Rafael Álvarez, “El Brujo” regresa a al Teatro Bellas Artes de Madrid con El viaje del monstruo fiero. Con las inconfundibles señas de identidad que imprime en todos sus espectáculos, El Brujo nos ofrece un divertido acercamiento a los clásicos del Siglo de Oro, de los místicos a Cervantes, para reflexionar sobre el oficio del teatro. Le acompaña, como siempre, en el escenario la música en directo de Javier Alejano.
Hablar del Lazarillo de El Brujo es hablar de un hito teatral que deleitó a varias generaciones de espectadores. Desde entonces, Rafael Álvarez se ha servido del monólogo (El alma de Valle Inclán, Autobiografía de un yogui o Los dioses y Dios) para enseñar divirtiendo. Enseñar su particular visión de la vida, del mundo y de la literatura siempre desde un humor irreverente, que conecta con una gran parte del público.
El viaje del monstruo fiero podrá disfrutarse en el Teatro Bellas Artes de Madrid de martes a domingo hasta el 3 de marzo de 2024.
Título: El viaje del monstruo fiero Título original: El viaje del monstruo fiero
Reparto: Rafael Álvarez 'El Brujo'
Javier Alejano
Duración: 95 min. apróx. Dirección: Rafael Álvarez 'El Brujo' Versión: Rafael Álvarez 'El Brujo' Escenografía: Equipo Escenográfico PEB
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Vestuario: Georgina Moustellier
Creación musical: Javier Alejano
Directora de producción: Herminia Pascual
Ayudante de producción: Ana Gardeta
Jefe técnico: Oskar Adiego
Diseño Gráfico: H&R
Redes sociales: Óscar Larriba y Alicia Díez (Xatcom)
Distribución: Gestión y Producción Bakty, S.L Producción: Gestión y Producción Bakty
Tráiler de 'El viaje del monstruo fiero'
Sinopsis de 'El viaje del monstruo fiero'
Mi viaje. El público me hizo monstruo fiero por necesidad y así cumplí con mi parte de la herencia. Soy un bululú.
Este viaje del monstruo es mi propio viaje a través de los escenarios donde todavía se celebran los vestigios de la gloria irrepetible del Siglo de Oro español.
El público me hizo monstruo fiero por necesidad y así cumplí con mi parte de la herencia. Soy un bululú.
A través de una loa de Lope de Vega circulan mis memorias por la escena. Sobre el yunque de los textos yo le di golpes al fuego, como Vulcano, y me los gané para mí, con el sudor de mi frente, como Adán. Lope, Quevedo, Cervantes, los místicos, Shakespeare, Calderón… invocando la belleza por los pueblos, ellos me han nutrido con su leche… En realidad, ella es la única diosa que puede convertirnos en lo que realmente somos. Estos textos han sido mis plegarias. Ahora vengo con ellas a «la corte», trasmudados en la hermenéutica de mi pellejo. A veces son vino exquisito y otras un caldo peleón. Por ello pido, pues, benevolencia, como conviene a la costumbre, según el ritual.
En este caso, el favor no es para la comedia sino para el que detenta la palabra, el único soporte de la acción: ¡el actor!
Que ustedes lo disfruten. Se levanta el telón. Voy dando las gracias, que ya comienza la función. (TEATRO BELLAS ARTES).
Soy un bululú
Así se define El Brujo en el programa de mano de El viaje del monstruo fiero. El bululú es una forma teatral casi olvidada. Prácticamente arqueológica. El diccionario de la RAE define bululú como “Comediante que representaba obras él solo, mudando la voz según la condición de los personajes que interpretaba”. “Alboroto, tumulto, escándalo” es su segunda acepción. Según el Diccionario de Autoridades, se trata de una palabra inventada y utilizada por Quevedo.
Una especie de onomatopeya que resulta de meter el dedo en la boca y moverlo entre los labios para hacer mofa de alguien. Bastante visual y divertida como palabra. Las tres acepciones parecen casar bien con El Brujo. Porque El Brujo hace mofa de todo y de todos. Como un bufón o un juglar, cuyos chistes vienen entreverados de una verdad que no puede alcanzarse hablando en serio.
Un cierto monstruo fiero
El Barroco es por definición un acertijo. Sus textos involucran al lector y le exigen un esfuerzo para decodificar las múltiples capas que los componen. Nada es lo que parece. Todo es reflejo, sombra, fantasma. En la paradoja late la verdad. ¿Quién es ese monstruo fiero al que se refieren los versos de Lope? El Brujo nos acompaña en busca de la respuesta a través de una selección de textos y anécdotas, reales e inventadas (no nos importa), de los clásicos de los Siglos de Oro. Alterna la belleza sublime de Amor constante de Quevedo con chascarrillos sobre taxistas y pueblos de La Mancha. El resultado, una vez más, funciona y el público se troncha en sus butacas. Y se emociona cuando toca.
La puesta en escena es similar a la que solemos encontrar en los montajes de Rafael Álvarez. El escenario limpio, con a penas unos objetos simbólicos. La rosa y la calavera. La luz y la sombra. La palabra, acompañada de la música de Javier Alejano, el intérprete y el público son los protagonistas absolutos de la función.
Conclusión
Rafael Álvarez, “El Brujo”, es una cita incondicional para muchos. Con su característico sentido del humor y su concepción personalísima de la palabra y del espacio escénico logra conectar con una legión de fieles espectadores. Él se divierte y sabe poner en pie al patio de butacas con textos que transitan entre lo sublime y lo grotesco. En El viaje del monstruo fiero encontramos esos mimbres. Sin embargo, el resultado final resulta quizás menos transformador que otras de sus propuestas más redondas y acabadas.
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