al extranjero, lamento decirles a los productores que su ambición es desmedida
La fiscal en la celda solo con el asesino es algo que supera la ficción.
Yo les recomiendo lo siguiente para las próximas series. Si va a poner de actores judíos no lo pongan en una fiesta comiendo cerdo o festejando navidad, o si va a haber testigos de Jehová no los pongan haciéndose una transfusión de sangre o celebrando un cumpleaños, o si va a haber mormones no los hagan cerrando un trato tomando café.
Un poco de investigación de campo para la próxima, así queda bien definido en un género, que sinceramente no lo ubique
Totalmente infantil. Clichés para hacer dulce. Pretenden denostar a los imperialistas yankis y le copian hasta el hartazgo. Dan pena. Esto ni siquiera merece el debate. El hecho de que es un bodrio clausura el buen gusto desde el primer capítulo. Investigación cero. Consecuencia: cero verdad. No saben de qué están hablando. O sea un bodrio.
Me parecio pesima, previsible, y mal actuada.
Buenas! Gracias por comentar mi comentario crítico. Voy a ser breve y decir simplemente que estoy de acuerdo con lo que señalan: falta muchísima investigación respecto al funcionamiento de la iglesia evangélica y sus modos de operar incluso desde la propaganda ideológica hacia la sociedad. En la serie hay simplismo, reduccionismo y banalización de ese fanatismo religioso. Además, vuelvo a mencionar todas las incongruencias del guion que enumero en el final de esta publicación... y acordando con Edgardo Ferrero (y por esto me refiero a la serie como una apuesta universal e internacional que no hace más que emular formatos extranjeros exitosos): es una serie plagada de clichés que, por eso mismo, la encasillan rápidamente en el thriller político. A mí, personalmente, me entretuvo. Pero concuerdo con que el guion es previsible y atribuyo ciertos problemas que parecen ser de actuación (diálogos explícitos, expositivos, sobreexplicativos) a esa falencia del guion. Es más: si las actuaciones hubiesen sido peores, esta serie ni merecería estar en Netflix (pero sabemos bien que en N hay contenido mucho peor que este...). Saludos!
Concuerdo con los comentarios anteriores y agrego: La serie no solamente esta desacertada en el universo evangelista, sino también en el judicial (¿Dónde viste a un comisario laburando a la par de una fiscal como si fuesen colegas..?) y ni hablar del ambiente carcelario, en dónde TODAS las series le pifean, incluyendo a una serie "de renombre" como lo es "El marginal" (nada más alejado a la realidad). Es decir: No es la primera ficción en donde la investigación es prácticamente nula, lo cual da a entender que está dirigida a un público con menor conocimiento que el autor, por ende un desconocimiento total. Si bien me resultó -por momentos- entretenida, no está bueno que subestimen a la gente de esta manera, ofreciendo un producto tan desinformativo.
Exacto. La escena de desesperación de los concurrentes al acto por el asesinato es patética, parece el juego de la silla.
Las caras de asombro de Furriel son de actuación de salita de 4.
Las actuaciones son flojas, monocordes, sin convicciones e inexpresivas.
Pensar que hace 30 años la producción española era mala. Hoy, Tinelli mediante, nos quedó esto.
Hola! Estoy de acuerdo en lo que señalas, Carlos. De todas maneras, siento que (como comento en la nota) el problema de las actuaciones casi declamadas y monocordes se deben más a problemas en la articulación de los diálogos desde el guión. Investigando un poco, noté que Claudia Piñeyro escribe de esta manera un tanto "plástica" (por decir de algún modo), y por eso tampoco me cierra. Evidentemente, hay productos nacionales de mucha mejor calidad y con muchos menos recursos y presupuesto, como la recientemente reestrenada Okupas, sin ir más lejos...
Gracias por sus aportes!