Tras ocho años de ausencia, el guionista de películas como Mystic River o L.A Confidential Brian Helgeland vuelve a dirigir y escribir en Finestkind, un thriller predecible y un tanto insulso. Pese a cumplir con unos mínimos, la cinta decae por partes y resulta inconsistente en su gran mayoría, sintiéndose como una reproducción de argumentos, personajes y tramas de películas prototípicas del género.



Finestkind película

Crítica de 'Finestkind'

Ficha Técnica

Título: Finestkind
Título original: Finestkind / Finest Kind

Reparto:
Ben Foster (Tom)
Toby Wallace (Charlie)
Tommy Lee Jones (Eldridge)
Jenna Ortega (Mabel)
Ismael Cruz Cordova (Costa)
Tim Daly (Gary Sykes)
Clayne Crawford (Pete Weeks)
Lolita Davidovich (Donna Sykes)
Fernanda Andrade (Anne-Marie)
Aaron Stanford (Skeemo)
Meghan Leathers (Kathy)
Rebecca Gibel (Paulette)

Año: 2023
Duración: 126 min.
País: Estados Unidos
Director: Brian Helgeland
Guion: Brian Helgeland
Fotografía: Crille Forsberg
Música: Carter Burwell
Género: Thriller. Crimen
Distribuidor:

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Finestkind'

Sinopsis

Charlie (Toby Wallace) quiere alejarse de su aburrida vida cuando le ruega a su hermano mayor, Tom (Ben Foster), que le deje trabajar en su barco pesquero durante el verano. No hay quien le disuada, incluso después de que su primera expedición casi acabe en desastre. Charlie se hace rápidamente amigo del grupo, haciéndose un hueco en New Bedford mientras empieza a salir con Mabel (Jenna Ortega), que intenta labrarse su propio futuro. Los problemas se suceden y, con las deudas acumulándose, los hermanos se ven obligados a idear una forma de conseguir dinero rápido. Envueltos en un peligroso negocio de drogas, consiguen más de lo que esperaban, lo que obliga al padre de Tom, Ray (Tommy Lee Jones), famoso en la comunidad por su malhumor, a intervenir de la única manera que sabe.

Dónde se puede ver la película en streaming



Un desarrollo pobre para una pobre trama

Finestkind se encuentra entre ese tipo de cine brusco, que busca el exhalamiento rápido, la risa fácil y las ideas con una definición prácticamente ridícula. Es buscar algo diferente entre aquello que ha sido repetido hasta la saciedad. Como es el caso en este film, cuando con pocos minutos de metraje puedes intuir cómo se va a desarrollar la trama y las relaciones entre los personajes, connotando la poca creatividad en el papel y en la dirección de Helgeland. Vacíos de personalidad y siendo el calco de un calco, los personajes no van más allá de lo que esperamos de ellos, reaccionando como prevemos que lo harán, o lo que es lo mismo, faltos de aristas que produzcan un mínimo de interés en ellos. 

La trama es básica en su concepción, así como en realización, acercándose mucho más a las desventuras de un muchacho acomodado, que de improviso, marcha con su repudiado hermano pescador que a un canto a la libertad en la naturaleza donde las relaciones humanas florecen de manera exponencial. El guión parece haberse quedado en un esbozo de lo que debería haber sido, pues pese a la simplicidad de la idea, no es una mala base, pero el desarrollo que se le da cae en la redundancia, la repetición y el pronóstico. Las subtramas que apoyan a la principal, no solo son insulsas, si no que abusan de una metareferencia cinematográfica para que el espectador suponga lo que está sucediendo, pues se saltan muchos pasos para llegar a aquello que realmente quieren decir, cayendo en una comicidad involuntaria por la comodidad de desarrollar ideas en base de conceptos prefabricados.

Cuando parece que la trama comienza a decaer totalmente, se sabe reconducir hasta un punto que puede llegar a ser de interés, y cuando comienza a resultar interesante, el guion vuelve a flaquear y acaba cayendo en tópicos que derriban lo poco construido. Si bien no es ninguna maravilla, la cinta se deja ver sin resultar especialmente tediosa, pues se marca un ritmo más bien rápido que favorece a la narrativa aunque con ligeros momentos de desenfreno.

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El peso de no saber adónde llegar

Estamos ante una de esas obras que vaga pobremente por un mar de intenciones y promesas antes de llegar a la pobre trama que contiene, perdiendo mucho tiempo en desarrollar aquello que no es necesario, y dejando de lado la narrativa principal y haciendo perder el interés que el espectador pueda llegar a tener en los atisbos de esta. No sabe ni a dónde quiere llegar, y por consiguiente, cómo llegar.

Contando con una fotografía clara y definida, que sabe muy bien cómo jugar con las diferentes texturas que aporta el océano mientras viajan o tierra firme cuando desembarcan, crean secuencias verdaderamente impactantes pese a su simplicidad. El envoltorio de Finestkind es casi más atractivo que su contenido, ya que los aspectos técnicos tienen un cuidado minimalista que llega a eludir el contenido de los mismos con peripecias técnicas que se sienten realistas sin resultar abrumadoras. 

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Conclusión de 'Finestkind'

Pese a intentarlo, Finestkind no sabe cómo traspasar la línea de film tópico y plano, que pudiendo apoyarse en los pocos aspectos interesantes que contiene, insiste en ser repetitiva y tópica, manteniendo al espectador con una sensación de saber lo que está por venir, matando cualquier tipo de interés que este pueda tener por la obra. 

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