"Ensimismada": Una travesía hacia la introspección

Ensimismada la he escrito porque los seres humanos necesitamos de vez en cuando quedarnos ensimismados, dando vueltas a nuestras cosas, aislados en nuestro mundo de imágenes, bregando o disfrutando de nuestros pensamientos, planeando o hirviendo en nuestras emociones, aislados de los demás y del mundo. Pero el problema viene cuando el ensimismamiento dura, los seres queridos se preocupan, la soledad entra en un círculo vicioso en el que da miedo salir de ella, el exterior se vuelve amenazante, y olvidamos que la mente puede funcionar sola durante un tiempo pero que para funcionar con plenitud necesita las cabezas de los demás, como si fuésemos partes de un gran árbol, de una gran red invisible. Paradójicamente, para encontrarnos a nosotros mismos necesitamos a los demás. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 

Un universo técnico que transforma la mente en espacio tangible

La premisa de la obra es sencilla, pero potente: Ensimismada, o "Ensi", es una niña que, abrumada, se aísla dentro de su cabeza. Su hermana mayor, Responsabilidad (o "Respon"), decide entrar en su mente para buscarla. Lo que parece el rescate de una hermana menor, se convierte en una reflexión sobre la soledad, la empatía y la necesidad de comprender al otro. Sin embargo, la obra no se entrega al dramatismo. La búsqueda se presenta como un juego en el que realidad y fantasía se entremezclan con fluidez.

Para convertir la mente de Ensi en un espacio escénico, Sanzol cuenta con la escenografía de Blanca Añón, que transforma el escenario en una proyección de la cabeza infantil. No hay habitaciones ni espacios reconocibles: todo se despliega como un mapa abstracto del subconsciente en un forro fucsia que recubre el escenario. Los cambios de luz diseñados por Sergio Torres y Pedro Yagüe permiten que la escenografía mute con agilidad, haciendo que los límites espaciales se diluyan. La música de Fernando Velázquez añade capas de emoción y ritmo a la presentación de los personajes más excéntricos.

La identidad compartida a través del vestuario

El vestuario, diseñado por Vanessa Actif, se encarga de unificar a todos los intérpretes, dejando a un lado sus evidentes diferencias de edad. Actif logra envejecer y rejuvenecer a los actores, guiándose por la lógica de la realidad exterior y mostrando cómo algo tan simple como la ropa puede homogeneizar a personas con notables diferencias de altura y edad. Todo sucede "dentro de la cabeza", y la obra se asegura de que esta idea sea visualmente evidente en cada momento.

Esta homogeneización del aspecto juega un papel crucial en la verosimilitud de la obra, ya que permite que niños y adultos se perciban como iguales en este espacio simbólico. Sin embargo, resulta admirable cómo los adultos, de forma inevitable, se ven reflejados en los intérpretes adultos, convertidos con unos vaqueros cortos y una camisa blanca en una viva imagen de su propia infancia.

Una estética vibrante que une surrealismo e infancia

El apartado visual es uno de los mayores aciertos de la obra. En lugar de representar espacios reales, la escenografía opta por la abstracción y la repetición. La mente de Ensi se presenta como un lugar donde todo es posible. Aquí, los colores vivos lo dominan todo. Este universo cromático no es solo un deleite visual, sino un recurso narrativo esencial. El uso del color y la luz marca las zonas mentales por las que Respon debe avanzar en su búsqueda. La luz, junto con dos puertas laterales, actúa como una frontera invisible entre un espacio y otro. No se trata de cambios de escena tradicionales, sino de un tránsito de muchas narraciones en un mismo espacio estático. Sin embargo, las expectativas de lo que allí sucede están en constante cambio.

La infancia y la adultez, que a menudo se presentan en los relatos teatrales como mundos separados, aquí se unifican. Todos los personajes tienen la misma edad emocional, la del juego. Sin embargo, hay un giro: la desaparición de Ensi. Es en ese momento cuando la obra deja el juego de lado y emerge la preocupación. Esta transición de lo infantil a lo adulto está tan bien articulada que sucede sin necesidad de subrayados. El juego se convierte en misión, y la misión, en preocupación.

Conclusión

Uno de los grandes logros de la obra es que no subestima a su público. No se infantilizan los temas ni se adultizan los juegos. La obra pone de manifiesto un problema sutil pero presente en la sociedad contemporánea: el ensimismamiento no siempre es introspección, a veces es aislamiento.  Sanzol no busca moralizar, sino mostrar las dificultades de entender a quienes se aíslan. El viaje de Respon para encontrar a Ensi no se resuelve con un simple "sal de ahí". Requiere conocimiento, empatía y paciencia. La obra no se apoya en moralejas evidentes, sino en la emoción compartida entre los personajes y el público. No hay explicaciones innecesarias, no se fuerza la identificación. La obra confía en la inteligencia emocional de los espectadores, sean adultos o niños.

La moraleja de Ensimismada llega en medio de las risas y la acción. Pues uno no puede evitar pensar en el mensaje subyacente: ¿es el ensimismamiento nuestra primera o la última opción ante las carencias? La obra responde de forma clara: el aislamiento tan solo es un mecanismo de defensa ante la falta de cariño. No obstante, hasta llegar a esta conclusión, el guion trabaja en la idea de que la introspección excesiva y el aislamiento pueden no distar tanto del narcisismo.

Es por ello que en este trayecto al desenlace, surge otro gran dilema: cuánto de las intenciones propias llega intacto a las percepciones ajenas y qué pasa con los restos que se pierden por el camino. Aunque no esté muy claro en qué pozo de ideas olvidadas caen aquellas intenciones no percibidas, la historia nos enseña como al final, el encuentro es posible a través de la honestidad. Porque si algo nos quedo claro de aquel escenario es que, en última instancia, lo más importante no es el amor, sino demostrarlo. Además de, por supuesto, saber dar las buenas noches en todas las lenguas cooficiales del Estado.

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