Tras retrasar su estreno a causa de la COVID-19, Cecilia Gessa vuelve al Teatro Lara con Fahrenheit 108. El pasado 22 de octubre de 2020 estrenó en la Sala Lola Membrives. Después del éxito como actriz en "Diarios de la cuarentena", regresa a los escenarios con esta pieza teatral considerada una tragicomedia distópica. Protagonizada por Arlette Torres y Yara Puebla, por un lado, y Guiomar Puerta e Irene Rubio, por el otro, busca reflexionar sobre el camino que está siguiendo el ser humano. Se podrá ver todos los jueves en el Teatro Lara a las 22:00 horas.



Fahrenheit 108

 

Crítica de 'Fahrenheit 108'

Ficha Técnica

Título: Fahrenheit 108
Título original: Fahrenheit 108

Reparto:
Arlette Torres (Capitana Tyr)
Yara Puebla (Sargento Jan)
Irene Rubio (Capitana Tyr)
Guiomar Puerta (Sargento Jan)

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Cecilia Gessa
Dramaturgia: Javier San Román
Asistente de dirección: Alba Llera
Arte y vestuario:
Exther S. Mazarías
Técnico de sonido:
Andrea Aranda
Música:
Juan Antonio Simarro
Producción: Gessas Producciones

Tráiler de 'Fahrenheit 108'

Sinopsis de 'Fahrenheit 108'

Fahrenheit 108 nos lleva a un futuro próximo en el cual tener relaciones sexuales y procrear es un delito llamado Fahrenheit 108, castigado con la muerte. Si cometes un Fahrenheit 108 sabes que no habrá ningún tipo de absolución posible. Cero tolerancia. Así funcionan mejor las cosas.

A través de dos personajes, la Capitana Tyr -toda una bombera veterana con una impecable carrera- y la Sargenta Jan -alumna número uno de la academia de bomberos-, transitaremos grandes temas como la sexualidad, la procreación, la pasión, el amor, el culto al cuerpo, la urgencia climática y los propósitos que creemos tener. (TEATRO LARA).



Fahrenheit 108
Foto de Gessas Producciones

Una historia singular

El 2020 ha significado un antes y un después en la sociedad del siglo XXI, removiendo las bases en las que la población se movía. Por lo cual, como si de una premonición cómica se tratase, Javier San Román analiza a la sociedad a través de Fahrenheit 108. Desde el principio se puede ver que el eje central de la acción gira en torno al sexo, pero no se queda en un plano superficial. De modo que, completa su crítica social, observando y criticando las maneras de vivir que están sucediendo ahora, lo que pronto provoca las risas de los asistentes al verse identificados con lo que se dice. También hay que sumar las píldoras de reflejo de realidades urgentes como el medio ambiente, la superpoblación y el valor de las relaciones personales.

A pesar de partir de una premisa interesante, según se va desarrollando la historia, se capta rápidamente la comedia, pero hay momentos en los que se excede en ella. Al igual que hay verdaderos puntazos que dejan una sensación hilarante sobre el público, luego hay partes en las que no se produce con la misma naturalidad. Por ejemplo, hay cierto homenaje musical que se dilata en el tiempo en una excesiva duración. Aún así, hay que comentar que recogen influencias del cine de ciencia ficción de Serie B, dado que emana esa fragancia en la historia. También se unen lo disparatado y alocado. Por tanto, cumple su función principal, que es establecer el mensaje, pero, sobre todo, entretener al público y hacerle pasar un buen momento, con guiños a la COVID-19 incluidos. Por ende, no busca mayor complejidad en el relato.

Teatro Lara
Foto de Gessas Producciones

Las poderosas

Arlette Torres y Yara Puebla son las dos actrices escogidas para protagonizar Fahrenheit 108, convirtiéndose en el principal vehículo entre lo visual y lo narrativo. En primer lugar, Torres realiza una interpretación que cumple con su función. Al principio, convence esa rectitud y fuerza en la escena, pero pronto en ese proceso de evolución hacia un contraste distinto, no consigue terminar de romper y dejar salir su metamorfosis. Por lo cual, se encuentra imprecisa en el cambio de registro, lo que provoca que, aunque tiene ese punto con personalidad, no logre manejarlo. De la misma forma, la sensación que transmite al espectador, paradójicamente, en la primera mitad es de falta de comodidad con el personaje, algo que mejora en el resto de la obra, pero no arrolla por no afrontarlo de una forma más orgánica.

Yara Puebla, en cambio, le sucede a la inversa. En las primeras escenas no acaba por encontrar su presencia escénica y duda en su escucha personal. Sin embargo, según avanza la pieza se deja llevar y disfruta más el personaje. A partir de ese momento en el que deja salir la soltura que lleva dentro. Obtiene un carácter propio. Con lo cual, se ve perfectamente el potencial de la actriz sobre las tablas, a la cual hay que prestar atención en sus próximos trabajos. Es una actriz que, si se lo propone, tiene la facultad de dar todavía más de sí. Por otra parte, su facultad vocal tiene un timbre muy singular, que se convierte en uno de sus sellos de identidad. De esta manera, sabe aprovecharlo para atraer a los espectadores ante una naturalidad jocosa más realista.

Teatro Lara
Foto de Gessas Producciones

Influencias de la Serie B

Como se ha mencionado en los párrafos anteriores, Fahrenheit 108 bebe, ya sea directa o indirectamente, de las propuestas surgidas del cine de Serie B. Por un lado, se puede ver en cómo influye en el contenido digital de las imágenes proyectadas. No hay una búsqueda más elaborada en torno a los vídeos. No obstante, lejos de ser un error, es lo que hace que la obra sea un guilty pleasure en toda regla. Sabe cuál es su identidad en el escenario, por lo que hay que aplaudir esa sinceridad de no querer buscar ser algo que no es. Por este motivo, la utilización de recursos, considerados populares, se consolidan y forman el carácter de la pieza teatral. Dicho de otra manera, es la exaltación de lo excéntrico, con una propuesta de corte alternativo.

A pesar de su buena propuesta de estilo y personalidad de la obra, el problema surge con el uso excesivo del material audiovisual. Mientras que hay escenas que, realmente, remueven el debate y la reflexión a través del humor, luego hay otras que se vuelven algo repetitivas o inconexas. En consecuencia, el influjo de lo digital, de la proyección, no siempre mejora. Se convierte en un elemento artístico redundante, da la impresión de ser un collage de imágenes. Por lo cual, un uso más limitado, apoyándose más en lo presencial, permitiría que el espectador se comprometa más con la obra activamente. Por otro lado, el vestuario es original y pintoresco, con esos aires futuristas que busca el proyecto, junto con el mensaje de la necesidad de replantearse los modos de vida actuales.

Fahrenheit 108
Foto de Gessas Producciones

Conclusión

Fahrenheit 108 es una obra teatral que nada en influencias de la Serie B para reflexionar sobre los estilos de vida actuales. Por ende, hay un mensaje interesante, pero no se profundiza de una forma compleja, sino que se queda más en lo humorístico y anecdótico. Por tanto, cumple su función de entretener, pero sin ir más allá. Luego, Arlette Torres comienza con potencia, desinflándose según transcurre la obra. Al contrario que Yara Puebla que acaba por evolucionar favorablemente, dando muestras de un trabajo con potencial. Después, la puesta en escena tiene esas reminiscencias de la reivindicación de lo freak, otorgando un estilo perfecto para la obra. El uso de la proyección digital es excesivo y podría apostarse más por el factor presencial. Una distopía extravagante que sabe cuál es su público y se deja llevar por una corriente de entretenimiento ligero y amable.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
fahrenheit-108-critica-teatroNada en influencias de la Serie B para reflexionar sobre los estilos de vida actuales. Hay un mensaje interesante, pero no se profundiza de una forma compleja. Arlette Torres comienza con potencia, desinflándose según transcurre la obra. Al contrario que Yara Puebla que acaba por evolucionar favorablemente. La puesta en escena tiene esas reminiscencias de la reivindicación de lo freak. El uso de la proyección digital es excesivo y podría apostarse más por el factor presencial. Una distopía extravagante que sabe cuál es su público y se deja llevar por una corriente de entretenimiento ligero y amable.

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