Con motivo del centenario de su nacimiento, numerosas propuestas en la agenda cultural madrileña  giran en torno a la figura del polifacético Fernando Fernán Gómez. Destaca entre todas, la obra El viaje a ninguna parte que se representa en el Teatro Fernán Gómez (Centro Cultural de la Villa) hasta el 3 de octubre. La dirección corre a cargo de Ramón Barea, sobre la adaptación de la novela homónima que realizó en su día Ignacio del Moral.

El viaje a ninguna parte es un drama agridulce sobre la memoria, la resistencia y, sobre todo, sobre el arte del teatro en su forma más pura, la de las compañías itinerantes.  En 1986 el propio Fernando Fernán Gómez dirigió y protagonizó una entrañable película con José Sacristán y Gabino Diego en los personajes principales.



 

Crítica de 'El viaje a ninguna parte'

Ficha Técnica

Título: El viaje a ninguna parte
Título original: El viaje a ninguna parte

Reparto:
Patxo Telleria
Mikel Losada
Ramón Barea
Itziar Lazkano
Irene Bau
Aiora Sedano
Diego Pérez
Adrián Garcia de los Ojos

Duración: 120 min. apróx.
Dirección: Ramón Barea
Adaptación teatral: Ignacio del Moral
Autor: Fernando Fernán Gómez
Espacio escénico:
Jose Ibarrola
Música:
Adrián García de los Ojos
Vestuario:
Betitxe Saitua
Iluminación:
David Alkorta
Atrezzo:
María Casanueva
Ayudante de dirección:
Galder Sacanell
Ayte. de vestuario:
Karmele Corona
Ayudante de producción:
Nagore Navarro
Distribución:
Portal 71
Producción: Teatro Arriaga Antzokia (Bilbao) y Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa (Madrid)

Tráiler de 'El viaje a ninguna parte'

Sinopsis de 'El viaje a ninguna parte'

El viaje a ninguna parte nos habla de una forma de ejercer la profesión de cómico, en una compañía ambulante. En realidad nos habla del oficio, vocacional donde los haya, pequeño micromundo de vida y resistencia. Es un homenaje a la profesión que perdura y se reinventa de siglo en siglo. Muere y renace. A pesar del cine, del cine sonoro, de la radio, de la televisión, de Internet… Por todo ello, El viaje a ninguna parte se ha convertido en una metáfora permanente de este arte del Teatro que renace en cada función, única e irrepetible. (TEATRO FERNÁN GÓMEZ).



El viaje a ninguna parte
Foto de E. Moreno Esquibel

Los cómicos de la legua

Las troupes itinerantes recorrieron los caminos llevando espectáculos teatrales a todos los pueblos desde el Renacimiento. La llegada de otras formas de entretenimiento como la radio, el fútbol y, sobre todo, el cine puso punto y final a esas compañías. Fernando Fernán Gómez les rinde homenaje en El viaje a ninguna parte.

Destaca en la presente adaptación un elenco excepcional para una obra de carácter coral como es esta. Ramón Barea, que también dirige la función, encarna a don Arturo, el patriarca de los Galvanes y primer actor de la compañía, un hombre entrañable y con el veneno del teatro en las venas. Su hijo, el protagonista, Carlos Galván, interpretado por Patxo Tellería,  ofrece la variedad de registros que precisa un personaje al que vemos en diversas épocas de su vida. Destacamos el trabajo de Mikel Losada, cuya comicidad para encarnar al ingenuo y apocado Carlitos Galván pone la guinda a la obra. Diego Pérez, como el epicúreo Sergio Maldonado; Itziar Lazkano, doña Julia, la primera actriz; Aiora Sedano, como una pizpireta Rosa del Valle; e Irene Bau, en el papel de la  majestuosa Juanita Plaza completan el reparto.

Todos ellos logran salvar sin dificultad el altísimo listón que los protagonistas de la película imponen en la memoria de los espectadores.

Teatro Fernán Gómez
Foto de E. Moreno Esquibel

El teatro dentro del teatro

Otro de los aspectos muy destacables de El viaje a ninguna parte es la soberbia ambientación que se logra con el trabajo de vestuario, a cargo de Betitxe Saitua y de atrezo, obra de María Casanueva. La música, de Adrián García de los Ojos, termina de crear la atmósfera de las tabernas, de las plazas, de los caminos manchegos.

Tremendamente complejo era el reto de reflejar los dos planos temporales en que transcurre la historia, así como los numerosos espacios. Se salva también este aspecto con gran acierto con el sobresaliente ejercicio de escenografía de José Ibarrola.

Especialmente bellos son los momentos en que el teatro está dentro del teatro. Ver esas funciones artesanales y llenas de colorido que los Galván-Iniesta representan es una verdadera delicia.

Con respecto a la película del 86, esta propuesta agiliza algunos aspectos del último acto. Esto es un gran acierto a nivel narrativo, ya que se logra una mayor contundencia en la conclusión de la historia.

El viaje a ninguna parte
Foto de E. Moreno Esquibel

Conclusión

El viaje a ninguna parte, la adaptación teatral de la novela de Fernando Fernán Gómez, mantiene todo el espíritu de la obra original, mejorando incluso algunos aspectos de estructura de la película del 86.

Bajo la exquisita batuta de Fernando Barea, con un elenco excepcional, nos trasladarnos a esos días de la posguerra. Junto con los Galván recorremos los pueblos de una España hambrienta de pan y de entretenimiento. La obra es conmovedora, con momentos tremendamente hilarantes, y esa mirada inteligente, irónica y tierna del ilustre Fernando Fernán Gómez. El viaje a ninguna parte es un canto de amor por la profesión más hermosa, el teatro, y por todos aquellos que dedican su vida a ello. Imprescindible.

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