Chema García Ibarra se encuentra en plena ebullición de menciones, premios y festivales gracias a Espíritu sagrado. Este film ha obtenido multitud de nominaciones, así como de galardones. Además, destaca la Mención Especial en el Festival de Cine de Locarno 2021. También opta al premio a Mejor Película de Drama en los Premios Feroz 2022. Por otro lado, se alzó con el galardón a mejor ópera prima en los Cinespaña de Toulouse. Por su parte, el Festival de Cine Europeo de Sevilla, le nominó al Giraldillo de Oro a la mejor película. Finalmente, este 26 de noviembre de 2021 llegó a los cines españoles, siendo una de las películas que se postula como parte de lo mejor del cine español de este año.
Título: Espíritu sagrado Título original: Espíritu sagrado
Reparto: Nacho Fernández Llum Arques Joanna Valverde Rocío Ibáñez
Año: 2021 Duración: 97 min País: España Dirección: Chema García Ibarra Guion: Chema García Ibarra Fotografía: Ion De Sosa Género: Comedia Distribución: La Aventura Audiovisual
José Manuel y el resto de miembros de la asociación ufológica Ovni-Levante se reúnen semanalmente para intercambiar información sobre mensajes extraterrestres y abducciones. Julio, su líder, muere inesperadamente, dejando a José Manuel como el único conocedor del secreto cósmico que puede alterar el porvenir humano. Mientras tanto en España se busca a una niña que desapareció hace semanas.
Espíritu sagrado supone uno de los debuts más esperados de cine español. Su director Chema García Ibarra lleva más de una década amasando premios y un estatus de culto a través de sus cortometrajes en festivales como Cannes, Sundance y Berlín. Su primer largometraje, ambientado en Elche, su ciudad natal, reelabora la tradición costumbrista de nuestros mejores directores para convertir una historia de búsqueda de fe en una película de misterio con elementos de ciencia-ficción. Una película tan libre y hermosa como inquietante. (LA AVENTURA AUDIOVISUAL).
Chema García Ibarra continúa en su línea estilística, donde se mezcla lo paranormal con la realidad más campechana que pudiera haber, situando Espíritu sagrado en Elche. Así, logra crear un retrato de la idiosincrasia de las pequeñas ciudades, llevando al espectador al misticismo de la tranquilidad perpetua del lugar, combinándose con los conceptos espiritistas. En un primer momento, puede ser que el espectador quede extrañado ante lo que está viendo en pantalla. Sin embargo, para comprender el film en su totalidad, no se puede juzgar por las primeras escenas. Una vez vista de forma completa, se valora muy positivamente el viaje narrativo que realiza García Ibarra en la gran pantalla. Además, se une la dificultad de no ser un relato comercial, sino que necesita verse en su conjunto para comprobar la perspicacia con la que va cociendo poco a poco cada elemento.
Destaca, obviamente, la vertiente espiritual, con las creencias que van más allá de lo convencional, pero no es algo nuevo para el espectador. Hablar de sectas es algo que ya se ha hecho previamente, pero García Ibarra innova al hacerlo en un lugar como Elche, compartiendo la simbología de los barrios en todo momento. Asimismo, hace uso de la pérdida y desaparición de Vanesa, una de las hijas de Charo. Ese misterio en torno a su ausencia, se torna con una franqueza y una espontaneidad que quita dramatismo, pero que, al final del film, se convierte en el mayor azote para el espectador. Por estos motivos, se sublima una fascinación al verse la metamorfosis que hay en el film. Gracias a ello, pasa de ser una posible película de serie Z a un largometraje que parte de un terreno más abstracto para culminar con la verdad más cruda.
La cotidianidad de lo amateur
Desde el comienzo de Espíritu sagrado se comprueba que el reparto actoral está formado totalmente por personas no profesionales. Por lo que, a pesar de las intenciones, no goza de la misma fluidez y naturalidad que un actor que se dedique enteramente a ello. En consecuencia, durante las primeras secuencias, se tercia hacia una especie de sobreactuación constante, que hace que sea difícil conectar con los personajes que hay en pantalla. Aun así, al igual que ocurre en el guion, su mayor fuerte se halla en cómo va transformando esa animadversión en una posibilidad de seducción a fuego lento. Dicho de otra forma, se terminan por aceptar estas licencias creativas, abrazando a sus personajes y confraternizando con ellos, en especial, con Vero, Charo y José Manuel, lo que termina de asentar el trabajo interpretativo.
Por otra parte, hay un despliegue de actores secundarios que también caen en esa falta orgánica de ejecutar su papel delante de la cámara, pero es lo que termina siendo su sello de identidad. Como dirían en el film “¡Corten!”, que algún actor actúe mal es una cosa, pero que todos lo hagan habitualmente es una cuestión de estilo. Y así es. Quitar ese factor ordinario, común y corriente de personas del día a día frente la cámara, no hubiera obtenido el mismo efecto en su compendio general. Por lo cual, acaba siendo uno de los aspectos transformadores del film. Además, el público asocia fácilmente qué representa cada uno de ellos. Así, paradójicamente, da más realidad, al intervenir personajes del día a día, como vecinas o jóvenes, que sirven como contextualización del espacio.
Elche, ciudad paranormal
Cada vez son más largometrajes los que rompen la asiduidad de rodar en Madrid o Barcelona, lo que se valora para dar mayor riqueza a las distintas localizaciones potenciales que hay en España. Chema García Ibarra escoge esa Elche ausente de rimbombantes adornos, o de localizaciones impresionantes a nivel estético. Por lo que, favorablemente, se adueña de una estética muy definida, donde destacan factores estrambóticos, pero siempre dentro de una coherencia más en torno al barrio. Ahí es donde la realización hace su magia, con una dirección de arte que mantiene el realismo más puro: hogares, bares y tiendas... que podría uno encontrase perfectamente por las calles. También se valora que no haya habido una preparación cuidada al milímetro, esa esencia del amateurismo es lo que le da su propio sello de identidad.
La realidad es que sorprende como un film que se vaticina como posible cinta a mejorar, termina por colocar todas las piezas para obtener un resultado más que favorable. Por ello, hay que mencionar las decisiones estéticas y la identidad visual que se concentra en Espíritu sagrado. Por un lado, hay ese aspecto de televisión de los años 80, un 4:3 que utiliza de base una especie de trozo de rollo de cine. Después, los colores emulan ese aspecto de nostalgia, más cercano a los 90 que a los 80, en este caso. Por consiguiente, no es una ficción que se ambiente en la pomposidad de la actualidad, sino que da rienda suelta a ese factor espiritual que coincide con la crisis de fe que hay en plenos 2020's. Para terminar, el “Zombie” de Los Sobraos adquiere un sentido especial por culminar toda esta propuesta estilística.
Conclusión
Espíritu sagrado es una grata sorpresa tras una final redondo, que termina de asentar las piezas, dando un golpe directo al espectador. Gracias a esa cocción a fuego lento de la narración, el espectador comprueba la perspicacia e inteligencia del guion de Chema García Ibarra. Por tanto, pasa de ser un posible producto a mejorar a un largometraje atrayente y coherente en sí mismo. Además, se aprecia esa mezcla de lo cotidiano, el barrio, el día a día con lo místico.
Por otro lado, la elección de actores no profesionales se convierte en un acierto al provocar una empatía bien planteada desde el amateurismo. Asimismo, esta concepción basada en la nostalgia de antaño, con sus imperfecciones técnicas y estéticas, logran una personalidad propia y en sintonía con lo que se muestra en el film. Una metamorfosis excéntrica, en torno a un camino inusual que encuentra su culmen de una forma espléndida.
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